lunes, 28 de diciembre de 2015

Un baile de máscaras

Che ti resta, perduto l’amor –
Che ti resta, mio povero cor!
...
Su, coraggio – e tu fatti di pietra,
Non tradirmi, dal pianto ristà:
O finisci di battere muor,
T’annienta, mio povero cor!




(qué te queda, perdido el amor / qué te queda, mi pobre corazón / ... /Vamos, coraje, hazte de piedra / no me traiciones, abandona las lágrimas / deja de latir o  muere / ¡anúlate, pobre corazón mío!)

En la ópera de Verdi "Un ballo in maschera" la protagonista Amelia se ve obligada a renunciar al hombre al que ama por respeto a un matrimonio impuesto. Debe mandar hacer a su corazón lo que es correcto según las convenciones sociales (anúlate, pobre corazón mío), aunque eso signifique vivir una vida vacía, sin esperanzas y sin sentido para ella.
La encontramos en el momento en que, desesperada ante el futuro de desamor y soledad que le aguarda, recurre a una hechicera que le indica que beba de unas hierbas que la harán dejar de sentir el amor que le da sentido a su vida. Ella duda. No sabe si es peor dejar de amar y por tanto dejar de ser ella misma que sufrir el dolor de la pérdida.
Es un dilema al que todos nos hemos enfrentado, el ser o no ser. El dolor de la pérdida del yo o la comodidad de amoldarse a lo que es socialmente aceptable. En general se nos vende la máscara, las bondades de asimilarnos a la mayoría y no hacernos notar. Es bueno no ser diferentes y no romper las normas de lo que está bien visto. Sin duda es un camino cómodo, confortable, lleno de facilidades y que se suele recorrer acompañado y con el consentimiento de todos nuestros congéneres.
El atreverse a ser diferente, a desafiar lo socialmente aceptable es muy duro. Hay que estar dispuesto a afrontar una soledad implacable, la incertidumbre, la desaprobación, el rechazo.
Vivimos en un baile de máscaras.




jueves, 24 de diciembre de 2015

Saturnalia

Es difícil en estos días del año no pensar en las fiestas "paganas" de las que se dice que provienen las Navidades. Las Saturnales eran unas fiestas romanas que se daban a finales de diciembre en honor al dios Saturno y que solían celebrar como se celebran todas las fiestas en cualquier rincón del mundo a lo largo de la historia: comiendo, bebiendo y haciendo ruido.También había celebraciones en los templos, igual que en Navidad, pero por supuesto eso siempre ha sido lo de menos.
Es curioso que en todas las culturas el Homo que se dice sapiens por dos veces (sapiens sapiens... ) celebre cualquier efeméride, evento o logro de la misma primitiva manera: comiendo y anulando sus facultades mentales (si es que las posee, según el individuo). No hay manera más animal de comportarse.
Recurrir a los placeres más primarios y menos sofisticados es lo que más nos gusta, sin duda, y si además podemos realizarlo sin inhibiciones morales a través de una agradable intoxicación etílica, cannábica o del tipo que se estile en la cultura de turno, mejor que mejor. Eso nos habla de lo poco elevado de la naturaleza del Homo sapiens sapiens, nos recuerda que somos un animal más que se ha endiosado por el discutible mérito de poseer un poco más de corteza cerebral, de la que renegamos en cuanto tenemos a mano algún psicotrópico que la anule.
Eran más sinceras esas fiestas paganas, sin demasiadas pretensiones espirituales, que consistían en adorar al dios Pan o a Saturno directamente bebiendo y participando en orgías.
Además, se iban al bosque y no vomitaban y vociferaban en tu calle de madrugada.



viernes, 18 de diciembre de 2015

Una guirnalda de rosas siderales


¡La Muerte! Yo la he visto. No es demacrada y mustia 
ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia. 
Es semejante a Diana, casta y virgen como ella; 
en su rostro hay la gracia de la núbil doncella 
y lleva una guirnalda de rosas siderales. 
En su siniestra tiene verdes palmas triunfales, 
y en su diestra una copa con agua del olvido. 
A sus pies, como un perro, yace un amor dormido. 

 Coloquio de los centauros - Poemas de Rubén Darío

martes, 15 de diciembre de 2015

Viaje a Ítaca


Ítaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

C. P. Cavafis



Constantino Kavafis (Konstantinos Petrou Kavafis. Alejandría, Egipto;29 de abril de 1863 – 29 de abril de 1933) fue un poeta griego, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna. Trabajó como periodista y como funcionario, y publicó relativamente poco en vida, aunque tras su muerte su obra cobró paulatinamente influencia.
A los siete años de edad, a raíz de la muerte de su padre quien había perdido una  inmensa fortuna, su madre se trasladó con la familia a Liverpool donde el poeta estudió hasta los dieciséis años, escribió sus primeros poemas, convirtió el inglés en su segunda lengua y se familiarizó con los escritos de Wilde, Shakespeare, Browning y otros escritores de la época.
Es el poeta más importante de Grecia en el siglo XX,  y uno de los líricos más influyentes de la poesía moderna. Su poemas son generalmente concisos, y van desde  íntimas evocaciones de figuras literarias y de ambientes referentes a la cultura griega, hasta el carácter moral,  los placeres sensuales, la homosexualidad y la nostalgia.

Desarrolló un estilo individual que pulsó una nueva cuerda lírica no sólo para Grecia, sino para toda Europa. Se mantuvo ajeno a las influencias de las principales corrientes de la literatura griega contemporánea. En sus evocaciones del pasado Griego y, sobre todo, Helenístico, mezcló reflexión, sensualidad e ironía, y les dio la solidez y la variedad que encontró en su propio entorno cosmopolita. Escribió mucho, pero publicó poco, un total de unos 200 poemas. Su producción más importante es posterior a 1810, por lo cual dijo alguna vez: "I am a poet of old age" (expresión ambivalente que une "Soy un poeta viejo" y "Soy un poeta de la antiguedad"). Su lengua fue una extraña mezcla del refinado y pomposo griego heredado de los bizantinos, el kazarévusa, y el demótico, o lengua hablada. Su estilo es relajado, casi conversacional, es realista y evita la imaginería exagerada. Para honrar el coraje y el carácter toma sus ejemplos de la historia, la religión y la política. Su manejo dramático del material le permite entrar en extraños recesos del alma, pero su escepticismo no es mórbido y su poesía no pregona la futilidad de la vida."  
(Enciclopaedia Britannica, edición 1971; traducción: J.B.)



martes, 1 de diciembre de 2015

El credo de Yago

Credo in un Dio crudel che m’ha creato
simile a sè e che nell’ira io nomo.
Dalla viltà d’un germe o d’un atomo
vile son nato.
Son scellerato
perchè son uomo;
e sento il fango originario in me.
Si! questa è la mia fè!
Credo con fermo cuor, siccome crede
la vedovella al tempio,
che il mal ch’io penso e che da me procede,
per il mio destino adempio.
Credo che il giusto è un istrion beffardo,
e nel viso e nel cuor,
che tutto è in lui bugiardo:
lagrima, bacio, sguardo,
sacrificio ed onor.
E credo l’uom gioco d’iniqua sorte
dal germe della culla
al verme dell’avel.
Vien dopo tanta irrision la Morte.
E poi? E poi? La Morte è’ il Nulla.
È vecchia fola il Ciel.
Creo en un Dios cruel, que me hizo a su semejanza, y que nombro con ira. De la maldad de una semilla o una partícula, he nacido vil. Soy malvado porque soy un hombre, y siento el barro primordial dentro de mí. Sí. ¡Esa es mi fe! Creo con firme convicción, como una viuda en misa, que el mal que pienso y obro es el cumplimiento de mi destino. Creo que un hombre justo es un actor histrión, en cuerpo y alma, y que todo lo que lo construye es una farsa: lágrimas, besos, miradas, sacrificio y honor. Y creo que el hombre es un juguete del destino injusto, desde la semilla de la cuna hasta los gusanos de la tumba. Después de tanto escarnio, viene la Muerte. ¿Y luego? ¿Y luego? La Muerte es la Nada. El Cielo es una vieja fábula.

Este es el "credo" de Yago, el perverso rival de Otello tanto en la obra de Shakespeare como en la ópera de Verdi. En él toda su rabia, su odio, su impotencia se desbordan dejándonos ver a un ser atormentado y desnaturalizado por la envidia. Él es el instigador de toda la tragedia, de su envidia nacen los celos de Otello, porque no soporta la felicidad de aquellos a quienes odia. 
Tal vez la obra debería haberse llamado "Yago" siendo su tema central la envidia.