miércoles, 17 de febrero de 2016

La fuerza del sino


 ¡Qué carga tan insufrible
es el ambiente vital
para el mezquino mortal
que nace en signo terrible!
¡Qué eternidad tan horrible

la breve vida! Este mundo,
¡qué calabozo profundo
para el hombre desdichado
a quien mira el cielo airado
con su ceño furibundo!


En la obra del Duque de Rivas, Don Álvaro es el héroe romántico por antonomasia, el personaje de oscuro origen y borroso pasado, perseguido por la desgracia y por supuesto presa de un amor imposible.
No nos extrañan pues sus palabras, en las que reniega de la vida y de su destino. Ciertamente, y como era de esperar, Don Álvaro acaba suicidándose tras haber arrastrado en la estela de su fatalidad a todos sus seres queridos y a quienes podrían haberle redimido.
No es raro llegar a sentir la "carga insufrible del ambiente vital" en el devenir de nuestras mezquinas y mortales existencias, aun lejos de las situaciones melodramáticas que nos plantea el drama. Por ello a veces las palabras de este monólogo resuenan en mi mente, porque es parte de la humana esencia lamentarse del sino y la fatalidad, en nuestra ambigüedad y flaqueza.
¿Acaso debemos ser arrogantes y presuponernos invulnerables, sonreír como autómatas y tener un optimismo a prueba de bombas? Envidio a quien nunca haya sentido el peso de la vida.

Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción...!  (Sube a lo más alto del monte y se precipita.) 




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