lunes, 28 de diciembre de 2015

Un baile de máscaras

Che ti resta, perduto l’amor –
Che ti resta, mio povero cor!
...
Su, coraggio – e tu fatti di pietra,
Non tradirmi, dal pianto ristà:
O finisci di battere muor,
T’annienta, mio povero cor!




(qué te queda, perdido el amor / qué te queda, mi pobre corazón / ... /Vamos, coraje, hazte de piedra / no me traiciones, abandona las lágrimas / deja de latir o  muere / ¡anúlate, pobre corazón mío!)

En la ópera de Verdi "Un ballo in maschera" la protagonista Amelia se ve obligada a renunciar al hombre al que ama por respeto a un matrimonio impuesto. Debe mandar hacer a su corazón lo que es correcto según las convenciones sociales (anúlate, pobre corazón mío), aunque eso signifique vivir una vida vacía, sin esperanzas y sin sentido para ella.
La encontramos en el momento en que, desesperada ante el futuro de desamor y soledad que le aguarda, recurre a una hechicera que le indica que beba de unas hierbas que la harán dejar de sentir el amor que le da sentido a su vida. Ella duda. No sabe si es peor dejar de amar y por tanto dejar de ser ella misma que sufrir el dolor de la pérdida.
Es un dilema al que todos nos hemos enfrentado, el ser o no ser. El dolor de la pérdida del yo o la comodidad de amoldarse a lo que es socialmente aceptable. En general se nos vende la máscara, las bondades de asimilarnos a la mayoría y no hacernos notar. Es bueno no ser diferentes y no romper las normas de lo que está bien visto. Sin duda es un camino cómodo, confortable, lleno de facilidades y que se suele recorrer acompañado y con el consentimiento de todos nuestros congéneres.
El atreverse a ser diferente, a desafiar lo socialmente aceptable es muy duro. Hay que estar dispuesto a afrontar una soledad implacable, la incertidumbre, la desaprobación, el rechazo.
Vivimos en un baile de máscaras.




jueves, 24 de diciembre de 2015

Saturnalia

Es difícil en estos días del año no pensar en las fiestas "paganas" de las que se dice que provienen las Navidades. Las Saturnales eran unas fiestas romanas que se daban a finales de diciembre en honor al dios Saturno y que solían celebrar como se celebran todas las fiestas en cualquier rincón del mundo a lo largo de la historia: comiendo, bebiendo y haciendo ruido.También había celebraciones en los templos, igual que en Navidad, pero por supuesto eso siempre ha sido lo de menos.
Es curioso que en todas las culturas el Homo que se dice sapiens por dos veces (sapiens sapiens... ) celebre cualquier efeméride, evento o logro de la misma primitiva manera: comiendo y anulando sus facultades mentales (si es que las posee, según el individuo). No hay manera más animal de comportarse.
Recurrir a los placeres más primarios y menos sofisticados es lo que más nos gusta, sin duda, y si además podemos realizarlo sin inhibiciones morales a través de una agradable intoxicación etílica, cannábica o del tipo que se estile en la cultura de turno, mejor que mejor. Eso nos habla de lo poco elevado de la naturaleza del Homo sapiens sapiens, nos recuerda que somos un animal más que se ha endiosado por el discutible mérito de poseer un poco más de corteza cerebral, de la que renegamos en cuanto tenemos a mano algún psicotrópico que la anule.
Eran más sinceras esas fiestas paganas, sin demasiadas pretensiones espirituales, que consistían en adorar al dios Pan o a Saturno directamente bebiendo y participando en orgías.
Además, se iban al bosque y no vomitaban y vociferaban en tu calle de madrugada.



viernes, 18 de diciembre de 2015

Una guirnalda de rosas siderales


¡La Muerte! Yo la he visto. No es demacrada y mustia 
ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia. 
Es semejante a Diana, casta y virgen como ella; 
en su rostro hay la gracia de la núbil doncella 
y lleva una guirnalda de rosas siderales. 
En su siniestra tiene verdes palmas triunfales, 
y en su diestra una copa con agua del olvido. 
A sus pies, como un perro, yace un amor dormido. 

 Coloquio de los centauros - Poemas de Rubén Darío

martes, 15 de diciembre de 2015

Viaje a Ítaca


Ítaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

C. P. Cavafis



Constantino Kavafis (Konstantinos Petrou Kavafis. Alejandría, Egipto;29 de abril de 1863 – 29 de abril de 1933) fue un poeta griego, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna. Trabajó como periodista y como funcionario, y publicó relativamente poco en vida, aunque tras su muerte su obra cobró paulatinamente influencia.
A los siete años de edad, a raíz de la muerte de su padre quien había perdido una  inmensa fortuna, su madre se trasladó con la familia a Liverpool donde el poeta estudió hasta los dieciséis años, escribió sus primeros poemas, convirtió el inglés en su segunda lengua y se familiarizó con los escritos de Wilde, Shakespeare, Browning y otros escritores de la época.
Es el poeta más importante de Grecia en el siglo XX,  y uno de los líricos más influyentes de la poesía moderna. Su poemas son generalmente concisos, y van desde  íntimas evocaciones de figuras literarias y de ambientes referentes a la cultura griega, hasta el carácter moral,  los placeres sensuales, la homosexualidad y la nostalgia.

Desarrolló un estilo individual que pulsó una nueva cuerda lírica no sólo para Grecia, sino para toda Europa. Se mantuvo ajeno a las influencias de las principales corrientes de la literatura griega contemporánea. En sus evocaciones del pasado Griego y, sobre todo, Helenístico, mezcló reflexión, sensualidad e ironía, y les dio la solidez y la variedad que encontró en su propio entorno cosmopolita. Escribió mucho, pero publicó poco, un total de unos 200 poemas. Su producción más importante es posterior a 1810, por lo cual dijo alguna vez: "I am a poet of old age" (expresión ambivalente que une "Soy un poeta viejo" y "Soy un poeta de la antiguedad"). Su lengua fue una extraña mezcla del refinado y pomposo griego heredado de los bizantinos, el kazarévusa, y el demótico, o lengua hablada. Su estilo es relajado, casi conversacional, es realista y evita la imaginería exagerada. Para honrar el coraje y el carácter toma sus ejemplos de la historia, la religión y la política. Su manejo dramático del material le permite entrar en extraños recesos del alma, pero su escepticismo no es mórbido y su poesía no pregona la futilidad de la vida."  
(Enciclopaedia Britannica, edición 1971; traducción: J.B.)



martes, 1 de diciembre de 2015

El credo de Yago

Credo in un Dio crudel che m’ha creato
simile a sè e che nell’ira io nomo.
Dalla viltà d’un germe o d’un atomo
vile son nato.
Son scellerato
perchè son uomo;
e sento il fango originario in me.
Si! questa è la mia fè!
Credo con fermo cuor, siccome crede
la vedovella al tempio,
che il mal ch’io penso e che da me procede,
per il mio destino adempio.
Credo che il giusto è un istrion beffardo,
e nel viso e nel cuor,
che tutto è in lui bugiardo:
lagrima, bacio, sguardo,
sacrificio ed onor.
E credo l’uom gioco d’iniqua sorte
dal germe della culla
al verme dell’avel.
Vien dopo tanta irrision la Morte.
E poi? E poi? La Morte è’ il Nulla.
È vecchia fola il Ciel.
Creo en un Dios cruel, que me hizo a su semejanza, y que nombro con ira. De la maldad de una semilla o una partícula, he nacido vil. Soy malvado porque soy un hombre, y siento el barro primordial dentro de mí. Sí. ¡Esa es mi fe! Creo con firme convicción, como una viuda en misa, que el mal que pienso y obro es el cumplimiento de mi destino. Creo que un hombre justo es un actor histrión, en cuerpo y alma, y que todo lo que lo construye es una farsa: lágrimas, besos, miradas, sacrificio y honor. Y creo que el hombre es un juguete del destino injusto, desde la semilla de la cuna hasta los gusanos de la tumba. Después de tanto escarnio, viene la Muerte. ¿Y luego? ¿Y luego? La Muerte es la Nada. El Cielo es una vieja fábula.

Este es el "credo" de Yago, el perverso rival de Otello tanto en la obra de Shakespeare como en la ópera de Verdi. En él toda su rabia, su odio, su impotencia se desbordan dejándonos ver a un ser atormentado y desnaturalizado por la envidia. Él es el instigador de toda la tragedia, de su envidia nacen los celos de Otello, porque no soporta la felicidad de aquellos a quienes odia. 
Tal vez la obra debería haberse llamado "Yago" siendo su tema central la envidia.




martes, 24 de noviembre de 2015

La plegaria de Tosca


Castel di Sant´Angelo, en Roma, donde transcurre el final de la ópera de Puccini "Tosca"


Vissi d'arte, vissi d'amore,
non feci mai male ad anima viva!...


( he vivido para el arte, he vivido para el amor. Nunca he hecho daño a un ser vivo)


Floria Tosca, artista y apasionada amante empieza así su plegaria. El perverso jefe de policía Scarpia ha detenido a su amante Mario Cavaradossi y le ofrece su vida y su libertad a cambio de gozar de su intimidad sexual. Floria se siente asqueada, pero sobre todo, no es capaz de comprender cómo algo tan injusto le ha podido ocurrir a ella, una mujer buena, piadosa, que nunca ha hecho daño a nadie, al contrario, que ha ayudado a todo el que ha podido. Mientras Scarpia da las órdenes para liberar a Mario y evitar que lo fusilen, Floria se arrodilla ante el Dios en el que siempre ha confiado ciegamente y le pregunta:


Nell'ora del dolore, perché,
perché Signore, perché
me ne rimuneri così?


(En la hora del dolor, ¿por qué, por qué Señor, por qué me pagas de esta manera?)


En estos momentos aún cree en Dios, aún cree en que existe algún tipo de fuerza superior en el Universo que de alguna manera impone un orden en las cosas para que haya justicia, para que el que se ha portado bien con sus semejantes sea premiado y el que ha actuado mal sea castigado. Pero el mundo no es así. No hay justicia, Dios no es justo. Tosca ha sido piadosa y temerosa de Dios y ahora este dios (ahora con minúsculas) se lo paga arrebatándole lo que más quiere. ¿Dónde está esa justicia que le habían prometido? ¿Dónde está ese dios que la iba a proteger? ¿En qué creer ahora?
Sin embargo, Tosca seguirá poco tiempo persistiendo en su ingenuidad y esperando de una fuerza ignota una justicia que no llega. Es una mujer fuerte y se rebela ante su destino. No es capaz de dejar que el repugnante Scarpia le ponga la mano encima y mientras se defiende lo apuñala. Inmediatamente se arrepiente y el sentimento de culpa la invade, para simbólicamente rezarle una oración.
Corre a liberar a su amado, creyendo haber engañado al destino. Y de nuevo la engañada es ella, porque lo fusilan ante sus ojos a pesar de que Scarpia le había asegurado que iba a ser una pantomima. Y otra vez más ella se rebela ante la injusticia.
En lugar de entregarse a la resignación, a la Ley que la persigue, comete el acto más impío, más liberador: el suicidio.











sábado, 14 de noviembre de 2015

La extraviada


povera donna, sola,
abbandonata in questo popoloso
deserto che appellano Parigi

(Pobre mujer, sola, abandonada, en este populoso desierto llamado París...)

Son las palabras de Violetta, la Traviata de la ópera de Verdi cuando se encuentra tras una multitudinaria fiesta cara a cara con sus emociones al desnudo.
Esta famosa ópera está basada en la novela "La dama de las camelias" de Alexandre Dumas hijo, una de las obras por excelencia del romanticismo francés.
Violetta es una mujer rechazada por la sociedad hipócrita de la época, una mujer que vive de sus amantes ricos, de su belleza, que sólo ha conocido la miseria y que ha luchado por hacerse un lugar en la vida. Ha llegado a la plenitud de su belleza y de su fama como "cocotte". Todos a su alrededor la adulan y la reverencian, la colman de regalos, solicitan sus favores sexuales, es centro de todas las miradas. Pero ella nos cuenta que se siente sola en esta vorágine de placer sensual a la que se ha abandonado. Cuando escudriña los rincones de su alma se siente sola y todo el oropel de la fama y la belleza no llegan a calentarle el corazón. La única opción es abandonarse al lujo y al placer para adormecer los sentidos y no escuchar esa voz que le recuerda que los brazos que la acarician no le han dado calor en los días aciagos de la enfermedad y el dolor.
Porque Violetta es consciente de que todo es una ensoñación que está a punto de terminar. Está enferma de tuberculosis, la enfermedad mortal omnipresente en la novela del S.XIX, y sabe que va a morir, peor aún, que va a morir sola. Hace pocas semanas ha estado postrada en cama y ninguno de los amantes que ahora la solicitan sin darle respiro ha ido a preguntar por ella ni a consolarla en su padecimiento.
Pero acaban de decirle que un joven un tanto ingenuo, Alfredo, dice amarla con un amor invencible, incluso en los días de su enfermedad. Y no sabe qué hacer ¿seguir adelante con su vida de placeres vanos hasta caer rendida o darle una oportunidad a ese amor?


Amore, che è palpito
dell'universo intero,
misterioso, altero,
croce e delizia al cor

( amor, que es el hálito del Universo, misterioso, extraño, cruz y delicia del corazón)

Pobre Violetta, difícil decisión para alguien como ella. Una mujer sola a la que sólo aprecian por unas virtudes efímeras que está condenada a perder. La belleza la abandonará junto con la salud, y con la belleza la abandonarán sus amantes y el lujo. ¿Por qué no darle una oportunidad al amor?
Alfredo, bienintencionado pero débil hijo de su tiempo, acabará cediendo a las presiones del entorno y abandonándola por ser una prostituta. El amor no es tan fuerte ni puede con todas las barreras.
Violetta acabará muriendo sola y en la miseria más absoluta. La ópera hace una concesión al romanticismo a la vez que nos regala unos instantes musicales impagables y permite que justo antes de la muerte de Violetta los amantes se reencuentren. En la novela, Margarita Gautier/Violetta tiene un final terrible, en el que hasta su fiel servidora la abandona robándole sus últimos objetos de valor.

Una gran historia de soledad que ha sido contada siempre desde el lado del hombre, del deslumbrado Alfredo. La verdadera tragedia es la de Violetta. Alfredo es un joven de clase burguesa acomodada que se enamora de la belleza y la fragilidad de Violetta, pero que no es lo suficientemente fuerte como para permanecer a su lado en los grandes momentos de dificultad que un amor prohibido le impondrá. Su padre insta a la atormentada mujer mediante amenazas a dejar a Alfredo por la inconveniencia social de tal relación. Ella es consciente de que el verdadero ensueño ha sido creer que alguien como ella podía vivir un amor sincero en paz y se retira sabiendo que el joven inexperto y sanguíneo la odiará. Y la odiará y humillará en público, la acusará de haberlo abandonado por otro hombre, le echará en cara su pasado.
La tragedia y la soledad de una mujer contada por hombres.





miércoles, 11 de noviembre de 2015

Zombis

Hace poco, comentando con una amiga lo frecuentes que son ciertas conductas incívicas por nuestras calles, ella sostenía la hipótesis de que estas cosas no se hacen con maldad, sino que quienes tienden a obrar así lo hacen porque no se dan cuenta, que van por ahí sin ser conscientes de lo que hacen, "como zombis".
¿A qué "actitudes incívicas" me refiero? En definitiva, a todo lo que implique generar un trastorno o molestia al otro o al conjunto de la sociedad por falta de observación de normas mínimas de convivencia o de educación básicas, como ir en un transporte público con un móvil con música a todo volumen, conducir de forma agresiva, ir por la calle sin ceder el paso a quien va cargado con las bolsas de la compra,o conductas más graves como agresiones verbales o no ayudar a un amimal herido o abandonado.
Sobre lo que defiende mi amiga, que no hay un fondo de maldad en estas conductas, me temo que no puedo estar de acuerdo. Ojalá fuera tan optimista como ella. Maldad en el sentido estricto de intención directa de dañar al otro, tal vez no. Sólo tal vez. Pero se pone en evidencia algo para mí bastante grave, que es el ignorar las necesidades y los derechos del otro. Esto yo lo considero un tipo de maldad en tanto en cuanto se genera un perjuicio a otra persona o ser vivo por negligencia u omisión. Quizá el hecho de que la forma de vida que llevamos al servicio de un horario, detrás de una meta efímera que se nos escapa de las manos, de un tiempo que se va y que no vivimos nos impida detenernos en el momento en que estamos ahora mismo y mirar alrededor. Mirar alrededor para darnos cuenta de si estamos dando un codazo a alguien que va al lado en el autobús, de si tenemos la televisión a todo volumen y estamos impidiendo conciliar el sueño a un vecino que mañana tiene que madrugar, de si los gritos y las risas que estamos pegando a altas horas de la noche al pasarlo tan bien con nuestros amigos por la calle no pueden perturbar el descanso de alguien, tal vez un enfermo o un niño pequeño. Pero no somos zombis. No somos muertos vivientes; esa excusa no me sirve. Todos tenemos nuestras preocupaciones y eso no nos exonera de observar un respeto y una consideración por el otro. Estamos vivos, vivimos en el mundo, nos rodean seres vivos, y si no los consideramos y los tenemos en cuenta,  ¿en qué nos convertimos?
Si nuestras pequeñas y grandes miserias, que todos padecemos, sirven de excusa para hacernos incapaces de incluir al otro en nuestro universo, realmente no sé dónde está la grandeza del ser humano (en la que no creo, por cierto).
Estamos perpetuando una sociedad inhumana que hasta en los más pequeños detalles se hunde,y no me queda más remedio que pensar que sí que hay cierta maldad en este tipo de comportamientos, como reflejo de una forma de vida basada en la muerte de la humanidad, entendida "humanidad" como la cualidad supuestamente inherente al Homo sapiens de tener al otro en cuenta y respetarlo.
Una sociedad zombi...¿muerta?

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Miradas

Baco se pasa largos ratos mirándome fijamente. Puede resultar inquietante para quien desconozca la experiencia de ser mirado por un animal que te considera parte esencial de su propio universo. Pienso que es su forma de transmitirme que "está" conmigo de forma incondicional e indisoluble, que su mirada se posa en mí porque para él existo de una forma trascendental como una diosa omnipotente que lo alimenta y lo cobija, y tiene el poder de devolverle o no sus miradas amorosas. Hay una unión entre nosotros dos, dos animales, una Homo sapiens y un Felis catus. Una unión de las más especiales que he tenido en mi vida con otro ser vivo. Sé que puede sonar ridículo para algunos, triste para otros. No me importa. Porque no somos más que dos animales que se miran y se cuidan el uno al otro. Sólo eso. Tan grande como eso. 



jueves, 29 de octubre de 2015

Hola, ¿qué tal?

A estas alturas ya todos lo sabemos. O deberíamos saberlo. Cuando nos preguntan cómo estamos realmente formamos parte de un ritual en el que JAMÁS se va a esperar de nosotros que contestemos cómo nos encontramos ni  que hablemos de nuestros sentimientos. Hay que contestar "muy bien, ¿y tú?". Por eso me encanta ese práctico saludo anglosajón que ya de por sí trae una respuesta "How do you do? -How do you do?" y todos tan contentos, sin implicaciones personales, tú con lo tuyo y yo con lo mío, nos hemos saludado, hemos cumplido con el compromiso del contacto no programado con otro humano.
Pero el tramposo "¿cómo te va?" puede llevar a las almas cándidas a suponer que la persona que tiene delante se está interesando sinceramente por su estado, y no simplemente cumpliendo con un convencionalismo social.  No hay un interés genuino  por el otro en esta fórmula estereotipada de saludo. Puedes tropezarte por la calle con un amigo después meses o años sin verlo, y ese "cómo te va" puede llevar a engaño. Lo correcto es decir que estás muy bien, hablar de cuatro trivialidades, tal vez criticar a algún tercero que no se halle presente y por supuesto formular otra promesa vacía: "tenemos que quedar un día". Entiendo que los convencionalismos sociales son eso, pactos para comportarnos entre nosotros de forma previsible para no entrar en un inquietante caos social.
Pero cuando esto ocurre entre personas que se ven a diario, que conviven o que supuestamente se quieren y están para apoyarse, estamos de nuevo ante ese proceso de deshumanización descarnada que va haciendo de esta sociedad en que vivimos un páramo a  nivel emocional y moral.
¿Puede sonar exagerado? tal vez, pero es una pequeña señal que dice mucho. Una señal entre muchas que van dando pistas sobre una forma de relacionarnos cada vez más superficial y con menor implicación emocional. Otra señal muy poderosa, sin ir más lejos, es el tremendo auge de las redes sociales, la forma de relacionarse más superficial que ha existido.
Buscamos lo impersonal, el "me gusta", la falta de implicación personal. Estamos desconectados porque ya ni siquiera hablamos por teléfono de viva voz ni nos podemos contar nuestras vidas cara a cara y en la intimidad, con la fuerza y el apoyo de un abrazo y un hombro sobre el que llorar. Estamos perdiendo la implicación emocional con nuestros amigos, familiares, compañeros, congéneres, y me temo que todo es por comodidad. Sí, porque escuchar al otro y sentir su angustia requiere un esfuerzo, e incluso cierto malestar y no queremos sufrir.
Somos muy hedonistas, vivimos en una sociedad capitalista, todo es desechable, todo se valora en términos de utilidad. alguien que sufre o que tiene problemas es desechable, no lo queremos en nuestras vidas. Valores como la compasión y la solidaridad se ridiculizan porque aparentemente no aportan ninguna ganancia (a niveles no materiales aportan muchísimo, pero es otro tema).
El error de estos planteamientos es que nos olvidamos de que todos somos humanos, que todos somos susceptibles de sufrir, de pasar por un mal momento y por tanto  de necesitar la presencia de un ser compasivo y paciente que nos acompañe cuando nos sintamos mal. Puede que algunos crean que con muchos "me gusta" en facebook puedan suplir el amor genuino, o tal vez con una borrachera en compañía de esos llamados amigos con quienes no puede comunicarse realmente. Pero la soledad está ahí acechando junto a la tristeza y el vacío y  por desgracia de eso no se libra nadie.

Intentemos ser más humanos.






jueves, 15 de octubre de 2015

Por qué un blog sobre la soledad


Día a día observo que nos hacemos más individualistas, que en esta sociedad competitiva y neoliberal del "sálvese quien pueda" cada vez hay más personas solas, abrumadas por el peso de la propia vida. Porque el existir y vivir como humanos en este mundo conlleva presenciar y sufrir injusticias e inmoralidades a veces insoportables y  esos conflictos la mayoría de las veces no ofrecen fácil solución.
Nos van inculcando poco a poco a través del miedo y la impotencia que cada uno tiene que luchar por lo suyo, que lo "normal" es dejar de lado las emociones que nos hacen supuestamente débiles como la compasión y la solidaridad y por lo tanto nos vamos deshumanizando, abandonamos nuestra propia esencia y nos dejamos llevar por esa corriente voraz y hasta cruel...vamos caminando por la vida sin mirar al otro. La gran tragedia de nuestros días es que "el otro" ya no existe, se borra, desaparece, pero a pesar de que no miremos ahí sigue sufriendo ante nosotros aunque creamos que no está.
Quiero llamar la atención sobre el gran peso de la soledad en nuestros días por la falta de reconocimiento del dolor y el sufrimiento ajeno, y eso es lo que me ha movido a emprender esta aventura también solitaria de escribir ante una pantalla de ordenador.
Como humanos todos nacemos solos, vivimos solos, cargamos con una soledad que nos es inherente y de la que intentamos desprendernos encarnizadamente a lo largo de nuestra vida, a veces volviéndonos ciegos a la soledad de los otros y despreciándola en el curso de la batalla contra la propia. Porque no queremos ver lo que nos resulta insoportable y feo y deseamos mirar a otro lado y narcotizarnos para no sentir nuestro propio dolor. Sin embargo ese dolor forma parte de nuestra naturaleza y renunciar a él es renunciar a nuestra humanidad y a las cualidades que nos hacen grandes como especie.
No es mi intención hacer un repaso exhaustivo de los grandes filósofos y pensadores que han escrito sobre este tema, sino compartir mis reflexiones sobre la soledad y todas sus ramificaciones sobre nuestra existencia.
Si con ello puedo aliviar mi propia soledad y acompañar a otros solitarios a quienes el mundo y la existencia en ocasiones les pese más de lo tolerable y no puedan ni quieran cerrar los ojos, me sentiré más aliviada en mi carga.