viernes, 30 de junio de 2017

Niña en la playa

Mi infancia son recuerdos de una playa del Atlántico, luz del Sur de Andalucía, kilómetros de arena dorada, olas para delsizarme, cristales pulidos en la orilla, una muralla llamada Cortadura y gaviotas al atardecer.
Esos veranos largos y perezosos se marcharon para siempre dejando un poso de nostalgia en mis ensoñaciones nocturnas, que los mantienen vivos a través de los años y las estaciones.
Sueño con la arena mojada sobre mi cuerpo infantil, con mis manos rechazando las algas los días de poniente, con los picotazos de la arena seca los días de levante, con los cánticos rudos de los vendedores ambulantes, con la pesadez de las tardes eternas al sol.
Mi infancia es un playa larga y dorada que nunca termino de recorrer y un mar verdoso en el que siempre anhelo sumergirme. Un paraíso perdido que jamás volveré a visitar, que pervive en mi memoria y que me dolerá siempre que pise una playa aunque sea la misma.
Quiero ser esa niña renegrida excavando en la arena y corriendo entre las olas, quiero ser ella por siempre jamás y no ser una adulta nunca más.

Sorolla, 1905


El vacío existencial

“La gran enfermedad de nuestra época es la falta de rumbo, el hastío y la falta de sentido y finalidad”
 Víktor Frankl

El vacío como condición humana es el sentimiento generalizado de apatía, aburrimiento y alienación social, acompañado frecuentemente de distimia, depresión, desesperanza, sentimiento agudo de soledad o desórdenes emocionales relacionados. Es un concepto que procede del vocablo latino vacīvus. El término hace referencia a aquello que carece de contenidoExistencial, por su parte, es un adjetivo vinculado a la acción de existir (estar, poseer vida, pertenecer a la realidad).
Para los filósofos, esta idea forma parte de la condición humana ya que es inherente a la experiencia vital de las personas. Un ser humano experimenta un vacío existencial cuando no le encuentra sentido a su vida. De este modo, se siente alienado.
El sentimiento de vacío forma también parte del proceso natural de la pena, como resultado de la desaparición de un ser querido o algún cambio significativo. Además, el significado concreto de vacío varía mucho en el contexto de las diferentes tradiciones culturales en que se ubique. Mientras que para la cultura occidental el sentimiento de vacío está ligado como se ha dicho a emociones como la ansiedad o la depresión, en algunas filosofías orientales como el budismo y el taoísmo, el vacío (Śūnyatā) aparece como un estado de realización. En las religiones orientales el estado de vacío emocional no tiene el mismo sentido que en la cultura occidental, ya que se trata de un estado superior del ser humano y no de un estado de malestar.


En filosofía política, el vacío se asocia con el nihilismo. El crítico literario Georg Lukács por ejemplo, argumenta contra el vacío espiritual y la inadecuación moral del capitalismo.
Asimismo, el concepto de vacío fue importante en un cierto tipo de filosofía existencialista y algunas formas del movimiento de Muerte de Dios, movimiento filosófico que da voz al sentido de alienación que proviene del reconocimiento del ser humano de su soledad en un universo que le es indiferente.
Se considera que el citado vacío existencial se ha convertido en un “mal contemporáneo”.  Viktor Frankl, hablando de la falta de identidad de los seres humanos, mencionó que ante la crisis de valores postmoderna el ser humano se queda cuestionándose sobre su propia existencia, sobre cuál es el camino adecuado, el fin de todo lo que hace. Ante esta angustia el humano tiene que elegir, y elegir provoca angustia como ya señalaba Fromm en "El miedo a la libertad".
Según Viktor Frankl, creador de la Logoterapia (la terapia centrada en el sentido de la vida) el vacío existencial es una neurosis de nuestro tiempo, es una neurosis del espíritu. Dice que “Cada época tiene su neurosis y cada tiempo su psicoterapia”. Él cree que hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freud, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial. El paciente típico de nuestro tiempo no sufre tanto, como en los tiempos de Adler, bajo un complejo de inferioridad, sino bajo un abismal complejo de falta de sentido, acompañado de un sentimiento de vacío”(Frankl, 1997, 9).


"El sentido de la vida" constituye la respuesta ofrecida a las preguntas o problemas que implica la vida: ¿por qué vivir? ¿Para qué vivir? ¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Qué hacer con mi vida? ¿Qué camino seguir? ¿Qué hacer para sobrevivir? ,entre otras tantas cuestiones existenciales. "El sentido de la vida" es un "esquema que reúne modelos de actos de las líneas más diversas y los acomoda en una proyección de un sentido que se extiende desde el nacimiento hasta la muerte".
El desarrollo de un sentido de la vida puede verse frustrado en la medida en que las metas, anhelos o expectativas de vida no sean realizados o nuestros parámetros de vida de seguridad y certidumbre sean afectados por situaciones de crisis donde no se cuenta con las herramientas adecuadas para afrontarlos.
En tales situaciones, la presencia de un conjunto de sensaciones y cambios en nuestro día a día, surgen como "síntomas" de un estado de frustración existencial que afecta nuestro sentido de vida que ha sido denominado por Viktor Frankl como un "vacío existencial": "la pérdida del sentimiento de que la vida es significativa", las personas presentan "el sentimiento de que sus vidas carecen total y definitivamente de un sentido. Se ven acosados por la experiencia de su vaciedad íntima, del desierto que albergan dentro de sí"."Un sentimiento de vacío interior y de absurdidad de la vida, una incapacidad para sentir las cosas y los seres". Se siente que la vida no tiene sentido y que no vale la pena vivirla.

martes, 27 de junio de 2017

Triste tristeza llena eres de gracia


Triste nº 1

Por la memoria vagamos descalzos
seguimos el garabato de la lluvia
hasta la tristeza que es el hogar destino
la tristeza almacena los desastres del alma
o sea lo mejorcito de nosotros mismos
digamos esperanzas sacrificios amores.

A la tristeza no hay quien la despoje
es transparente como un rayo de luna
fiel a determinadas alegrías.

Nacemos tristes y morimos tristes
pero en el entretiempo amamos cuerpos
cuya triste belleza es un milagro.

Vamos descalzos en peregrinación
triste tristeza llena eres de gracia
tu savia dulce nos acepta tristes.

El garabato de la lluvia nos conduce
hasta el hogar destino que siempre has sido
tristeza enamorada y clandestina

Y allí rodeada de tus frágiles dogmas
de tus lágrimas secas / de tu siglo de sueños
nos abrazas como anticipo del placer.

Mario Benedetti



Somos tristeza, nos dice Mario Benedetti a sus 87 años, él ya lo sabe, no se engaña.
Ya sabe lo que es amar y perder, lo que es esperar y no llegar.
La vida es un camino triste, vacío y solitario.
No esperéis más.
No pidáis más. 
La amistad, el amor, la esperanza son meros espejismos.



martes, 20 de junio de 2017

Mi Simba

pelusa suave pajiza
aroma de fresas
ojos verdes desorbitados
ronroneo que parecía asma.

la primera tarde juntos marcó un hito en mi existencia.
la primera noche pendiente de tus movimientos
los primeros días con miedo a pisarte y perderte
ese olor a fresas es el olor de mi amor por tí.

cada vez que me mirabas me llenabas de júbilo
cada vez que comías me sentía plena,
con tus juegos me divertías
tus ojos me daban luz.

Mi pequeño Simba,
eres el ser más dorado
más luminoso
más suave y dulce
que ha tocado mi corazón.

 (al bebé Simba)


Verano, ya me voy


Verano
Verano, ya me voy. Y me dan pena 
las manitas sumisas de tus tardes. 
Llegas devotamente; llegas viejo; 
y ya no encontrarás en mi alma a nadie. 

Verano! Y pasarás por mis balcones 
con gran rosario de amatistas y oros, 
como un obispo triste que llegara 
de lejos a buscar y bendecir 
los rotos aros de unos muertos novios. 

Verano, ya me voy. Allá, en setiembre 
tengo una rosa que te encargo mucho; 
la regarás de agua bendita todos 
los días de pecado y de sepulcro. 

Si a fuerza de llorar el mausoleo, 
con luz de fe su mármol aletea, 
levanta en alto tu responso, y pide 
a Dios que siga para siempre muerta. 
Todo ha de ser ya tarde; 
y tú no encontrarás en mi alma a nadie. 

Ya no llores, Verano! En aquel surco 
muere una rosa que renace mucho...
César Vallejo

César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco16 de marzo de 1892 – París15 de abril de 1938) fue un poeta y escritor peruano. Es considerado uno de los mayores innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en su país.
Publicó en Lima sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), con poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial. En 1923 dio a la prensa su primera obra narrativa: Escalas, colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Ese mismo año partió hacia Europa, para no volver más a su patria. Hasta su muerte residió mayormente en París, con algunas breves estancias en Madrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo de paso. Vivió del periodismo complementado con trabajos de traducción y docencia.
En la última etapa de su vida no publicó libros de poesía, aunque escribió una serie de poemas que aparecerían póstumamente. Sacó libros en prosa: la novela proletaria o indigenista El tungsteno (Madrid, 1931) y el libro de crónicas Rusia en 1931 (Madrid, 1931). Por entonces escribió también su cuento más famoso, Paco Yunque, que saldría a luz años después de su muerte. Sus poemas póstumos fueron agrupados en dos poemarios:Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, publicados en 1939 gracias al empeño de su viuda, Georgette Vallejo. La poesía reunida en estos últimos volúmenes es de corte social, con esporádicos temas de posición ideológica y profundamente humanos. Para muchos críticos, los Poemas humanos constituyen lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de «poeta universal».

miércoles, 14 de junio de 2017

La jaula de Pizarnik

La Jaula
Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche
y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
Alejandra Pizarnik


La crítica menciona que la fusión entre vida y poesía de Pizarnik alentó las crisis depresivas y los problemas de ansiedad que poseía, Ana Calabrese, amiga de Alejandra Pizarnik, “considera en parte responsable de la muerte de Alejandra al mundo literario de la época, por fomentarle y festejarle el papel de enfant terribleque ella actuaba. Según Ana, ese ambiente fue el que no la dejó salir de su personaje, olvidándose de la persona que había detrás”.
Sin embargo, un hecho que marcó su vida fue la muerte de su padre el 18 de enero de 1967: “Elías murió de un infarto. Alejandra estaba en Buenos Aires y le avisó sólo a su íntima amiga Olga Orozco, quien fue al velorio para acompañarla”. Las entradas de sus Diarios se volvieron más sombrías: “Muerte interminable olvido del lenguaje y pérdida de imágenes. Cómo me gustaría estar lejos de la locura y la muerte (…) La muerte de mi padre hizo mi muerte más real”. Durante 1968, Pizarnik se mudó junto a su pareja, una fotógrafa; a estos cambios se sumó también su continua adicción a las pastillas: “También llegaron las pastillas que cada vez le resultaban más necesarias para explorar la noche y la escritura o convocar el sueño, siempre a riesgo de confundirse y agudizar, en lugar de apaciguar, la angustia que la empujaba a lanzar esos S.O.S. telefónicos a las cuatro de la mañana, los cuales, como recordaba Enrique Pezzoni, podían llevar al borde del asesinato a quienes más la querían”. Su búsqueda para encontrar en París un país al cual pertenecer marcó la brecha para su desgaste emocional, “los amigos señalan que, luego de su vuelta de este frustrado viaje, Alejandra inició un lento proceso de clausura progresiva que tendría una primera culminación en el primer intento de suicidio, en 1970.

El 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, se quitó la vida ingiriendo 50 pastillas de Seconal durante un fin de semana en el que había salido con permiso del hospital psiquiátrico de Buenos Aires; hospital donde se hallaba internada a consecuencia de su cuadro depresivo y tras dos intentos de suicidio. El día siguiente, “martes 26, el velorio tristísimo en la nueva sede de la Sociedad Argentina de Escritores que, prácticamente, se inauguró para velarla”. En el pizarrón de su recámara se encontraron los últimos versos de la poeta: 
no quiero ir
nada más
que hasta el fondo

La poesía de Alejandra Pizarnik es pura indagación, si hay que afirmar algo sobre ella es que es una continua pregunta: “Siempre es el mismo interrogante: ¿de qué soy culpable?, ¿por qué este eterno sufrir?, ¿qué hice para recibir tanto golpe duro y malo?”. La necesidad de reconocimiento hace mella en Pizarnik, dando pauta a una de muchas ambivalencias que sufrió: “Temo que mis deseos de escribir no sean más que medios para conseguir el fin anhelado éxito, gloria, fe en mí. También pueden ser excusas, ya que no estudio “en serio”, ya que no vivo “en serio”. Puede ser también, que, dada mi escasa facilidad de expresión oral, apele al papel de no atragantarme, para escupir el fuego de mis angustias". Para Pizarnik escribir no sólo representaba el reconocimiento sino, también, la posibilidad de desahogarse, de manifestar esa sensibilidad que poseía. Si bien Pizarnik estaba convencida de que la comunicación oral no era una opción viable, encontró en la escritura la manera de transmitir sus sentimientos, evolucionando el lenguaje poético a un tipo de silencio constructivo-destructivo que permite al lector vivir y revivir la visión interna de la poeta: “Pizarnik gestó su identidad desde un sentimiento de excepcionalidad, y creer que estaba predestinada a ser una gran escritora le sirvió para justificar su fracaso en la vida personal”.

El extranjerismo es otro de los temas presentes en su poesía: “En Pizarnik, la alteridad judía/argentina la hizo outsider un personaje sin un sitio en la sociedad, con pocas posibilidades de disolverse en la masa amorfa y atomizada de una comunidad”. La muerte y la infancia es otro de los ejes ambivalentes más importantes en la poesía pizarnikiana: la infancia es la excepción de la realidad, por lo tanto, representa la vida, el paraíso deseado para una poeta que busca reinventar ese periodo que nunca fue satisfactorio: “Yo no sé de la infancia / más que un miedo luminoso / y una mano que me arrastra / a mi otra orilla / Mi infancia y su perfume / a pájaro acariciado”. Ensalza la delicadeza del carácter infantil, pero, también, el peligro que la rodea; dentro de ese miedo se encuentra la carencia: “Porque a veces no soy muy mala conmigo, a veces, en medio de aquella desgracia y del anochecer, me digo palabras lentas, cálidas, de una delicadeza que me hace llorar, porque son las que no te dice nadie, los que jamás te dijeron, ni siquiera cuando cabías en la palma de una mano". No sólo el deseo de atención y amor envuelve el último fragmento, también la imagen de niña solitaria se muestra más expresiva que nunca. La muerte, al contrario, siempre está presente, su poesía coquetea con ella al igual que con la locura y huye una vez que la siente cercana. Se esconde en la oscuridad y la acoge como hogar: “Afuera hay sol / Yo me visto de cenizas”.

Dentro del mundo pizarnikiano uno de los principales encuentros es el de la voz múltiple: “da la impresión de que la argentina no se acerca al poema para decir lo que ve o lo que piensa, sino, más bien, para escuchar qué sienten las demás: las que fueron, las que serán y las que son en ella!". Toda la poesía de Pizarnik es un diálogo infinito entre ella y todas las que es: “la lengua común se encripta y se hace ajena. Ella construye un lenguaje poético que abandona a conciencia todo anclaje a lo real referencial”. Es una voz del yo que está detrás del yo aún si éste se aleja. La búsqueda infinita de lo que se encuentra perdido, una incesante travesía que, incluso hasta el final de sus días, la absorbió en una terrible ambivalencia: el paraíso infantil y la tentación de la muerte, la enajenación absoluta y la vocación amorosa. Expresa Enrique Molina: “Toda su poesía gira en torno a estos dos polos magnéticos, dos solicitaciones extremas que se funden en su voz”.Francisco Cruz menciona: “La pretensión de que el lugar del yo sea el poema, conduce a la necesidad de que el yo sea, a su vez, el sitio del poema. Vida y poesía deberían ser para Pizarnik lo mismo” lo que Pizarnik confirma a lo largo de sus Diarios: “Las imágenes solas no emocionan, deben ir referidas a nuestra herida: la vida, la muerte, el amor, el deseo, la angustia. Nombrar nuestra herida sin arrastrarla a un proceso de alquimia en virtud del cual consigue alas, es vulgar”.
Fuente: wikipedia

martes, 6 de junio de 2017

Un mundo

"Según confesiones de la propia Ángeles Santos, fueron unos versos de Juan Ramón Jiménez los que inspiraron Un mundo: «[…] vagos ángeles malvas / apagan las verdes estrellas / Una cinta tranquila / de suaves violetas / abrazaba amorosa / a la pálida Tierra». El gran óleo, de tres por tres metros –la pintora tuvo que unir dos lienzos para conseguir la superficie deseada– causó verdadera impresión en los medios intelectuales del momento, teniendo en cuenta además que su autora era una joven residente en provincias, que lejos del ambiente cultural de la capital, no había tenido ocasión de conocer los avances de las nuevas corrientes artísticas. Tras contemplar la enorme pintura en el Salón de Otoño de Madrid de 1929, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Guillén, García Lorca, o el propio Juan Ramón Jiménez intercambiaron correspondencia con Ángeles Santos y se desplazaron a Valladolid para conocer personalmente a la incipiente artista.
Un mundo participa a medias de los supuestos surrealistas y de la poética del realismo mágico, corriente difundida en el ensayo homónimo publicado por Franz Roh en 1925. Los personajes femeninos que pueblan la escena rodean los costados de un globo terráqueo que ha perdido su condición original para convertirse en una figura cúbica. En silenciosa procesión, estas mujeres de largos cabellos van iluminando las estrellas con el fuego previamente tomado del sol, mientras en uno de los ángulos del lienzo, otro conjunto de mujeres tocan instrumentos musicales".

Paloma Esteban Leal



No tenía formación pictórica. Y, sin embargo, de sus pinceles surgió este cuadro, en torno a la cual gravita el resto de su producción y que constituye el culmen de su renombre. De hecho, el cuadro está considerado por la crítica actual como uno de los primeros representantes del surrealismo en España; si bien una mirada atenta revela que es de las aguas del Realismo mágico de Franz Roh de donde bebe esta obra maestra.
Para su realización tomó referentes de todo lo que tenía alrededor. sus lecturas, las noticias que podría escuchar o leer, imágenes pictóricas que podría contemplar. Todo ello se integró en El mundo.
Lo primero que nos llama la atención cuando nos enfrentamos a Un mundo es el planeta cúbico en cuya superficie bulle la vida, transcurre el devenir de los hombres. Para su realización tomó como inspiración el estilo cubista de Picasso. Y quizá inconscientemente su elección de esta forma de representar los objetos tuvo la misma pretensión que en el malagueño. Ambos querían poder representar la realidad desde sus múltiples facetas de forma simultánea, permitir que el espectador aprehendiese la globalidad de un objeto, de la vida en el caso de Ángeles Santos, en un solo golpe de vista. Ángeles tomó los planos cubistas por su idoneidad para poblarlos de habitantes. “En lugar de representar la tierra redonda la hice cuadrada, en planos, porque yo había leído sobre el cubismo y así me resultaría más fácil ir colocando las cosas”. 
Los extraterrestres, madres de los seres encargados de encender las estrellas, también fueron un reflejo de la época. “Entonces se hablaba de ir al planeta Marte. Yo imaginaba que allí existirían unos seres extraños y así me inventé los que hay en la parte inferior del cuadro: las madres de los espíritus que realizan el milagro del sol. Ellas no tienen oídos, están con los ojos cerrados y en lugar de esqueleto tienenun armazón de alambre, ya se ve… como una especie de hierro oscuro, y unas manos puntiagudas. Me lo inventé así, sin pensar”.

Estos versos pertenecen al poema Alba, incluido en Segunda Antolojía poética (1922), libro que se encuadra en la llamada etapa intelectual (1916-1936). Es la etapa de la poesía desnuda, en la que han desaparecido los rasgos modernistas para dejar paso a lo esencial y a la concentración conceptual y emotiva.  Este es el poema entero (resaltados en rojo los versos que inspiraron el cuadro):
ALBA

Se paraba
la rueda
de la noche...
                            Vagos ángeles malvas
apagaban las verdes estrellas.

Una cinta tranquila
de suaves violetas
abrazaba amorosa
a la pálida tierra.
Suspiraban las flores al salir de su ensueño,
embriagando el rocío de esencias.

Y en la fresca orilla de helechos rosados,
como dos almas perlas,
descansaban dormidas
nuestras dos inocencias
—¡oh que abrazo tan blanco y tan puro!—
de retorno a las tierras eternas.