jueves, 12 de diciembre de 2019

Feminismo y transexualidad

A raíz del comunicado emitido por el partido feminista de Lidia Falcón hace poco se ha desatado una polémica en las redes sociales que ya se venía gestando hace bastante tiempo.
En este comunicado se arremete contra las personas transexuales y el movimiento LGTB+ partiendo del discurso que la niña trans Elsa dio en el parlamento de Extremadura. Viene a decir que la transexualidad es una patología y que las personas trans no se pueden incluir en el feminismo además de llamar a los gays "alquiladores de úteros" y referirse al movimiento LGTB+ como "lobby gay".


Para empezar, resulta preocupante que un partido feminista se dirija al movimiento LGTB+ como "lobby gay" y patologice la  transexualidad, utilizando términos alarmantemente similares a los que utilizan la Iglesia Católica y la ultraderecha. Pero no nos precipitemos, ¿habrá quizás un motivo que justifique este lenguaje? Al menos es lo que yo, que no soy experta ni académica en feminismos aunque haya leído bastante, me planteo.


Sé desde hace tiempo que existe un movimiento dentro del feminismo radical que intenta alertar y prevenir sobre ciertos personajes que se autodenominan "transexuales" pero que resultan ser señores disfrazados que intentan de forma perversa y sádica colarse en espacios femeninos o no mixtos con intenciones oscuras, tales como cárceles de mujeres, vestuarios, etc...
Está claro que estos personajes no son transexuales ni representan a la totalidad de este colectivo, y que hay que señalarlos y mantenerlos a raya. Lo que no me cuadra es que se intente justificar a través de la existencia de estos mamarrachos el ataque a una minoría tan desprotegida y oprimida como son los transexuales. Sé que el feminismo radical defiende la abolición de los roles de género y que a nivel teórico la transexualidad para este pensamiento sería algo ilógico, o como suelen repetir "una manera de perpetuar y ridiculizar los roles de género" y que el movimiento trans "quiere suprimir a la mujer como sujeto político del  feminismo". Como no me siento lo suficientemente preparada a nivel teórico y de lecturas para entrar en estas cuestiones y rebatirlas, simplemente voy a hablar de lo que yo pienso y de mi experiencia.

Yo me he movido en grupos en redes sociales de lo que se viene a llamar "TERFs" o "feministas radicales transexcluyentes", y si bien aunque nunca llegué a asimilar su discurso, me empecé a sentir muy incómoda por las burlas e insultos duros y crueles que hacían hacia las personas queer, transgénero y transexuales, amparándose en que estos colectivos también las agredían por las redes sociales.

Al final me he dado cuenta de que estos ataques tan duros y desagradables por ambas partes no tienen nada que ver ni con el feminismo ni con las reivindicaciones de los transexuales. Me da la impresión de que se trata de una batalla dialéctica estéril en la que se trata de imponer por la fuerza los argumentos propios sobre el "enemigo" y, sobre todo, humillar y generar polémica entre sus miembros. En resumen, creo que es una lucha de egos entre personajes que destacan en las redes sociales con muchos seguidores y aduladores y que no tienen interés ninguno por debatir realmente.

Yo misma me he visto envuelta sin buscarlo en disputas de este tipo. Por ejemplo, poner un comentario a un post de contenido transexcluyente diciendo "me parece una falta de respeto burlarse del movimento LGTB+ llamándolo "LGTHJKÑ" y acusándolo de defender y promover los vientres de alquiler y la prostitución" y recibir un aluvión de respuestas agresivas, burlas, exigencias de que razone lo dicho y lo argumente, llamándome alienada, ignorante, tonta, misógina, que qué pasa con las mujeres asesinadas (¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Los derechos de las mujeres NO son incompatibles con los de los trans, por mucho que quieran hacer ver que no es así) y más. Personalmete resulta desagradable que te acusen de tantas cosas falsas e injustas, pero no llega a ser más que un síntoma de en qué se ha convertido todo esto: una excusa para discutir e insultarse, lo que se llama en política "divide y vencerás".



¿Qué se gana con todo esto? Si al menos el debate de las cuestiones más teóricas y técnicas fuera civilizado y sin carga de odio por ninguna de las partes, algo podría aportar pero sólo a nivel teórico. Porque la práctica y la realidad es que independientemente de lo que pensemos y creamos, las personas transexuales existen y han existido siempre en todas las sociedades y que han sido marginadas y discriminadas por ser lo que son, asesinadas, agredidas, negadas, tratadas como enfermas mentales, empujadas a la prostitución como medio de vida en muchos casos y a tasas de suicidio que llegan hasta al 45% y con esperanza de vida bajísima.
Ante esta realidad y ante el hecho de que tienen la necesidad de sufrir el duro y largo proceso de transicionar, no podemos mirar a otro lado y elucubrar oscuras teorías negacionistas de su realidad y de su sufrimiento.




lunes, 2 de diciembre de 2019

Sobrecarga y hostilidad

Ya hemos hablado en este blog sobre el burnout y sus causas y consecuencias, pero hoy me gustaría ahondar en un sentimiento que aparece en el trabajador sobrecargado: la hostilidad hacia el sistema, la empresa y el usuario que tiene delante. 

Del latín hostilitashostilidad es la cualidad de hostil, que indica una actitud provocativa y contraria, generalmente sin motivo alguno, hacia otro ser vivo. Actitud social de resentimiento que conlleva respuestas verbales o motoras implícitas. 
La hostilidad es un sentimiento mantenido en el que se dan lugar el resentimiento, la indignación, la acritud y la animosidad. Es una actitud cínica o negativa acerca de la naturaleza humana en general. Y en situaciones puntuales puede llegar al rencor y la violencia, aunque lo más frecuente es que la hostilidad sea expresada en modos muy sutiles, que no violen las normas sociales. La hostilidad implica creencias negativas acerca de otras personas, así como la atribución de que su comportamiento es antagónico o amenazador para nosotros. La atribución hostil se refiere precisamente a la percepción de otras personas como amenazantes y tienden a producir reacciones agresivas contra ellas. Sin embargo, hostilidad  no coincide con agresividad. La primera es un estado en que se desea herir y provocar daños y dolor a un objeto, mientras que la segunda implicaría solamente la presencia de una fuerza o potencia que precisa ser canalizada.



Realmente cuando un trabajador, en concreto del ámbito sanitario, se encuentra sobrecargado como ocurre casi siempre en el sistema de salud de nuestro país, es natural que aparezcan sentimientos de ira y rabia. Estos sentimientos que inicialmente tienen como objeto al sistema, o a un jefe inmediato, tal vez a un compañero que se las arregla para trabajar menos generando un agravio comparativo, y que suele cristalizarse en un sentimiento de hostilidad más o menos manifiesta hacia el trabajo mismo.

En este caso, a mi parecer y según lo visto, sería hostilidad como percepción del usuario/paciente como un ente amenazante, no per se, sino por lo que representa de carga de trabajo inasumible y de responsabilidad apabullante que de alguna forma supone un daño al yo del trabajador sobrecargado y sin fuerzas ni motivación para asumir esa carga de trabajo y de preocupación que representa el pobre usuario que tiene delante. Aquí es importante recordar que hablamos de un sentimiento de hostilidad casi siempre inconsciente e inconfeso, que genera malestar, estrés, ira, ansiedad y depresión. Podría tal vez no ser hostilidad en el sentido de que desee realizar un daño al objeto de esta, sino más bien en tanto que se percibe como amenaza para la conservación de la integridad del yo y como una actitud de resentimiento hacia el entorno contra el que uno se defiende de forma precaria.  
Como esos sentimientos de hostilidad no se pueden manifestar de forma violenta, lo más usual será encontrar profesionales quemados que presentan actitudes de "indignación, desprecio y resentimiento" en la consulta, que realmente tienen como objeto al sistema perverso que le genera una sobrecarga demoledora. 



Teniendo en cuenta que estos sentimientos de frustración y de rabia hacia la institución también los presentan los usuarios con mucha frecuencia, estos también se muestran hostiles hacia el profesional a través de actitudes agresivas como insultos, quejas, amenazas, hiperdemanda, falta de puntualidad y de cumplimiento, falta de respeto al profesional y hasta agresiones físicas que se producen cada vez con más frecuencia.
 Nos encontramos a dos afectados por el mismo problema, la sobrecarga del sistema sanitario: profesional y usuario, enfrentados en una escalada de hostilidad mutua, más velada en los profesionales que en los otros, sin sentido. 

Porque el objeto es el sistema, y es hacia el mismo hacia donde se debe dirigir toda esa energía. Pero tal vez la perversión del mismo lo que finalmente busque sea este enfrentamiento infructífero que no lleva a nada y que produce más dolor y tristeza.