miércoles, 17 de octubre de 2018

Quiero ser VIP


Cualquiera que por trabajo tenga que tratar con personas y proveer algún servicio, desde despachar pan hasta operar hernias de disco, sabe que la gente tiene tendencia a sobreestimar su propia importancia y a la vez a minusvalorar el trabajo del otro. Esto se llama explotación y es la base de la naturaleza humana.
Siempre hay gente que se siente superior, que cree que merece un trato especial y preferente porque sí, y esa gente siempre genera rechazo en quien tiene que atenderle. Desde quien se cuela en la cola del supermercado hasta quien llega a un servicio de urgencias médicas y se cree que le tienen que atender antes que a los demás y mejor.


Al final esa gente es simplemente maleducada y sin empatía y lo que hace es instrumentalizar a los demás con el fin de conseguir sus propios objetivos. A la altura de un psicópata podemos poner a quien en un hospital le grita a un médico porque lleva esperando muchas horas a que le atiendan sin reparar en que el sistema es quien le hace esperar, no ese trabajador, porque no es más que un trabajador, que no ha parado de atender a personas enfermas con medios precarios en una situación de precariedad.
Y así pasa con todas las personas que tienen que lidiar con personas a las que dan un servicio o asesoramiento. Muchos usuarios, clientes y pacientes tienden a portarse como explotadores despiadados que desprecian la labor y el esfuerzo del otro, y por eso tenemos que mirar cómo nos comportamos para no caer en lo perverso utilizando al que nos sirve la mesa o nos arregla el coche.



Nadie está al servicio de nadie, se trata de realizar un trabajo del que otros son beneficiarios, y si no hay un respeto básico a ese otro caemos en la barbarie. Al final cuando nos comportamos de forma despótica con un trabajador estamos dejando salir una parte sádica nuestra y permitiendo que se desplieguen todas las ansias de maltratar a otro que está en una situación de vulnerabilidad, por frustración de tener que vernos en nuestro horario laboral en esa posición en que nos maltratan otros sádicos frustrados.
Cada vez que pretendemos pasar por delante de otro, que nos den un trato mejor o que nos dediquen más tiempo sin que sea necesario o esté justificado por las circunstancias estamos utilizando de forma egoísta y desconsiderada al que nos atiende. Cada vez que cuestionamos o ignoramos la información o el consejo que nos da un profesional (médico, psicólogo, pastelero, camarero, albañil...) estamos creyéndonos por encima de su formación y su profesionalidad e ignorando el contexto en que tiene que desplegar su actividad laboral esa persona.
Por eso hago un llamamiento para que todos nos respetemos y aprendamos a convivir de una vez y dejemos de querer ser todos merecedores de un trato mejor que el resto de los humanos.



¡Cortesanos, raza vil y rastrera!

Cortigiani, vil razza dannata,
Per qual prezzo vendeste il mio bene?
A voi nulla per l'oro sconviene,
Ma mia figlia è impagabil tesor.
La rendete! o, se pur disarmata,
Questa man per voi fora cruenta;
Nulla in terra più l'uomo paventa,
Se dei figli difende l'onor.
Quella porta, assassini, m'aprite!

Ah! voi tutti a me contro venite …
piange
Tutti contro me! ...
Ah! Ebben, piango … Marullo ... Signore,
Tu ch'hai l'alma gentil come il core,
Dimmi tu ove l'hanno nascosta?
È là ... non è vero? … Tu taci ... ahimè! ...

Miei signori... perdono, pietate...
Al vegliardo la figlia ridate ...
Ridonarla a voi nulla ora costa,
Tutto al mondo tal figlia è per me.
Signori, perdono, pieta ...
Ridate a me la figlia,
Tutto al mondo tal figlia è per me.
Pietà, pietà, Signori, pietà.


Rigoletto, Verdi




(Cortesanos, raza vil y rastrera /¿a que precio vendisteis mi bien?/A cambio de oro nada os repugna,/pero mi hija es un tesoro impagable./Devolvédmela…o esta mano,/aunque desarmada, os podría herir;/nada en la tierra asusta al hombre/cuando defiende el honor de sus hijos./¡Abridme esa puerta asesinos!/¡Ah, todos estáis contra mí!/Sí, lloro,… Marullo… señor,/tú que eres noble de alma y corazón,/dime, ¿donde la han escondido?/¿Está ahí, verdad?/¡Calláis! ¿Por qué?/Señores, perdón, piedad…/devolved su hija a un anciano…/Nada os cuesta devolvérmela,/esta hija lo es todo para mí./Piedad, señores, piedad)




En plena desesperación, con la inmensa sospecha de que su señor y los cortesanos han raptado a su hija, Rigoletto se dirige al palacio del Duque de Mantua. Cuando las dudas se disipan, el bufón reclama, ante la estupefacción de los cortesanos, a su hija. El bufón da paso al padre que busca desesperadamente a la hija que le ha sido arrebatada, y se revuelve contra esos cortesanos a los que hacía reír, abriendo su corazón y dejando salir la rabia el dolor y el amor que siente.
Rigoletto, el bufón que se humilla ante el señor y sus cortesanos dándoles gusto en su vida ociosa e improductiva de nobles renacentistas, se rebela ante la idea de que las bajezas que cometen diariamente contra otros se las hagan a él. Pueden secuestrar y violar a adolescentes para que el señor se entretenga, eso a él no le importa, incluso lo alienta, pero en el momento en que la  afectada es su hija Gilda estalla su ira. Pero no porque le indigne lo que hacen con las chicas o porque tenga una conciencia de clase. No, porque es un egoísta incapaz de amar, parapetado en su disfraz de bufón y su joroba, y cuando atacan a su hija lo atacan a él. Ninguna injusticia le remueve en su nihilismo egoísta, le da igual que violen a otras mujeres o arruinen a otros por capricho, él sólo piensa en sí mismo y en su joroba. Es un ser sombrío y egocéntrico que ha ido amargándose con los años y que finalmente recibe un merecido castigo a su maldad en su pobre e inocente hija, víctima de la lujuria del duque y de la negligencia egoísta de su padre.


A principios de 1851, el teatro de La Fenice de Venecia invitó a Verdi a componer una nueva ópera para ser estrenada allí, en una época en que ya era un compositor bien conocido con un grado de libertad a la hora de elegir las obras que prefería orquestar. Verdi pronto dio con el drama francés Le Roi s’amuse (El rey se divierte), del escritor Víctor Hugo: «Contiene posiciones extremadamente poderosas... El tema es grande, inmenso, y tiene un personaje que es una de las más importantes creaciones del teatro de todos los países y todas las épocas». Era un tema muy controvertido y el propio Hugo había tenido problemas con la censura en Francia, que había prohibido producciones de esta obra después de su primera representación casi veinte años antes (y continuaría prohibida durante otros treinta años). La obra de Hugo representaba a un rey (Francisco I de Francia) como un seductor cínico e inmoral, algo que resultaba inaceptable en la Europa de la Restauración posterior a las guerras napoleónicas.

Desde el principio, Verdi era consciente del riesgo, lo mismo que Piave. En una carta, Verdi escribió a Piave: «Usa cuatro piernas, corre por toda la ciudad y encuéntrame una persona influyente que pueda obtener permiso para hacer Le Roi s'amuse». Incluso el amistoso Guglielmo Brenna, secretario de La Fenice, que les había prometido que no tendrían problemas con los censores, estaba equivocado.
A comienzos del verano de 1850, empezaron a difundirse rumores de que la censura austriaca iba a prohibir la producción. Consideraban la obra de Hugo en el límite de la lesa majestad, y nunca permitirían que una obra tan escandalosa se representara en Venecia. Tres meses antes del estreno llegó de nuevo la censura que vetó el libreto. Para no desperdiciar el trabajo, Piave intentó revisar el libreto y fue incluso capaz de sacar de él otra ópera Il Duca di Vendome. Verdi se manifestó completamente en contra de esta solución y en lugar de ello prefirió negociar directamente con los censores, argumentando cada punto de la obra. El asunto se resolvió gracias a la diplomacia de los administradores del teatro. Brenna, el secretario de La Fenice, ayudó para mediar en la disputa. Se trasladaron a Busseto y allí se pusieron de acuerdo con Verdi y el libretista para que se cambiasen al menos estos puntos: Trasladar la acción de la Corte de Francia a un ducado de Francia o Italia; y cambiar los nombres de los protagonistas inventados por Víctor Hugo.
Verdi aceptó estos condicionantes y el contrato se firmó. Así fue como nació la ópera Rigoletto que hoy se conoce. Verdi se propuso en esta obra conciliar la estructura tradicional del melodrama con la complejidad del protagonista, Rigoletto, y eso no lo pudo cambiar la censura con sus condiciones. El bufón Rigoletto es un personaje verdiano, que se mueve entre el afecto por su hija y el odio por el Duque y los cortesanos. Es exactamente lo que Verdi quería realizar.


Fuentes:
Wikipedia
http://caminodemusica.com/verdi/cortigiani-vil-razza-dannata
http://operamania.es/momentos-memorablescortigiani-vil-razza-dannata/
https://www.melomanodigital.com/rigoletto-giuseppe-verdi/

miércoles, 10 de octubre de 2018

A los incultos científicos

Sabed que la formación estructurada en las instituciones no sólo aporta datos e información, sino comprensión de los fenómenos y pensamiento crítico. Que la universidad tiene mucho que mejorar y mucho que criticar es otra cuestión.



Si no tienes formación sobre una disciplina científica o alguna materia pero por haber hecho una búsqueda en Google te sientes en condiciones de compararte con un experto profesional del tema, eres idiota.

Un idiota colosal, narcisista y frustrado a la altura del señor informático que me dijo que yo por ser médica no sabía más de medicina que él porque tenía acceso a toda la información de Internet.
Si crees que por haber leído algún artículo sobre salud y medicina de andar por casa vas a poder debatir sobre los mecanismos de acción de los antidepresivos y la indicación de los mismos con tu psiquiatra, tu problema no es que tengas un posible o dudoso trastorno mental, es que eres un enteraíllo de mierda y un inculto científico (para lo cual sólo hay dos posibles curas: la humildad o el estudio).


Hablar de diagnósticos sin saber ni papa de Fisiología celular y humana, Biología, Anatomía, Anatomía Patológica, Patología General, Fisiopatología, etc... es como hablar del sexo de los ángeles, es decir, hablar sin fundamento ninguno basándose en lo que un desconocido sin acreditar ha escrito en algún sitio, sea inventado o una paparrucha.
La mayor parte del tiempo en las consultas lo paso rebatiendo falsas creencias sobre la enfermedad, la salud, los tratamientos y los medicamentos que traen los "im-pacientes" imbuidas por medios de comunicación y desinformación. Y no pasa nada, forma parte de mi trabajo, pero lo que no es aceptable es que se minusvalore tanto la formación de años y la experiencia de una profesional cualificada de forma sistemática. El pensamiento crítico no es eso. El pensamiento crítico incluye la humildad sobre la propia ignorancia y el respeto a quien ha demostrado unas capacidades y competencias profesionales. ¿O es pensamiento crítico ir a un iletrado en medio de la montaña a que te cure el cáncer? ¿O creerse todos los bulos de internet con sus correspondientes atribuciones paranoicas y conspiranoicas de todo lo que la propia ignorancia no puede explicar?
Por mi parte, cero tolerancia a los incultos científicos que pretenden sentar cátedra de cazurrismo.


viernes, 5 de octubre de 2018

El fin de la amistad frente al amor romántico

En nuestra sociedad actual damos mucha más importancia a las relaciones de pareja y a todo lo que les rodea, y las personas que no estamos emparejadas ni creemos en la pareja como forma de vida lo sabemos muy bien.

Siempre una persona con pareja va a supeditar todo a su emparejamiento y a sus hijos, en caso de tenerlos, y eso no tiene por qué ser ley natural. Ya se han analizado bien en profundidad en este blog todos los aspectos cuestionables de la familia nuclear occidental y del amor romántico, y de lo limitantes y dañinos que resultan en el desarrollo y en los vínculos sociales de las personas.
Quienes no nos sometemos a estas normas sociales también pagamos un alto precio por ello, porque las personas a las que queremos suelen formar parte de una pareja o familia nuclear, lo que nos exlcuye de la mayoría de los aspectos de sus vidas.
El precio de no creer en el sistema y de cuestionarlo son la soledad y la exclusión.


En esta sociedad la amistad es algo accesorio y secundario, algo prescindible y que ante la pareja queda totalmente eclipsada.
Y el error es que la amistad es absolutamente necesaria, es la base de todas las relaciones entre humanos, porque la amistad es la primera consecuencia del amor en su amplio sentido y a partir de allí se construyen todas las demás relaciones humanas, del tipoque sean. El amor no se construye solo, no está basado en la nada o sólo en la atracción sexual. El amor, en toda la extensión de la palabra, es amistad. Y de igual modo que ninguna amistad puede salir adelante si no hay amor entre los amigos, ningún amor puede sobrevivir a la falta de amistad.
El problema es que en este contexto social confundimos "amor" con "amor romántico y/o sexualidad" y "amistad" con tener un conocido o un grupo de conocidos con quienes compartir una actividad o afición. Así, las relaciones humanas se van vaciando de contenido y se quedan en una cáscara hueca. Tengo miles de amigos en redes sociales, amo a esa persona con la que convivo y tengo hijos, pero en el fondo el vínculo y el afecto son circunstanciales y muy tibios.


No podemos vivir sin amigos, no podemos pretender llenar todos nuestros vacíos con un solo humano al que nos sentimos vinculados tal vez por amor pero sobre todo la mayoría de las veces por la obligación y la presión social. Eso sí que es soledad, y no la de quienes decidimos no convivir con una pareja. No hay peor soledad que la que no se reconoce.

De ahí que vivamos en mundo de proyecciones, de imágenes, de narcisismo ante una pantalla y no de un verdadero intercambio entre seres que se miran a la cara y al interior. Yo con mi pareja, mis hijos, mi casa, mi familia, mi, me conmigo. Y lo demás es accesorio y sobra porque me hace salir del ensimismamiento de mi vida socialmente aceptada y libre de autorreproches.


lunes, 1 de octubre de 2018

La timidez, qué es y de dónde viene.

La timidez es una sensación de incomodidad que experimenta la persona cada vez que se expone a situaciones sociales y que le impide disfrutar de sus relaciones y desarrollar sus habilidades interpersonales. Es una emoción o sensación de malestar.
Analizando el término desde una perspectiva etimológica, podemos decir que procede del concepto latino "timidus", que significa "temeroso". 

Detrás de la timidez se esconde un sistema de pensamiento muy severo en donde cualquier gesto de los demás puede ser interpretado negativamente. Esto significa que la timidez no responde a una situación específica sino fundamentalmente a un pensamiento negativo sobre sí mismo.
Se considera una pauta de comportamiento que limita el desarrollo social de quienes lo experimentan dentro de su vida cotidiana. No es una enfermedad, aunque si no se controla o modera puede llegar a ser patológico. 
La timidez puede variar su intensidad de unas personas a otras. Habrá personas que simplemente se sientan incómodas en algunas situaciones sociales como estar en grupos grandes o tener que hablar en público pero pueden desenvolverse en sociedad de una manera que no interfiere con su vida. Para otras, la timidez puede ser limitante a nivel laboral, académico, social y/o de pareja. En casos extremos, las personas pueden llegar a sentirse aterrorizadas ante cualquier situación social. Este terror puede llegar a paralizarlas, causar sudoración y temblores y ataques de ansiedad. Estos casos extremos son los que se diagnostican como fobia social.

Es importante saber diferenciar entre carácter introvertido y timidez. La introversión es una característica de personalidad que no tiene por qué suponer un problema. La persona introvertida se relaciona poco con los demás porque lo elige, por lo que no le provoca ninguna complicación ni sufrimiento. La persona tímida desea relacionarse pero no lo hace porque no puede y eso le provoca ansiedad, frustración e insatisfacción.
Aunque algunos especialistas consideran la timidez como un rasgo de personalidad que podría tener una base genética y que no puede cambiarse, hay otros muchos que piensan que es una respuesta aprendida desde niños y que, por lo tanto, puede variar. Las técnicas y tratamientos utilizados para vencer la timidez y que han demostrado su eficacia, apuntan que esta segunda opción es más adecuada.


Para Renny Yagosesky, escritor y orientador conductual, la timidez puede entenderse como una condición innata predisponente a la introversión social, o como una respuesta psicofísica aprendida, de intensidades variables, asociada con la expectativa de evaluación social negativa. Se manifiesta con cambios cognitivos, afectivos y conductuales, y que tiene como características asociadas, ansiedad, incomodidad vincular, estrés, inhibición expresiva, y tendencia a contactos interpersonales erráticos. Cuando es intensa o muy frecuente, suele estar acompañada de alteraciones psicosomáticas. 
La visión neurológica afirma que la timidez puede surgir y sostenerse por la modificación cerebral que causa la repetición de un comportamiento. Esto indicaría que pensamientos, emociones y hábitos reconfiguran áreas de nuestro cerebro y condicionan ya neurológicamente nuestras conductas futuras. Una de las formas más comunes de timidez es la que aparece frente a grupos, y que es mejor conocida como "fobia social".
La etapa clave en la que aparece la timidez es entre los cinco y los siete años de edad. En ese momento se manifiesta como miedo a uno mismo. Posteriormente, durante la adolescencia, se vuelve un mecanismo sistematizado; esto se debe a que el individuo tiene una mayor consciencia de sí mismo y comienza a actuar en consecuencia para conseguir una imagen favorable entre las personas con las que se relacione. En la timidez se produce un desdoblamiento del individuo: por un lado, el yo observador; por el otro, el yo actor. Este último es el que realiza una acción premeditada, cuyo objetivo es generar una opinión positiva en los que lo escuchan. De este modo el individuo consigue proyectar en los otros el concepto que él mismo tiene de sí mismo de una forma irónica y generalmente amenazante.



La tendencia suele ser que el tímido sobrevalore y tema el resultado de la opinión que otros tengan sobre él o sus acciones, lo que detona un círculo vicioso de ansiedad e inhibición que tienden a crecer si no se resuelve la causa de la reacción o si no marca una distancia prudencial con el estímulo o agente.
Denominamos "inhibición" a la una dificultad para poder manifestarse en el mundo exterior (para modificar la realidad según el propio proyecto de vida). Hay personas inhibidas en ciertos aspectos de la vida como el amor, el trabajo, el estudio, el sexo, y que, sin embargo, no presentan esa característica en otras áreas. Una característica propia de la inhibición muchas veces tiene que ver con que no acompaña a este estado ningún afecto, no se siente necesariamente triste ni abatido. La inhibición tendría que ver principalmente con la "no ejecución de tareas", con un "estancamiento" en la vida.




El conflicto del tímido se relaciona con sensaciones de inseguridad y/o vergüenza hacia la exteriorización franca de algún componente de su personalidad (justamente en situaciones en que algo de sí mismo quedó al descubierto ante la mirada de los demás). La timidez viene con la sensación de estar incurriendo en alguna acción incorrecta, indecorosa. Si la inhibición tiene que ver con un no-hacer algo que se debería realizar para sentirnos más plenos con nuestra propia vida, la timidez se emparenta con un "quedar al descubierto" sin poder defenderse exitosamente. 
Cabría preguntarse si acaso la timidez y la vergüenza realizan la misma contribución, cuando podría pensarse que no son idénticas entre sí.  Si en la vergüenza el acento recae sobre el avergonzado de modo directo frente al sentimiento de sentirse mirado, en el pudor es precisa una condición suplementaria: que el otro actúe una forma de transgresión (incluso cuando dicho acto no sea más que la realización de un deseo). De este modo, el asco (el ataque al pudor) es un efecto de la presencia ante un modo de satisfacción en el otro, un supuesto goce en el Otro, que no puede reconocerse como propio. En la vergüenza, en cambio, la división del sujeto tiene la dimensión de lo" in fraganti", de una revelación súbita de la intimidad, en la que es sorprendido un goce escondido o un deseo inesperado. En este punto, la vergüenza es un indicador de la presencia del deseo, como lo demuestran el rubor, bajar la mirada, en definitiva, no saber detrás de qué esconderse, cuando el sujeto se siente mirado desde todos lados.


La presencia del otro no necesariamente requiere de su presencia física. Uno puede avergonzarse ante una fotografía, un sueño, o ante el recuerdo de ideales instalados desde la infancia. Vergüenza ante la idea de quedar mal, de no conseguir lo que uno se propone, de no lograr lo que esperan de nosotros… El juicio y la mirada ajena están siempre presentes, y pueden manifestarse en soledad.

La timidez y la vergüenza pueden derivar fácilmente en inhibiciones, como se ha mencionado, es decir, en limitaciones o imposibilidad para realizar determinada tarea o enfrentar alguna situación. La persona transcurre su vida inhibida con el objetivo de evitar la vergüenza, y así l aparición de la ansiedad. De esta manera encontramos personas estancadas, en reserva, o siempre tanteando, ensayando y evaluando garantías antes de dar un paso en la relación con los demás.


La timidez es resultado de una serie de inseguridades que remiten a componentes íntimos de la personalidad. Aquello que atemoriza y genera ansiedad en la persona con timidez, suele relacionarse con aspectos no reconocidos/aceptados de la forma de ser.
El sujeto con timidez suele atribuir a los demás cosas que no poseen, perdiendo de vista los propios atributos que lo singularizan. Aquello que proyecta en los otros es la propia mirada negativa que recae sobre sí, ya que no posee fundamentos reales para sostener que toda la gente podría tener una mala concepción sobre su persona. No podemos agradar a todo el mundo, del mismo modo en que no nos agradan por igual todas las personas; e incluso hay seres que nos desagradan. Lo esencial a retener es que la persona tímida proyecta y generaliza percepciones internas.
A diferencia del miedo a lo desconocido, la timidez se refiere a un miedo a lo conocido pero no valorado de sí mismo. En este sentido, la timidez disfraza y oculta lo más auténtico de cada uno; transformando situaciones que podrían ser agradables en un verdadero calvario.

Para vencer la timidez, será cuestión de flexibilizar el sistema severo de pensamiento que critica, compara, juzga sin cesar. Por otra parte, es necesario quebrar el imaginario que dice que los demás son mejores y están en condiciones de calificarnos. En realidad, todos tenemos la labor de enfrentar distintas dificultades, por este motivo ninguna persona estaría en condiciones de evaluar la personalidad de nadie.  Hay que recordar que cualquiera puede hacer el ridículo en público, pues “nadie es perfecto”.
Pero lo principal será reconocer lo singular que nos caracteriza y valorarlo por encima de cualquier tipo de comparación o evaluador externo. Dejar de tener miedo de mostrar, compartir o intercambiar lo que somos, ya que si actuamos desde un lugar de autenticidad la mirada de los otros pierde relevancia.





Fuentes:
https://definicion.de/timidez/
http://www.latimidez.com/superar-timidez-grupos
wikipedia
http://marcelococholilopsicoanalista.blogspot.com/2011/06/timidez-e-inhibicion-dificultades-para.html
https://www.pagina12.com.ar/88330-el-goce-del-vergonzoso
https://psicologoscordoba.org/timidez-verguenza-e-inhibicion/
http://psicologapaulalucero.blogspot.com/2016/02/vencer-la-timidez.html