miércoles, 17 de octubre de 2018

Quiero ser VIP


Cualquiera que por trabajo tenga que tratar con personas y proveer algún servicio, desde despachar pan hasta operar hernias de disco, sabe que la gente tiene tendencia a sobreestimar su propia importancia y a la vez a minusvalorar el trabajo del otro. Esto se llama explotación y es la base de la naturaleza humana.
Siempre hay gente que se siente superior, que cree que merece un trato especial y preferente porque sí, y esa gente siempre genera rechazo en quien tiene que atenderle. Desde quien se cuela en la cola del supermercado hasta quien llega a un servicio de urgencias médicas y se cree que le tienen que atender antes que a los demás y mejor.


Al final esa gente es simplemente maleducada y sin empatía y lo que hace es instrumentalizar a los demás con el fin de conseguir sus propios objetivos. A la altura de un psicópata podemos poner a quien en un hospital le grita a un médico porque lleva esperando muchas horas a que le atiendan sin reparar en que el sistema es quien le hace esperar, no ese trabajador, porque no es más que un trabajador, que no ha parado de atender a personas enfermas con medios precarios en una situación de precariedad.
Y así pasa con todas las personas que tienen que lidiar con personas a las que dan un servicio o asesoramiento. Muchos usuarios, clientes y pacientes tienden a portarse como explotadores despiadados que desprecian la labor y el esfuerzo del otro, y por eso tenemos que mirar cómo nos comportamos para no caer en lo perverso utilizando al que nos sirve la mesa o nos arregla el coche.



Nadie está al servicio de nadie, se trata de realizar un trabajo del que otros son beneficiarios, y si no hay un respeto básico a ese otro caemos en la barbarie. Al final cuando nos comportamos de forma despótica con un trabajador estamos dejando salir una parte sádica nuestra y permitiendo que se desplieguen todas las ansias de maltratar a otro que está en una situación de vulnerabilidad, por frustración de tener que vernos en nuestro horario laboral en esa posición en que nos maltratan otros sádicos frustrados.
Cada vez que pretendemos pasar por delante de otro, que nos den un trato mejor o que nos dediquen más tiempo sin que sea necesario o esté justificado por las circunstancias estamos utilizando de forma egoísta y desconsiderada al que nos atiende. Cada vez que cuestionamos o ignoramos la información o el consejo que nos da un profesional (médico, psicólogo, pastelero, camarero, albañil...) estamos creyéndonos por encima de su formación y su profesionalidad e ignorando el contexto en que tiene que desplegar su actividad laboral esa persona.
Por eso hago un llamamiento para que todos nos respetemos y aprendamos a convivir de una vez y dejemos de querer ser todos merecedores de un trato mejor que el resto de los humanos.



¡Cortesanos, raza vil y rastrera!

Cortigiani, vil razza dannata,
Per qual prezzo vendeste il mio bene?
A voi nulla per l'oro sconviene,
Ma mia figlia è impagabil tesor.
La rendete! o, se pur disarmata,
Questa man per voi fora cruenta;
Nulla in terra più l'uomo paventa,
Se dei figli difende l'onor.
Quella porta, assassini, m'aprite!

Ah! voi tutti a me contro venite …
piange
Tutti contro me! ...
Ah! Ebben, piango … Marullo ... Signore,
Tu ch'hai l'alma gentil come il core,
Dimmi tu ove l'hanno nascosta?
È là ... non è vero? … Tu taci ... ahimè! ...

Miei signori... perdono, pietate...
Al vegliardo la figlia ridate ...
Ridonarla a voi nulla ora costa,
Tutto al mondo tal figlia è per me.
Signori, perdono, pieta ...
Ridate a me la figlia,
Tutto al mondo tal figlia è per me.
Pietà, pietà, Signori, pietà.


Rigoletto, Verdi




(Cortesanos, raza vil y rastrera /¿a que precio vendisteis mi bien?/A cambio de oro nada os repugna,/pero mi hija es un tesoro impagable./Devolvédmela…o esta mano,/aunque desarmada, os podría herir;/nada en la tierra asusta al hombre/cuando defiende el honor de sus hijos./¡Abridme esa puerta asesinos!/¡Ah, todos estáis contra mí!/Sí, lloro,… Marullo… señor,/tú que eres noble de alma y corazón,/dime, ¿donde la han escondido?/¿Está ahí, verdad?/¡Calláis! ¿Por qué?/Señores, perdón, piedad…/devolved su hija a un anciano…/Nada os cuesta devolvérmela,/esta hija lo es todo para mí./Piedad, señores, piedad)




En plena desesperación, con la inmensa sospecha de que su señor y los cortesanos han raptado a su hija, Rigoletto se dirige al palacio del Duque de Mantua. Cuando las dudas se disipan, el bufón reclama, ante la estupefacción de los cortesanos, a su hija. El bufón da paso al padre que busca desesperadamente a la hija que le ha sido arrebatada, y se revuelve contra esos cortesanos a los que hacía reír, abriendo su corazón y dejando salir la rabia el dolor y el amor que siente.
Rigoletto, el bufón que se humilla ante el señor y sus cortesanos dándoles gusto en su vida ociosa e improductiva de nobles renacentistas, se rebela ante la idea de que las bajezas que cometen diariamente contra otros se las hagan a él. Pueden secuestrar y violar a adolescentes para que el señor se entretenga, eso a él no le importa, incluso lo alienta, pero en el momento en que la  afectada es su hija Gilda estalla su ira. Pero no porque le indigne lo que hacen con las chicas o porque tenga una conciencia de clase. No, porque es un egoísta incapaz de amar, parapetado en su disfraz de bufón y su joroba, y cuando atacan a su hija lo atacan a él. Ninguna injusticia le remueve en su nihilismo egoísta, le da igual que violen a otras mujeres o arruinen a otros por capricho, él sólo piensa en sí mismo y en su joroba. Es un ser sombrío y egocéntrico que ha ido amargándose con los años y que finalmente recibe un merecido castigo a su maldad en su pobre e inocente hija, víctima de la lujuria del duque y de la negligencia egoísta de su padre.


A principios de 1851, el teatro de La Fenice de Venecia invitó a Verdi a componer una nueva ópera para ser estrenada allí, en una época en que ya era un compositor bien conocido con un grado de libertad a la hora de elegir las obras que prefería orquestar. Verdi pronto dio con el drama francés Le Roi s’amuse (El rey se divierte), del escritor Víctor Hugo: «Contiene posiciones extremadamente poderosas... El tema es grande, inmenso, y tiene un personaje que es una de las más importantes creaciones del teatro de todos los países y todas las épocas». Era un tema muy controvertido y el propio Hugo había tenido problemas con la censura en Francia, que había prohibido producciones de esta obra después de su primera representación casi veinte años antes (y continuaría prohibida durante otros treinta años). La obra de Hugo representaba a un rey (Francisco I de Francia) como un seductor cínico e inmoral, algo que resultaba inaceptable en la Europa de la Restauración posterior a las guerras napoleónicas.

Desde el principio, Verdi era consciente del riesgo, lo mismo que Piave. En una carta, Verdi escribió a Piave: «Usa cuatro piernas, corre por toda la ciudad y encuéntrame una persona influyente que pueda obtener permiso para hacer Le Roi s'amuse». Incluso el amistoso Guglielmo Brenna, secretario de La Fenice, que les había prometido que no tendrían problemas con los censores, estaba equivocado.
A comienzos del verano de 1850, empezaron a difundirse rumores de que la censura austriaca iba a prohibir la producción. Consideraban la obra de Hugo en el límite de la lesa majestad, y nunca permitirían que una obra tan escandalosa se representara en Venecia. Tres meses antes del estreno llegó de nuevo la censura que vetó el libreto. Para no desperdiciar el trabajo, Piave intentó revisar el libreto y fue incluso capaz de sacar de él otra ópera Il Duca di Vendome. Verdi se manifestó completamente en contra de esta solución y en lugar de ello prefirió negociar directamente con los censores, argumentando cada punto de la obra. El asunto se resolvió gracias a la diplomacia de los administradores del teatro. Brenna, el secretario de La Fenice, ayudó para mediar en la disputa. Se trasladaron a Busseto y allí se pusieron de acuerdo con Verdi y el libretista para que se cambiasen al menos estos puntos: Trasladar la acción de la Corte de Francia a un ducado de Francia o Italia; y cambiar los nombres de los protagonistas inventados por Víctor Hugo.
Verdi aceptó estos condicionantes y el contrato se firmó. Así fue como nació la ópera Rigoletto que hoy se conoce. Verdi se propuso en esta obra conciliar la estructura tradicional del melodrama con la complejidad del protagonista, Rigoletto, y eso no lo pudo cambiar la censura con sus condiciones. El bufón Rigoletto es un personaje verdiano, que se mueve entre el afecto por su hija y el odio por el Duque y los cortesanos. Es exactamente lo que Verdi quería realizar.


Fuentes:
Wikipedia
http://caminodemusica.com/verdi/cortigiani-vil-razza-dannata
http://operamania.es/momentos-memorablescortigiani-vil-razza-dannata/
https://www.melomanodigital.com/rigoletto-giuseppe-verdi/

miércoles, 10 de octubre de 2018

A los incultos científicos

Sabed que la formación estructurada en las instituciones no sólo aporta datos e información, sino comprensión de los fenómenos y pensamiento crítico. Que la universidad tiene mucho que mejorar y mucho que criticar es otra cuestión.



Si no tienes formación sobre una disciplina científica o alguna materia pero por haber hecho una búsqueda en Google te sientes en condiciones de compararte con un experto profesional del tema, eres idiota.

Un idiota colosal, narcisista y frustrado a la altura del señor informático que me dijo que yo por ser médica no sabía más de medicina que él porque tenía acceso a toda la información de Internet.
Si crees que por haber leído algún artículo sobre salud y medicina de andar por casa vas a poder debatir sobre los mecanismos de acción de los antidepresivos y la indicación de los mismos con tu psiquiatra, tu problema no es que tengas un posible o dudoso trastorno mental, es que eres un enteraíllo de mierda y un inculto científico (para lo cual sólo hay dos posibles curas: la humildad o el estudio).


Hablar de diagnósticos sin saber ni papa de Fisiología celular y humana, Biología, Anatomía, Anatomía Patológica, Patología General, Fisiopatología, etc... es como hablar del sexo de los ángeles, es decir, hablar sin fundamento ninguno basándose en lo que un desconocido sin acreditar ha escrito en algún sitio, sea inventado o una paparrucha.
La mayor parte del tiempo en las consultas lo paso rebatiendo falsas creencias sobre la enfermedad, la salud, los tratamientos y los medicamentos que traen los "im-pacientes" imbuidas por medios de comunicación y desinformación. Y no pasa nada, forma parte de mi trabajo, pero lo que no es aceptable es que se minusvalore tanto la formación de años y la experiencia de una profesional cualificada de forma sistemática. El pensamiento crítico no es eso. El pensamiento crítico incluye la humildad sobre la propia ignorancia y el respeto a quien ha demostrado unas capacidades y competencias profesionales. ¿O es pensamiento crítico ir a un iletrado en medio de la montaña a que te cure el cáncer? ¿O creerse todos los bulos de internet con sus correspondientes atribuciones paranoicas y conspiranoicas de todo lo que la propia ignorancia no puede explicar?
Por mi parte, cero tolerancia a los incultos científicos que pretenden sentar cátedra de cazurrismo.


viernes, 5 de octubre de 2018

El fin de la amistad frente al amor romántico

En nuestra sociedad actual damos mucha más importancia a las relaciones de pareja y a todo lo que les rodea, y las personas que no estamos emparejadas ni creemos en la pareja como forma de vida lo sabemos muy bien.

Siempre una persona con pareja va a supeditar todo a su emparejamiento y a sus hijos, en caso de tenerlos, y eso no tiene por qué ser ley natural. Ya se han analizado bien en profundidad en este blog todos los aspectos cuestionables de la familia nuclear occidental y del amor romántico, y de lo limitantes y dañinos que resultan en el desarrollo y en los vínculos sociales de las personas.
Quienes no nos sometemos a estas normas sociales también pagamos un alto precio por ello, porque las personas a las que queremos suelen formar parte de una pareja o familia nuclear, lo que nos exlcuye de la mayoría de los aspectos de sus vidas.
El precio de no creer en el sistema y de cuestionarlo son la soledad y la exclusión.


En esta sociedad la amistad es algo accesorio y secundario, algo prescindible y que ante la pareja queda totalmente eclipsada.
Y el error es que la amistad es absolutamente necesaria, es la base de todas las relaciones entre humanos, porque la amistad es la primera consecuencia del amor en su amplio sentido y a partir de allí se construyen todas las demás relaciones humanas, del tipoque sean. El amor no se construye solo, no está basado en la nada o sólo en la atracción sexual. El amor, en toda la extensión de la palabra, es amistad. Y de igual modo que ninguna amistad puede salir adelante si no hay amor entre los amigos, ningún amor puede sobrevivir a la falta de amistad.
El problema es que en este contexto social confundimos "amor" con "amor romántico y/o sexualidad" y "amistad" con tener un conocido o un grupo de conocidos con quienes compartir una actividad o afición. Así, las relaciones humanas se van vaciando de contenido y se quedan en una cáscara hueca. Tengo miles de amigos en redes sociales, amo a esa persona con la que convivo y tengo hijos, pero en el fondo el vínculo y el afecto son circunstanciales y muy tibios.


No podemos vivir sin amigos, no podemos pretender llenar todos nuestros vacíos con un solo humano al que nos sentimos vinculados tal vez por amor pero sobre todo la mayoría de las veces por la obligación y la presión social. Eso sí que es soledad, y no la de quienes decidimos no convivir con una pareja. No hay peor soledad que la que no se reconoce.

De ahí que vivamos en mundo de proyecciones, de imágenes, de narcisismo ante una pantalla y no de un verdadero intercambio entre seres que se miran a la cara y al interior. Yo con mi pareja, mis hijos, mi casa, mi familia, mi, me conmigo. Y lo demás es accesorio y sobra porque me hace salir del ensimismamiento de mi vida socialmente aceptada y libre de autorreproches.


lunes, 1 de octubre de 2018

La timidez, qué es y de dónde viene.

La timidez es una sensación de incomodidad que experimenta la persona cada vez que se expone a situaciones sociales y que le impide disfrutar de sus relaciones y desarrollar sus habilidades interpersonales. Es una emoción o sensación de malestar.
Analizando el término desde una perspectiva etimológica, podemos decir que procede del concepto latino "timidus", que significa "temeroso". 

Detrás de la timidez se esconde un sistema de pensamiento muy severo en donde cualquier gesto de los demás puede ser interpretado negativamente. Esto significa que la timidez no responde a una situación específica sino fundamentalmente a un pensamiento negativo sobre sí mismo.
Se considera una pauta de comportamiento que limita el desarrollo social de quienes lo experimentan dentro de su vida cotidiana. No es una enfermedad, aunque si no se controla o modera puede llegar a ser patológico. 
La timidez puede variar su intensidad de unas personas a otras. Habrá personas que simplemente se sientan incómodas en algunas situaciones sociales como estar en grupos grandes o tener que hablar en público pero pueden desenvolverse en sociedad de una manera que no interfiere con su vida. Para otras, la timidez puede ser limitante a nivel laboral, académico, social y/o de pareja. En casos extremos, las personas pueden llegar a sentirse aterrorizadas ante cualquier situación social. Este terror puede llegar a paralizarlas, causar sudoración y temblores y ataques de ansiedad. Estos casos extremos son los que se diagnostican como fobia social.

Es importante saber diferenciar entre carácter introvertido y timidez. La introversión es una característica de personalidad que no tiene por qué suponer un problema. La persona introvertida se relaciona poco con los demás porque lo elige, por lo que no le provoca ninguna complicación ni sufrimiento. La persona tímida desea relacionarse pero no lo hace porque no puede y eso le provoca ansiedad, frustración e insatisfacción.
Aunque algunos especialistas consideran la timidez como un rasgo de personalidad que podría tener una base genética y que no puede cambiarse, hay otros muchos que piensan que es una respuesta aprendida desde niños y que, por lo tanto, puede variar. Las técnicas y tratamientos utilizados para vencer la timidez y que han demostrado su eficacia, apuntan que esta segunda opción es más adecuada.


Para Renny Yagosesky, escritor y orientador conductual, la timidez puede entenderse como una condición innata predisponente a la introversión social, o como una respuesta psicofísica aprendida, de intensidades variables, asociada con la expectativa de evaluación social negativa. Se manifiesta con cambios cognitivos, afectivos y conductuales, y que tiene como características asociadas, ansiedad, incomodidad vincular, estrés, inhibición expresiva, y tendencia a contactos interpersonales erráticos. Cuando es intensa o muy frecuente, suele estar acompañada de alteraciones psicosomáticas. 
La visión neurológica afirma que la timidez puede surgir y sostenerse por la modificación cerebral que causa la repetición de un comportamiento. Esto indicaría que pensamientos, emociones y hábitos reconfiguran áreas de nuestro cerebro y condicionan ya neurológicamente nuestras conductas futuras. Una de las formas más comunes de timidez es la que aparece frente a grupos, y que es mejor conocida como "fobia social".
La etapa clave en la que aparece la timidez es entre los cinco y los siete años de edad. En ese momento se manifiesta como miedo a uno mismo. Posteriormente, durante la adolescencia, se vuelve un mecanismo sistematizado; esto se debe a que el individuo tiene una mayor consciencia de sí mismo y comienza a actuar en consecuencia para conseguir una imagen favorable entre las personas con las que se relacione. En la timidez se produce un desdoblamiento del individuo: por un lado, el yo observador; por el otro, el yo actor. Este último es el que realiza una acción premeditada, cuyo objetivo es generar una opinión positiva en los que lo escuchan. De este modo el individuo consigue proyectar en los otros el concepto que él mismo tiene de sí mismo de una forma irónica y generalmente amenazante.



La tendencia suele ser que el tímido sobrevalore y tema el resultado de la opinión que otros tengan sobre él o sus acciones, lo que detona un círculo vicioso de ansiedad e inhibición que tienden a crecer si no se resuelve la causa de la reacción o si no marca una distancia prudencial con el estímulo o agente.
Denominamos "inhibición" a la una dificultad para poder manifestarse en el mundo exterior (para modificar la realidad según el propio proyecto de vida). Hay personas inhibidas en ciertos aspectos de la vida como el amor, el trabajo, el estudio, el sexo, y que, sin embargo, no presentan esa característica en otras áreas. Una característica propia de la inhibición muchas veces tiene que ver con que no acompaña a este estado ningún afecto, no se siente necesariamente triste ni abatido. La inhibición tendría que ver principalmente con la "no ejecución de tareas", con un "estancamiento" en la vida.




El conflicto del tímido se relaciona con sensaciones de inseguridad y/o vergüenza hacia la exteriorización franca de algún componente de su personalidad (justamente en situaciones en que algo de sí mismo quedó al descubierto ante la mirada de los demás). La timidez viene con la sensación de estar incurriendo en alguna acción incorrecta, indecorosa. Si la inhibición tiene que ver con un no-hacer algo que se debería realizar para sentirnos más plenos con nuestra propia vida, la timidez se emparenta con un "quedar al descubierto" sin poder defenderse exitosamente. 
Cabría preguntarse si acaso la timidez y la vergüenza realizan la misma contribución, cuando podría pensarse que no son idénticas entre sí.  Si en la vergüenza el acento recae sobre el avergonzado de modo directo frente al sentimiento de sentirse mirado, en el pudor es precisa una condición suplementaria: que el otro actúe una forma de transgresión (incluso cuando dicho acto no sea más que la realización de un deseo). De este modo, el asco (el ataque al pudor) es un efecto de la presencia ante un modo de satisfacción en el otro, un supuesto goce en el Otro, que no puede reconocerse como propio. En la vergüenza, en cambio, la división del sujeto tiene la dimensión de lo" in fraganti", de una revelación súbita de la intimidad, en la que es sorprendido un goce escondido o un deseo inesperado. En este punto, la vergüenza es un indicador de la presencia del deseo, como lo demuestran el rubor, bajar la mirada, en definitiva, no saber detrás de qué esconderse, cuando el sujeto se siente mirado desde todos lados.


La presencia del otro no necesariamente requiere de su presencia física. Uno puede avergonzarse ante una fotografía, un sueño, o ante el recuerdo de ideales instalados desde la infancia. Vergüenza ante la idea de quedar mal, de no conseguir lo que uno se propone, de no lograr lo que esperan de nosotros… El juicio y la mirada ajena están siempre presentes, y pueden manifestarse en soledad.

La timidez y la vergüenza pueden derivar fácilmente en inhibiciones, como se ha mencionado, es decir, en limitaciones o imposibilidad para realizar determinada tarea o enfrentar alguna situación. La persona transcurre su vida inhibida con el objetivo de evitar la vergüenza, y así l aparición de la ansiedad. De esta manera encontramos personas estancadas, en reserva, o siempre tanteando, ensayando y evaluando garantías antes de dar un paso en la relación con los demás.


La timidez es resultado de una serie de inseguridades que remiten a componentes íntimos de la personalidad. Aquello que atemoriza y genera ansiedad en la persona con timidez, suele relacionarse con aspectos no reconocidos/aceptados de la forma de ser.
El sujeto con timidez suele atribuir a los demás cosas que no poseen, perdiendo de vista los propios atributos que lo singularizan. Aquello que proyecta en los otros es la propia mirada negativa que recae sobre sí, ya que no posee fundamentos reales para sostener que toda la gente podría tener una mala concepción sobre su persona. No podemos agradar a todo el mundo, del mismo modo en que no nos agradan por igual todas las personas; e incluso hay seres que nos desagradan. Lo esencial a retener es que la persona tímida proyecta y generaliza percepciones internas.
A diferencia del miedo a lo desconocido, la timidez se refiere a un miedo a lo conocido pero no valorado de sí mismo. En este sentido, la timidez disfraza y oculta lo más auténtico de cada uno; transformando situaciones que podrían ser agradables en un verdadero calvario.

Para vencer la timidez, será cuestión de flexibilizar el sistema severo de pensamiento que critica, compara, juzga sin cesar. Por otra parte, es necesario quebrar el imaginario que dice que los demás son mejores y están en condiciones de calificarnos. En realidad, todos tenemos la labor de enfrentar distintas dificultades, por este motivo ninguna persona estaría en condiciones de evaluar la personalidad de nadie.  Hay que recordar que cualquiera puede hacer el ridículo en público, pues “nadie es perfecto”.
Pero lo principal será reconocer lo singular que nos caracteriza y valorarlo por encima de cualquier tipo de comparación o evaluador externo. Dejar de tener miedo de mostrar, compartir o intercambiar lo que somos, ya que si actuamos desde un lugar de autenticidad la mirada de los otros pierde relevancia.





Fuentes:
https://definicion.de/timidez/
http://www.latimidez.com/superar-timidez-grupos
wikipedia
http://marcelococholilopsicoanalista.blogspot.com/2011/06/timidez-e-inhibicion-dificultades-para.html
https://www.pagina12.com.ar/88330-el-goce-del-vergonzoso
https://psicologoscordoba.org/timidez-verguenza-e-inhibicion/
http://psicologapaulalucero.blogspot.com/2016/02/vencer-la-timidez.html

martes, 25 de septiembre de 2018

Cada uno tiene su vida: sociedad del egoísmo

"Cada uno tiene su vida" es una frase hecha que utilizamos para justificar que no nos ayudemos los unos a los otros porque siempre hay cosas más importantes que hacer. A veces pregunto a un paciente si tiene apoyo en su padecimiento y dice que no, que tiene amigos y familiares pero que "cada uno tiene su vida" y, claro, cómo van a dedicar unas horas de su tiempo precioso para confortar, escuchar o apoyar, ni mucho menos cuidar, a un amigo o familiar que sufre. A muchos les da apuro pedir ayuda cuando lo necesitan porque éstos tienen que cuidar de su propia familia (nuclear).


Y así es como venimos justificando la soledad y la deshumanización de este salvaje mundo capitalista, neoliberal y posmoderno, porque cada uno tiene su vida, en la que sólo tienen cabida los miembros de su familia nuclear, a los que hay que cuidar y mantener porque no hay estructuras sociales que ayuden a las familias a sacar adelante a sus miembros más débiles y dependientes. Quien no ha formado una no tiene vida ni derecho a que otros le dediquen un poco de la suya, pues están fuera del sistema de cuidados y apoyo impuesto basado en el amor filial y conyugal.


Si eres una mujer soltera y no tienes hijos eres un cero a la izquierda para esta sociedad occidental y moderna, no vales para nada, eres un desecho que no ha cumplido con el mandato de procrear y por tanto mereces el ostracismo de esta sociedad heteropatriarcal en la que el centro es la familia nuclear capitalista absorta en sí misma como unidad de sostén. Sólo las relaciones románticas y de pareja son significativas, aun cuando en pareja la gente esté sola y desvalida física y emocionalmente. El egoísmo a dúo es lo que se lleva, ese egoísmo de yo te cuido, tú me cuidas, ambos nos cuidamos de las injerencias externas que nos distraigan de nuestro mutuo ensimismamiento insolidario y que mantiene la estructura de esta sociedad.

A una mujer soltera sin hijos se le presupone todo el tiempo del mundo para desperdiciar "egoístamente" en sí misma, porque las mujeres tenemos que cuidar siempre, a los hijos, a los ancianos, a los maridos, a los enfermos de otros que tienen menos tiempo que nosotras (hombres con más status económico y profesional). No se te permite tampoco entrar en esas otras vidas cerradas a cal y canto a cuidar, no sólo a ser cuidada, porque no es cosa tuya, y porque eres objeto de envidias.

Tu tiempo es tu condena, objeto de envidias y reproches más o menos velados, porque el tiempo que empleas en tus estudios, en tu formación, en tu salud, en tu autocuidado, es un tiempo perdido que deberías haber dedicado a los que sí cuidan de verdad porque han procreado o retroalimentan el sistema.
Y ese tiempo precioso que malgastas en ti misma o en seres que no son niños, es objeto de las envidias de quienes no lo poseen y se escudan en que lo que te mueve es el egoísmo. Y lo hacen pagar bien caro, con su indiferencia, con su distancia, con su desprecio de lo que te preocupa, con su aire de superioridad moral...

Así el sistema se autoperpetúa, se cierra el círculo, y "cada uno tiene su vida", apartado de las vidas de los demás, centrado en sus propias necesidades y sin conciencia de que un mundo más solidario y más cuidadoso con el otro nos haría vivir vidas más ricas y plenas.



martes, 18 de septiembre de 2018

Los debates en redes sociales: más proyección

No me gustan los debates en las redes sociales, y menos aún cuando se trata de ideologías.
Incluyo en las redes sociales todos los medios digitales, especialmente el whatsapp.
Esto es así porque, como ya hemos visto en posts anteriores, en la comunicación escrita y no-cara-a-cara que se da en estos medios existe una gran pérdida de información sobre el otro, su estado emocional, sobre lo no verbal, sobre sus circunstancias e incluso sobre la identidad real de la otra persona.

El medio escrito limita mucho la comunicación, y la inmediatez y el anonimato propios de las redes hacen que se conteste de forma impulsiva y poco meditada a un ente al que realmente no se trata como a una persona. Intentar debatir con un perfil de facebook es absurdo, porque esa otra persona que nos escribe también nos ve como un perfil sobre el que se realiza una proyección masiva de prejuicios, emociones, filias y fobias, y la mayor parte de las veces de forma inconsciente.

Sólo hay que pararse a leer los comentarios de los diarios digitales o de cualquier página que difunda una ideología ( política, feminismo, veganismo, etc...). Los trolls abundan, incluso los que no creen o pretenden ser trolls se comportan como tales desde el momento en que dicen cosas que no le dirían a un conocido en la cara. El nivel de agresión verbal es tremendo, porque se proyectan miedos y angustias propias sobre avatares de entes desconocidos que actúan como pantalla de los miedos y angustias propios, o incluso com espejo.

Para mí, la proyección es ubicua y masiva hasta niveles patológicos en las redes sociales, convirtiéndonos en esos seres primarios y narcisistas que vomitan odio y resentimiento como si de niños de parvulario en el patio del colegio fuésemos. Qué fácil es soltar insultos, ironías, memes ridículos y agredir en general a alguien a quien podemos bloquear en el instante y que no va a venir a pedirnos explicaciones cara a cara, con la implicación emocional que eso conllevaría. No creo que haya mucha gente capaz de soltar semejantes sartas de insultos con tales niveles de agresividad en la vida real, y menos mal, porque la vida sería insoportable. Sencillamente porque cuando tenemos a otra persona frente a nosotros nos volvemos más humanos, más empáticos, somos conscientes de que esa persona no es un ente difuso, sino alguien diferenciado de nuestro yo y las proyecciones no se vuelven tan masivas y casi psicóticas y autorreferenciales.



Porque la autorreferencialidad y las suspicacias también se multiplican en las redes. Cualquier comentario que critique algo que nos concierna, en lo que creemos o una conducta que hayamos tenido, inmediatamente nos hace sentir interpelados de forma directa como si hubiera sido escrito por y para nosotros, generando inseguridad, ira y verguenza masivas que nos vuelven agresivos y objetos de odio dirigido hacia quien nos ha descubierto. Sí, porque quien se siente amenazado por un meme o un comentario especialmente certeros se siente desenmascarado en su miseria (o lo que inconscientemente considera una miseria y censura en sí mismo) y los mecanismos de proyección se disparan. Tú has dicho que los catalanes que votan al PSOE son fachas, y yo soy catalán y voto al PSOE, ergo me has llamado facha a MÍ. Y me ha dolido y me he sentido agredido porque algo muy en el fondo de mí teme o sospecha que realmente sea un facha por votar al PSOE y ser catalán. La respuesta lógicamente tenderá al odio, al instinto de conservación del yo, a agredir a quien me agrede y me hace sentir en evidencia conmigo mismo. Y según el grado de autoconciencia y de instrospección del  presunto agredido, la respuesta será más o menos encarnizada, más o menos insultante, más o menos difundida para hacer saber a sus conocidos que no es un facha y el agresor sí.

¿Os suena de algo este tipo reacción? A mí sí, me ha pasado, he estado en ambos lados y me lo reconozco.
Por eso evito ese campo abonado de proyecciones y de mecanismos primarios que es el debate en redes sociales, por mí y por no hacer el ridículo, y por protegerme de las proyecciones de los demás, que no son a veces muy dañinas.
Así pues, quien quiera debatir conmigo, podrá hacerlo en persona, con calma y desde la reflexión y el conocimiento de sus mecanismos de proyección y sus fantasmas interiores.


miércoles, 5 de septiembre de 2018

Semblanza psicológica de "la vieja del visillo": proyección y envidia


Proyección
La proyección es un mecanismo de defensa por el que el sujeto atribuye a otras personas las propias virtudes o defectos, incluso sus carencias. En el caso de la proyección negativa, ésta opera en situaciones de conflicto emocional o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto. De esta forma, se «proyectan» los sentimientos, pensamientos o deseos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o ansiedad, dirigiéndolos hacia algo o alguien y atribuyéndolos totalmente a ese objeto externo. Por esta vía, la defensa psíquica logra poner estos contenidos amenazantes afuera. 
El recurso retórico poético de la «personificación» constituye también un verdadero proceso proyectivo que se ejecuta fuera de la psicopatología. El poeta no dice «yo estoy triste», sino «ese árbol llora la / tristeza de mis amores perdidos». Lo propio, es puesto afuera. 


A partir de la proyección, Melanie Klein describió en 1946 un nuevo concepto, la «identificación proyectiva». Esta modalidad de la proyección, que va más allá del mecanismo descrito por Freud. Surge en el contexto de sus investigaciones acerca de los mecanismos de defensa del yo en la infancia temprana, donde Klein lo relaciona con el sadismo infantil. Se trata de un mecanismo inconsciente de defensa que hace que partes del sí mismo se escindan y desprendan para ser proyectadas sobre otra persona introduciéndolas en el objeto, con el fin de tomar posesión de él y causarle daño. La identificación proyectiva constituiría, en palabras de Klein, «el prototipo de la relación de objeto agresiva».​ Este concepto fue desarrollado luego por Otto F. Kernberg en el contexto de sus aportes a la discusión sobre la personalidad limítrofe (borderline).

La vecina
Hablamos de ese clásico personaje rastrero y tiquismiquis cuyo hábitat natural es la escalera del bloque y que se nutre de las idas y venidas de los vecinos y de sus conductas en las zonas comunes; es la denominada "vieja del visillo", que por misoginia se representa en personaje femenino en el imaginario colectivo, aunque puede pertenecer al sexo masculino con la misma frecuencia que al femenino.
En donde yo vivo es una mujer en la sexta-séptima década de la vida y conocida como "la rata".
Sus motivaciones para maquinar sus intrigas y generar conflictos en la comunidad son principalmente el aburrimiento, la proyección tal y como se ha descrito y la envidia. Pasiones bajas del espíritu humano combinadas con sus malas relaciones intrafamiliares y que proyecta al vecino que más encarna su ideal del yo no reconocido.


Esta señora es una persona sin ocupación conocida más allá de controlar quién sube y baja por las escaleras, con quién, con qué y para qué. Su fijación son los olores que ella considera inadecuados, que no se riegue en las terrazas ni se caigan prendas de ropa por el tendedero del patio. El control animal también le incumbe de una manera principal, de modo que si algún vecino convive con no humanos ella lo tendrá registrado y estará especialmente empeñada en rastrear olores, fluidos corporales y ruidos relacionados con los mismos.
También siente preferencia por volcar sus frustraciones en las mujeres del vecindario, pues su machismo idiosincrásico le impide enfrentarse a vecinos varones, con especial fijación en las mujeres más jóvenes que no conviven con señores.
Dado que yo soy mujer, no convivo con machos y tengo gato, me he convertido en objetivo de su persecución escaleril fundada en unas envidias y proyecciones evidentes.



Haré un relato más o menos aproximando del incidente que viví con "la rata" en el día de ayer.
Estaba yo en mi casa a mis cosas a media tarde, cuando llaman al timbre de forma brusca y por la mirilla veo a una señora cuya cara no me es familiar. Asumo que es una vecina y le abro.
Ella, sin presentarse ni saludar, obviando las más elementales normas de educación, empieza a echarme en cara que soy "la única que tiene gato en el bloque" y que vaya peste y que qué verguenza. Deduzco por los retazos de información que me da que se debe de estar quejando de un pequeño rastro de arena de los gatos que se me puede haber salido de la bolsa de basura al bajar las escaleras y que quiere que la recoja.
Pero me siento divida entre decirle "disculpe, ya lo recojo y siento las molestias pero ha sido sin mala intención" y la indignación que me produce que una vecina sin identificar venga a gritarme y a juzgarme a MI CASA. Así pues opto por cortar su perorata y por decirle que no es necesario que me hable en ese tono y con esas formas y que además no la conozco y que se presente.


Su reacción es de mayor indignación al ver que no tengo registrado su rostro y que no me achanto ante su reclamación justa pero con unas formas que la descalifican. Por lo cual pasa a exponer el verdadero motivo de su visita, y es que cree que "no estoy haciendo las cosas bien". Al parecer mi mudanza le ha molestado y tendría que haber ido a su puerta a llevarle una ofrenda de paz y rendirle pleitesía en su status de dominatrix de vecindario. Pues  no, señora, las mudanzas son mudanzas y así como las obras de ambos bajos no le han resultado molestas, no es de recibo que se me queje de mis mudanzas.
-Tenemos que convivir y tolerar lo que hacen los otros vecinos y yo no he ido a su puerta a gritarle porque su hija fume en el descasillo, cosa prohibida por las normas de la comunidad, ni de los gritos que hay en su casa ni de que su nieta esté con sus amigas haciendo ruidos por las escaleras a la hora de la siesta.
-Pues claro que puedo gritar en mi casa, y tú que vives sola ¿con quién vas a pelearte, con el gato?

¡Touché! Aquí vemos asomar la patita de nuevo a la envidia y a la proyección. Cómo le gustaría a ella estar sin un marido impresentable y solita y a gusto en su casa sin nietas malcriadas que aguantar ni hijas que no la soportan...



En fin, por no alargar mucho el tema la conclusión es que le puse freno a la agresión injustificada de esta persona desequilibrada, sin autocrítica ni autocontrol que proyecta a saco sus miedos y sus inseguridades en quienes personificamos el estilo de vida y las cualidades que ella nunca ha tenido ni podrá tener...



martes, 28 de agosto de 2018

Reflexiones desde una hamaca

Mirando la luna desde una hamaca en otro continente, bajo otro cielo, las mismas estrellas, escuchando acentos y palabras distintos pienso en mí y en mis preocupaciones y me alejo de todo, porque de repente no creo que nada sea tan importante excepto el hecho de estar en la hamaca.
Es fácil tener perspectiva así, desde una hamaca, cuando mirar el cielo es lo único que tienes que hacer.
Pasas revista a tu vida, a las personas que te rodean, a tus errores, al pasado, al futuro y a lo que pudo ser.
Y nada parece tan importante como el momento de plenitud y dicha presente en que la sensación de bienestar inunda todo y parece que puedo abrazar el cielo y atrapar la luna creciente.
Sin dolor, ni hambre, ni sueño la noche es liviana y las estrellas brillan más, los ladridos de los perros en la lejanía, la música de los vecinos, todo genera placidez.
Las tribulaciones del día a día bullen en el fondo de la conciencia, los miedos, las culpas, ahí están. Pero no pueden con la potencia de la sensación presente.
Así transcurre la vida, entre momentos de paz que son un oasis en el bullicio y los percances de la vida cotidiana. ¿Y qué vale más la pena?






https://www.culturagenial.com/es/ser-o-no-ser-esa-es-la-cuestion/

lunes, 6 de agosto de 2018

qué solos se quedan los muertos... y los vivos


Rima LXXIII
Cerraron sus ojos 
que aún tenía abiertos, 
taparon su cara 
con un blanco lienzo, 
y unos sollozando, 
otros en silencio, 
de la triste alcoba 
todos se salieron. 

La luz que en un vaso 
ardía en el suelo, 
al muro arrojaba 
la sombra del lecho; 
y entre aquella sombra 
veíase a intérvalos 
dibujarse rígida 
la forma del cuerpo. 

Despertaba el día, 
y, a su albor primero, 
con sus mil rüidos 
despertaba el pueblo. 
Ante aquel contraste 
de vida y misterio, 
de luz y tinieblas, 
yo pensé un momento: 

?¡Dios mío, qué solos 
se quedan los muertos! 



De la casa, en hombros, 
lleváronla al templo 
y en una capilla 
dejaron el féretro. 
Allí rodearon 
sus pálidos restos 
de amarillas velas 
y de paños negros. 

Al dar de las Ánimas 
el toque postrero, 
acabó una vieja 
sus últimos rezos, 
cruzó la ancha nave, 
las puertas gimieron, 
y el santo recinto 
quedóse desierto. 

De un reloj se oía 
compasado el péndulo, 
y de algunos cirios 
el chisporroteo. 
Tan medroso y triste, 
tan oscuro y yerto 
todo se encontraba 
que pensé un momento: 

¡Dios mío, qué solos 
se quedan los muertos! 



De la alta campana 
la lengua de hierro 
le dio volteando 
su adiós lastimero. 
El luto en las ropas, 
amigos y deudos 
cruzaron en fila 
formando el cortejo. 

Del último asilo, 
oscuro y estrecho, 
abrió la piqueta 
el nicho a un extremo. 
Allí la acostaron, 
tapiáronle luego, 
y con un saludo 
despidióse el duelo. 

La piqueta al hombro 
el sepulturero, 
cantando entre dientes, 
se perdió a lo lejos. 
La noche se entraba, 
el sol se había puesto: 
perdido en las sombras 
yo pensé un momento: 

¡Dios mío, qué solos 
se quedan los muertos! 



En las largas noches 
del helado invierno, 
cuando las maderas 
crujir hace el viento 
y azota los vidrios 
el fuerte aguacero, 
de la pobre niña 
a veces me acuerdo. 

Allí cae la lluvia 
con un son eterno; 
allí la combate 
el soplo del cierzo. 
Del húmedo muro 
tendida en el hueco, 
¡acaso de frío 
se hielan sus huesos...! 

* * * 

¿Vuelve el polvo al polvo? 
¿Vuela el alma al cielo? 
¿Todo es sin espíritu, 
podredumbre y cieno? 
No sé; pero hay algo 
que explicar no puedo, 
algo que repugna 
aunque es fuerza hacerlo, 
el dejar tan tristes, 
tan solos los muertos.


G.A. Bécquer


Solos se quedan los muertos, pero qué más da, porque no se dan cuenta.
Más solos están los vivos, los que como tristes espíritus habitan ciudades muertas
Los que muertos de pena viven la tristeza del mundo sin humanidad.
Los que sólo hallan entre sus semejantes rechazo y desdén,
Quienes en su sensibilidad herida sólo chocan las risas crueles de los vivos.
Vivos los que ríen, follan, comen, matan, rompen, destruyen
Los muertos buscan la fosa solitaria y fría para no ser testigos mudos
de vuestra viva orgía de anestesia destructiva.
Dejad solos a los muertos en vuestro egoísmo.