martes, 26 de septiembre de 2017

Blas Infante y el andalucismo

"Mi nacionalismo, antes que andaluz, es humano. Creo que, por el nacimiento, la naturaleza señala a los soldados de la Vida el lugar en donde han de luchar por ella. Yo quiero trabajar por la Causa del espíritu en Andalucía porque en ella nací. Si en otra parte me encontrare, me esforzaría por esta Causa con igual fervor".
"El problema andaluz es lisa y llanamente una cuestión de hambre". 
"Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo".

Blas Infante Pérez de Vargas nació en la localidad malagueña de Casares el 5 de julio de 1885. Su padre fue Luis Miguel Infante Andrade, licenciado en Derecho y secretario del Juzgado de Casares, y su madre, Ginesa Pérez de Vargas, procedía de una familia de labradores de clase media. Estudió bachillerato en las Escuelas Pías de Archidona hasta 1899. Cuando por vacaciones regresaba a Casares instruía a los jornaleros en los campos, pues había mucho analfabetismo. Los Infante sufrieron la crisis económica derivada del desastre de 1898. Era una época inestable y convulsa con revueltas debido a las malas cosechas. Andalucía estaba inmersa en una profunda y total regresión debido a la crisis económica y social,  produciéndose un éxodo de nuestra población hacia otros lugares, debido a que nuestros recursos eran casi exclusivamente agrícolas. Apenas podíamos competir con el exterior, porque además el sector industrial y energético escaseaba habiendo fracasado la industrialización. Por ello, Blas tuvo que dejar el colegio y el último curso de bachillerato lo hizo por libre. Desde 1900 trabajó como escribiente en el juzgado de Casares, al tiempo que estudiaba por libre en la facultad de Derecho de la Universidad de Granada, a la que viajaba en los meses de junio y septiembre para examinarse, finalizando la carrera en 1906. Los apuntes se los suministraba su amigo, el poeta Alberto Álvarez de Cienfuegos, perteneciente a una familia granadina muy conocida, que luego fue miembro de la Asamblea Andalucista de Córdoba en 1919.

En 1909 aprobó una oposición, tras la cual ejerció como notario en Cantillana a partir de 1910. Este destino le permitió entrar en contacto con el ambiente intelectual sevillano y con las ideas regionalistas andaluzas, especialmente con los miembros del Ateneo de Sevilla. Reforzó su conocimiento de las gentes de Andalucía ejerciendo su función de notario en otras localidades, como Isla Cristina, donde trabajó durante la década de 1920.
En 1913, asiste al primer congreso Georgista en Ronda, donde expone las necesidades andaluzas fundándose la revista Bética. En 1914 ofrece en el Ateneo de Sevilla su ideal andaluz. Y a partir de ese momento lidera el movimiento andalucista y en 1916 crea y preside el Centro Andaluz de Sevilla y otros centros en diferentes lugares, siendo el órgano expresivo la revista Andalucía.Al observar las condiciones de vida de los jornaleros andaluces quedó fuertemente impresionado, llegando a escribir años más tarde: "Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo" El pensamiento político de Blas Infante se mostró como heredero de los movimientos republicanos y federalistas de la España del siglo XIX, que se basaban en defender la existencia de Andalucía como región española diferenciada del resto. Su objetivo era conseguir la reconstrucción de Andalucía, para obtener la regeneración de España.
Publicó La Sociedad de las Naciones en 1919.​ También escribió Motamid, último rey de Sevilla (1920), Cuentos de animales (1921) y Almanzor.
En 1924 viajó a Marruecos, donde visitó la tumba de Motamid en Agmat y conoció a sus supuestos descendientes. Algunas fuentes sostienen que el 15 de septiembre de 1924 se convirtió al islam mediante la shahada, en una pequeña mezquita de Agmat, adoptando el nombre de Ahmad. Los testigos del acto por el que Infante se habría reconocido musulmán fueron dos andalusíes nacidos en Marruecos y descendientes de moriscos: Omar Dukali y otro de la kabila de Beni-Al-Ahmar.​ Sin embargo, su familia no cree en esta supuesta conversión al islam de Blas Infante. En una entrevista publicada por los diarios del Grupo Joly, su hija, María de los Ángeles Infante niega su filiación islámica.​ Christiane Stallaert, citando a José Luis Ortiz de Lanzagorta, sostiene que no se convirtió al islam, y que se habría caracterizado por el deísmo y el anticlericalismo.​

Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera rechazó colaborar con ella, por lo que en represalia fueron clausurados los Centros Andaluces fundados por él en 1916, así como la editorial de la revista Andalucía como plataforma del andalucismo político. En 1921 publicó La dictadura pedagógica. En 1928 viajó a Galicia para reunirse con los ideólogos del galleguismo, llegando a participar en la revista galleguista denominada Nós. Durante estos años también viajó por Portugal. En 1930 dio una conferencia política en la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga, donde ensalzó al pueblo andaluz y su historia. En 1931 participó en la candidatura del Partido Republicano Revolucionario a las elecciones generales.
Con la proclamación de la República en 1931 se hizo cargo de la notaría de Coria del Río, donde se construyó una casa que llamó Dar al-Farah (en árabe "Casa de la Alegría") inspirada en la arquitectura de Al-Ándalus​ y encargándose personalmente de su decoración.
Blas Infante presidió la Junta Liberalista de Andalucía (JLA) y volvió a presentarse a distintas candidaturas por el Partido Republicano Federal. Sin embargo, no consiguió representación parlamentaria. Los puntos esenciales de su campaña política fueron: el repudio al centralismo frente a un federalismo, la solución al caciquismo, la reforma del complicado sistema electoral, de la economía y de la justicia, la libertad de enseñanza, de matrimonio, etc.

Blas Infante formó parte de la masonería aunque se desconoce aún su nombre simbólico y grados alcanzados. Sus primeros contactos con la Orden se remontan a 1915 y en concreto con la Logia Isis y Osiris, dirigida por su amigo Diego Martínez Barrio. En 1925 consta su participación en el acto de inauguración y consagración del Templo de la Logia Redención n° 16 de Ayamonte (Huelva). Ya durante la II República y de regreso en Sevilla perteneció -al menos desde abril de 1932- a la Logia Fe y Democracia n° 22, dependiente de la Gran Logia Española y en cuyo cuadro figuraban algunos de los principales directivos de la izquierda sevillana de aquellos años, como Pedro Vallina (CNT), Carlos Cuerda (Partido Social Revolucionario), Justo Feria (Partido Republicano Democrático Federal), etc.
En 1931 publicó el libro La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía, que critica fuertemente la manera de actuar de la República y relata el boicot al que fue sometida su candidatura andalucista en las elecciones. En esta obra, su postura se radicaliza en la definición del "Estado libre de Andalucía".

A pesar del boicot anterior se presentó de nuevo en las elecciones de noviembre de 1933 por Málaga, dentro de una coalición llamada Izquierda Republicana Andaluza formada por el Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) y por la Izquierda Radical Socialista, candidatura que fracasó y supuso una notable desilusión para Infante.
En 1933 propuso que la melodía del canto religioso Santo Dios, un himno que cantaban segadores de algunos pueblos andaluces a la salida o a la puesta del sol, fuera el Himno de Andalucía,​ cambiándole la letra por un texto suyo. Este himno, junto con la bandera y el escudo elegidos en la Asamblea de Ronda de 1918, son actualmente los símbolos oficiales de Andalucía, según el artículo 6.2 del Estatuto de autonomía de Andalucía de 1981, reformado en 2007.
En enero de 1933 se aprobó en la Asamblea de Córdoba un Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Autonomía de Andalucía, con la intención de someterlo a referéndum. En 1935 visitó a Lluís Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña, que estaba preso en el Penal de El Puerto de Santa María junto a miembros de su gobierno.

Tras las elecciones de 1936, con la victoria del Frente Popular, el movimiento andalucista recobró fuerzas. Durante la Asamblea de Sevilla celebrada el 5 de julio de 1936 se aclamó a Blas Infante como presidente de honor de la futura Junta Regional de Andalucía. A los pocos días, se produjo el golpe militar que inició la Guerra Civil Española. Varios falangistas le detuvieron en su casa de Coria del Río y fue fusilado, sin juicio ni sentencia, junto a otros dos detenidos el 11 de agosto fue fusilado por las fuerzas de Queipo de Llano , en el kilómetro 4 de la carretera de Sevilla a Carmona, gritando dos veces seguidas antes de morir: ¡Viva Andalucía Libre!.​ Cuatro años más tarde, el Tribunal de Responsabilidades Políticas, creado después de la guerra, le condenó a muerte y a sus herederos a una multa económica, según el documento de 4 de mayo de 1940 escrito en Sevilla:
[...] porque formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931 y en los años sucesivos hasta 1936 se significó como propagandista de un partido andalucista o regionalista andaluz.

Pasando a su legado, se conoce como andalucismo político a las distintas corrientes y movimientos políticos que tienen en común una preocupación por la identidad andaluza y que reivindican la existencia de un pueblo andaluz y la necesidad de que este alcance su autogobierno. Dentro del andalucismo político se distinguen distintas tendencias, principalmente el regionalismo andaluz, el nacionalismo andaluz y el andalucismo islamizante. Según algunas fuentes, los precedentes del andalucismo político se sitúan en el siglo XIX, con el desarrollo del cantonalismo en Andalucía. Asimismo se usa la denominación andalucismo histórico para el andalucismo político del primer tercio del siglo XX.
El nacionalismo andaluz es la posición ideológica que defiende el reconocimiento de Andalucía como una nación. Abarca un amplio espectro de opinión, desde partidarios del confederalismo dentro de España, posturas autonomistas o posturas abiertamente independentistasSi bien es cierto que, históricamente y actualmente, el nacionalismo andaluz tiende a identificarse más bien con la izquierda, ya que no surge con los objetivos propios de los nacionalismos europeos del siglo XIX, sino que encuentra sus orígenes en el federalismo y el anarquismo
En 1912 el diario sevillano El Liberal abre información pública sobre la necesidad de la existencia político-regional de Andalucía, lanzándose la idea de una Asamblea Andaluza, provocando gran actividad en el Ateneo de Sevilla. Paralelamente en Ronda se celebraba el I Congreso Internacional de Economistas Fisiócratas, donde acude y hace su primera intervención pública Blas Infante. En 1915 Infante publicó El Ideal Andaluz, convirtiéndose así éste en líder de facto y en coordinador del movimiento andalucista en los años posteriores, hasta su asesinato en agosto de 1936.

Con la dictadura de Primo de Rivera, instaurada en España tras el golpe de Estado de septiembre de 1923, tanto el nacionalismo andaluz como el resto de movimientos y corrientes políticas quedan proscritos, por lo que desciende considerablemente la actividad política de los andalucistas.Sin embargo, no es hasta la Asamblea de Córdoba de 1919 donde el andalucismo político se postura a favor de la abolición de los poderes centralistas y por una Federación Hispánica, y define además a Andalucía claramente y sin ambigüedades como «realidad nacional» y «patria». La última reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía, realizada en 2007, se remite a este manifiesto para justificar la expresión «realidad nacional» que aparece en el preámbulo del mismo. Además, Blas Infante está reconocido oficialmente por la Junta de Andalucía y por el Congreso de los Diputados como «Padre de la Patria Andaluza».

Tras la llegada de la República el 14 de abril de 1931, el nacionalismo andaluz en su mayoría percibe que puede acercarse el momento de la ansiada autonomía. Blas Infante, principal dirigente del movimiento nacionalista, encabeza varias candidaturas de izquierda. En 1933 se publicaron las bases de un Estatuto de Autonomía para Andalucía, que se esperaba fuese aprobado y entrase en vigor en el verano de 1936. No obstante, al igual que otros proyectos autonomistas como el de Galicia, se vio interrumpido por el estallido de la Guerra Civil Española.
Durante la dictadura del general Francisco Franco el nacionalismo andaluz quedó prácticamente reducido al ostracismo debido a la fuerte represión política que el régimen ejercía sobre toda idea que no comulgase con el nacional-catolicismo imperante. No obstante, a partir de la década de 1960, principalmente en Sevilla, empiezan a resurgir ciertos sectores (principalmente de la pequeña burguesía intelectual) que tratan de recuperar el legado de Blas Infante y del movimiento nacionalista de las primeras décadas del siglo XX.

A partir de 1975 tiene lugar el último momento de efervescencia del nacionalismo andaluz, producto de la realidad socio-económica de Andalucía y el debate autonómico. Como han señalado los estudiosos en el tema, la emigración masiva de andaluces desde la década de 1960 hasta la recuperación económica (últimos estudios los cifran en 2 millones) hacia España y Europa fue uno de los factores decisivos en este impulso andalucista por dos razones: la económica, ya que decenas de miles de familias andaluzas fueron conscientes de la gran contradicción entre la potencialidad de su región (territorial, demográfica, agrícola, etc.) y su realidad de pobreza y subdesarrollo. El otro factor que propició la emigración forzada fue de carácter socio-cultural, ya que por primera vez estos andaluces tuvieron conciencia de su propia identidad cultural diferenciada a la de otros territorios como Madrid, Cataluña o el País Vasco. Según el catedrático de Antropología de la Universidad de Sevilla, Isidoro Moreno:
En Sabadell, Colonia o Bruselas, los trabajadores procedentes de las diversas comarcas y pueblos andaluces no se han sentido emigrantes a secas, ni tampoco básicamente sevillanos, cordobeses, granadinos o almerieneses, sino sobre todo, andaluces: miembros de una colectividad definida por su subdesarrollo y dependencia, que están en la base de la propia necesidad de emigrar, pero también por unas características culturales, por unas actitudes, por unas formas de expresar la expierencia, por una identidad, en suma, que ha modelado a un pueblo específico: el andaluz.
Desarrollo y bloqueo del nacionalismo andaluz

Por otro lado tenemos la cuestión autonómica, que privilegiaba a las consideradas como "regiones históricas", es decir: Cataluña, el País Vasco y Galicia, adquiriendo la autonomía en su máxima expresión y por la vía rápida, esto es, mediante el artículo 151 de la Constitución Española de 1978. Así, el pueblo andaluz, viéndose que quedaba fuera de esta opción, fue consciente del agravio comparativo que se iba a producir dando lugar a regiones de primer y segundo orden. La reacción de la población andaluza fue tajante e inmediata, convocándose en octubre de 1977 una comisión de parlamentarios andaluces para sentar las bases del futuro proyecto autonómico. Semanas después, el 4 de diciembre, en todas las ciudades importantes de Andalucía y también en Barcelona (donde se concentraba una importante comunidad de emigrantes andaluces) se vivió una jornada de apoyo a dicha comisión que lanzó a la calle a un millón y medio de andaluces, aproximadamente. En la ciudad de Málaga, el joven Manuel José García Caparrós murió a consecuencia de un disparo por parte de la Policía mientras enarbolaba una bandera de Andalucía.

Desde este día hasta la aprobación en referéndum del Estatuto de Autonomía en diciembre de 1981, se vivirá en Andalucía un momento de efervescencia identitaria que impregnaría el ámbito cultural y político de la sociedad andaluza de la época. Posiblemente, la jornada más importante de este período sea el 28 de febrero de 1980, día en el que el Estatuto de Autonomía fue sometido a referéndum y que hoy es reconocido como Día de Andalucía. No obstante, desde el nacionalismo andaluz se reivindica como "Día Nacional de Andalucía"' el 4 de diciembre, debido a los sucesos antes descritos.

Fuentes:
Wikipedia
Por José Salguero Duarte (elplural.com)
http://www.historiadeiberiavieja.com/secciones/personajes/blas-infante-padre-patria-andaluza

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Viva VERDI!

Durante la época de la unificación de Italia, en los territorios administrados por el Imperio Austro-húngaro en la península italiana empezaron a verse pintadas aparentemente “musicales” en las paredes de muchas ciudades: "Viva V.E.R.D.I.!" pero no era más que una treta para engañar a los ocupantes austríacos. También era un grito que se empleaba para aclamar al rey de Piamonte-Cerdeña. Su significado era "¡Viva Vittorio Emmanuele Re D'Italia!". Mientras que las autoridades austríacas creían que se refería al gran compositor, Giuseppe Verdi, en realidad era un grito nacionalista a favor de la unión de todos los territorios italianos bajo el mando del rey piamontés. 


Giuseppe Verdi

El Risorgimento fue el movimiento de resurgimiento nacional de Italia, que apareció a principios el siglo XIX, cuyo objetivo era la unidad del país, en esos momentos bajo dominio e influencia de las grandes potencias europeas. Sus principales inspiradores fueron Giuseppe Mazzini, periodista, político y activista, que fundó el grupo Joven Italia en 1831, y que fue apodado como “El alma de Italia”; Giuseppe Garibaldi, militar y político y el conde de Cavour, ministro del Piamonte. La monarquía de Saboya, que reinaba en Cerdeña y el Piamonte, y era el Estado italiano más poderoso, lideró este proceso de unificación.
Giuseppe Garibaldi (1807 - 1882) quien al mando de los Camisas Rojas, conquistó el Reino de las Dos Sicilias (sur de Italia) lo entregó al rey piamontés. Por el hecho de ser el primer rey de una Italia unida y por ser muy popular en la población, Víctor Manuel II fue apodado el "Padre de la Patria" (Padre della Patria). En un esfuerzo por mantener la continuidad dinástica, y a pesar de ser el primer Rey de Italia, el soberano conservó el número "II" ordinal bajo el cual había gobernado como Rey de Cerdeña. Esta decisión generó malestar en los recientemente unificados territorios del sur.
Cuando hablamos de la Unidad de Italia, sin embargo, deberíamos especificar “bajo el reinado de los Saboya” que, por cierto, no llegaron a mantener su posición en el trono ni un siglo, puesto que lo perdieron tras la Segunda Guerra Mundial, el 2 de junio de 1946, cuando el pueblo italiano, liberado del fascismo, en su primer sufragio optó por la actual república.



En este contexto, encontramos una circunstancia muy especial: el papel que la Ópera va a jugar como medio de expresión del nacionalismo italiano en las figuras de Verdi y Rossini principalmente, transformándose en un vehículo de expresión del pueblo, calando hondo en los ánimos populares y civiles. Muy en concreto, la obra de Giuseppe Verdi se convirtió en seña de identidad de la Italia del siglo XIX. Las óperas que compuso a lo largo de su dilatada carrera –como "Nabucco" o "Don Carlos"– se convirtieron en uno de los principales estandartes del proceso de unificación italiana.


El rey Vittorio Emmanuele II

Nacido en 1813 en el pequeño ducado de Parma –por entonces bajo dominio napoleónico– y muerto en Milán en 1901 –centro económico de la recién unificada Italia–, pocos artistas han sido tan glorificados en vida por sus compatriotas como lo fue Verdi. Y eso casi desde el principio, pues en 1846, cuando sólo tenía 33 años, su fama y el éxito de sus óperas ya daban para que el escritor Benedetto Bermani publicara una biografía suya. 

El coro de los esclavos de la ópera "Nabucco" de Verdi, estrenada en 1842, en pleno dominio austriaco, fue considerado por los italianos como un canto contra la opresión extranjera que vivían. Lo sigue siendo y se ha convertido en un símbolo del nacionalismo en Italia. Cuando se representa la ópera en los teatros italianos el público lo suele escuchar en pie y terminar con el grito ¡Viva Italia!.



“¡Vuela pensamiento, con alas doradas,
pósate en las praderas y en las cimas
donde exhala su suave fragancia
el aire dulce de la tierra natal!
¡Saluda a las orillas del Jordán y a las destruidas torres de Sión!
¡Ay, mi patria, tan bella y abandonada!
¡Ay recuerdo tan grato y fatal!
Arpa de oro de los fatídicos vates [adivino, poeta],
¿por qué cuelgas silenciosa del sauce?
Revive en nuestros pechos el recuerdo,
¡háblanos del tiempo que fue!
Canta un aire de crudo lamento al destino de Jerusalem,
o que te inspire el Señor una melodía
que infunda virtud al partir.”
La segunda ópera de Verdi, "Un giorno di regno", estrenada en La Scala de Milán a comienzos de 1940, había sido un fracaso absoluto. Su corazón estaba roto por las recientes muertes de su mujer e hijos a causa de una meningitis, por lo que Verdi tenía sus facultades mermadas.
De este modo, cuando en un día de invierno de 1841, el empresario Giovanni Merelli le insistió para que aceptara poner música a un libreto del poeta Temistocle Solera, Verdi, al llegar a apartamento, tiró el manuscrito sobre la mesa. Afortunadamente, como él mismo contaría años después, «el libro se abrió en la caída y, sin saber cómo, di un vistazo a la página que yacía abierta tras de mí; tan sólo leí una línea, Va, pensiero, sull’ali dorate, pero desde ese preciso instante no pude alejar el Nabucco de mi cabeza». Verdi leyó tres veces la obra esa noche, «por lo que por la mañana conocía entero el libreto de Solera desde el fondo de mi corazón». El texto de Solera ahondaba en las vicisitudes padecidas por el pueblo judío bajo el poder despótico del tirano Nabucodonosor. Cualquier italiano podía leer entre líneas: el pueblo judío no era otro que el italiano, y Nabucodonosor un símbolo de la tiranía del Imperio austríaco.




Un año después, el 9 de marzo de 1842, el Nabucco se estrenaba en el teatro La Scala de Milán. Fue un éxito rotundo, llegando a ser representada en su primer año hasta 64 veces. Con Nabucco, Giuseppe Verdi consiguió enfervorecer el orgullo patrio de los espectadores, especialmente en el tercer acto, con el «coro de los esclavos judíos», cuyos emocionantes versos musicados –Oh mia patria sì bella e perduta– quedaron grabados a fuego en el imaginario colectivo. Y es que pocos coros han sido tan cantados y mitificados en vida de su autor como lo fue este, que se difundió rápidamente por toda Italia y se convirtió en el himno no oficial de los revolucionarios.
Desde Nabucco, Verdi tomó conciencia de la responsabilidad de su esta posición, pues los encargos florecieron, pero también la censura y la persecución. Afortunadamente, Verdi contó con la protección de la condesa Maffei y el círculo liberal que ella misma lideraba en Milán.
Al poco de estrenarse su siguiente ópera, I Lombardi alla prima crocciata (1843),Verdi tuvo el primer encontronazo con la censura austríacaEl cardenal y arzobispo de Milán Gaetano Gaisruk escribió una carta al jefe de policía en la que denunciaba el contenido de la ópera y amenazaba con escribir al emperador, Fernando I. Al día siguiente, la policía imperial comunicaba a la compañía que I Lombardi no podía ser representado en La Scala ni en ningún otro teatro imperial, a menos que se modificaran algunos pasajes. Ante la rotunda negativa del compositor a cambiar ni una nota de lugar –«Se dará así o no se dará de ninguna otra manera», dijo Verdi–, el propio jefe de policía aceptó no tocar ninguna nota de la partitura, pues «no seré yo quien corte las alas a este joven genio».



Verdi también intervino políticamente. En 1859 representó a su ciudad natal, Busseto, en la asamblea que decidió la anexión libre del ducado de Parma al poderoso Piamonte. Asimismo, a instancias de su ministro Cavour, Verdi aceptó convertirse en diputado del primer parlamento italiano, cargo que ostentó de 1861 a 1865, año en que se retiró para dedicarse de nuevo a su carrera musical. Cavour insistió y, finalmente, el huraño Maestro no tuvo más remedio, a regañadientes, que aceptar su candidatura y elección de senador. Fue otra astucia política, con la intención de que el primer gobierno ganara en respeto, confianza y credibilidad popular. Verdi tenía que sentarse en el senado. Afortunadamente pudo continuar dedicándose a sus dos actividades preferidas: la finca de Santa Ágata y mantenerse como un prolífico compositor.



Multitudinario entierro de Verdi en Milán

Fuentes:
Wikipedia
http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/giuseppe-verdi-el-idolodel-risorgimento-italiano_7754/3
http://www.operaworld.es/viva-verdi-apuntes-de-historia-italiana/

viernes, 15 de septiembre de 2017

El odio nos hace humanos


"Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros".
Hermann Hesse 
"No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior".
Friedrich Nietzsche
"El odio del contrario es el amor del semejante: el amor de esto es el odio de aquello. Así, pues, en sustancia, es una cosa misma odio y amor".
Giordano Bruno
“La experiencia enseña que para la mayoría de los seres humanos existe un límite más allá del cual su constitución no puede obedecer al reclamo de la cultura. Todos los que pretenden ser más nobles de lo que su constitución les permite, caen víctimas de las neurosis; se habrían sentido mejor de haberles sido posible ser peores.” 
Freud




El odio es un sentimientos asociado con la parte más oscura del ser humano. Frecuentemente está vinculado con la destrucción, con el mal, por lo que nos suele costar abordarlo en su complejidad y totalidad. Es un sentimiento inherente al ser humano y está presente en todas las vinculaciones que tenemos con los objetos del mundo, muy ligado al amor y casi indisociable del mismo. 
Algunos filósofos han ofrecido definiciones del odio. Descartes ha visto el odio como la conciencia de que algo está mal, combinada con un deseo de retirarse de él. Spinoza definió el odio como un tipo de dolor que se debe a una causa externa. Aristóteles ve el odio como un deseo de la aniquilación de un objeto que es incurable por el tiempo. Por último, David Hume cree que el odio es un sentimiento irreductible que no es definible en absoluto.​ Suelen considerar al odio como lo opuesto al amor.
Centrándonos en el psicoanálisis, que suele ofrecer explicaciones profundas y para mí satisfactorias en estas cuestiones, Sigmund Freud define el odio como un estado del yo que desea destruir la fuente de su infelicidad.

Profundizando en la teoría freudiana existen dos variedades de pulsiones, las de vida y las de muerte (Eros y Tanatos). El Eros o pulsión de vida comprende las pulsiones sexuales genuinas así como la pulsión de autoconservación. La energía de estas pulsiones es la libido, encargada de investir objetos, de buscar la reunión, la síntesis y con ello lograr la conservación de la vida. Las llamadas pulsiones de muerte o Thanatos se exteriorizan como pulsión de destrucción o de apoderamiento, mientras otra parte, que permanece en el interior del organismo, nos es ocultada. No podemos pensar las pulsiones de vida separadas de las de muerte, están íntimamente ligadas desde el comienzo. Así como Eros lucha por la conservación de la vida, las pulsiones de muerte laboran en el sentido contrario, quieren hacer retornar al organismo a un estado anterior. Las pulsiones de vida buscan la unión, la síntesis, el ligar libidinalmente los componentes para la consecución de la vida. En tanto que las pulsiones de muerte trabajan en pos de la descomposición, la disgregación, la separación de la materia. La pulsión de muerte se exterioriza a través de la pulsión de destrucción, y ésta no tiene una voluntad propia, no piensa, no siente, es una fuerza que sólo procesa a su manera, o sea, disgregando, separando, desarticulando todo lo que toca.
¿Qué es lo que guía a la pulsión de destrucción? Freud aquí es claro: la pulsión de destrucción es guiada por el odio. Dice: “...nos contenta mucho que podamos pesquisar en la pulsión de destrucción, a la que el odio marca el camino, un subrogado de la pulsión de muerte, tan difícil de asir”.

Eros

El odio y el amor no parten de algo común, no son el lado bueno y malo de una misma cosa, como se piensa, sino que sus orígenes son diversos y cada uno de ellos tiene desarrollos particulares. El odio es más originario que el amor, surge en reacción del narcisismo originario frente al mundo exterior. Desde el primer momento que nos relacionamos con el mundo éste nos aparece como hostil; de él nos vienen los estímulos que perturban la estabilidad del aparato psíquico, por ello en un comienzo coinciden lo odiado, el mundo exterior y los objetos.


El odio parte del yo, es el yo quien odia a todo aquello que le procura una sensación displacentera y arremete contra ello sin ningún tipo de miramiento: “El yo odia, aborrece y persigue con fines destructivos a todos los objetos que se constituyen para él en fuente de sensaciones displacenteras, indiferentemente de que le signifiquen una frustración de la satisfacción sexual o de la satisfacción de necesidades de conservación. Y aún puede afirmarse que los genuinos modelos de la relación de odio no provienen de la vida sexual, sino de la lucha del yo por conservarse y afirmarse”.
Hace referencia a la conservación del yo en tanto instancia psíquicaEntonces, podría ser que la lucha por conservarse y afirmarse, sea la lucha contra aquello que ponga en jaque la propia identidad, es decir, alguna de las identificaciones o rasgos de carácter del yo, o contra aquello que pueda derivar en el resquebrajamiento del propio ideal. En este sentido, el odio se dirigiría contra lo que hace peligrar alguno de los aspectos de esa conformación con el objetivo de eliminarlo, ya que la desestabilización en este caso viene dada por el temor a la pérdida de algo que cree propio.

Thanatos
Ejemplificándolo, el yo odia al que me hace ver que no soy tan fantástico como pensaba, al que desmiente mi gentileza y amabilidad, al que me devuelve la opacidad de mi ser. Emerge cuando el yo siente peligrar su grandiosidad.
Llevado por el odio, el yo emprende una auténtica investigación, un análisis exhaustivo de ese a quien está dirigido. De pronto el otro se transforma en el enemigo, y es a quien se dedica la máxima atención. El yo toma notas de lo que dice, de lo que hace. Evalúa sus fortalezas y debilidades. Lo observa para saber cómo piensa, cómo siente. Sigue con su mirada inquisitiva la mirada del otro, lo desnuda en su ser. Entregado a la pulsión de destrucción, el yo desgrana, descompone al otro en partes con la crueldad de un niño que despieza un grillo.
En esta línea y llevado al extremo, el odio es altamente destructivo. Sin embargo, en otro aspecto, si observamos la modalidad con la que procesa y trabaja, advertimos que en verdad lo que realiza es un análisis exhaustivo del objeto o la situación que vive como amenazantes.
Así pues, el odio es un mecanismo de autoconservación a ultranza del yo, que se fija en el objeto con especial énfasis y atención para destruirlo y combatirlo, lo cual lo convierte en una herramienta muy útil para deshacernos de lo que sentimos como amenaza. Al fin y al cabo, el odio es algo más básico que el amor, es más fácil odiar que amar, es más fácil destruir que construir, el yo primitivo odia, pero no ama.
Odiar nos hace los monstruos humanos que somos.



Fuentes:
Wikipedia
https://www.epbcn.com/textos/2014/01/el-odio-y-sus-despliegues-algunas-particularidades/http://www.consultabaekeland.com/p/es/psicoanalista-madrid-blog/que-son-el-odio-y-el-amor.phphttps://experienciafreudiana.wordpress.com/2014/12/02/psicologia-del-odio/

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Andaluzofobia vs catalanofobia

"Andalucía, que no ha mostrado nunca pujos ni petulancias de particularismo; que no ha pretendido nunca ser un Estado aparte, es, de todas las regiones españolas, la que posee una cultura más radicalmente suya". "Es, por ventura, el pueblo más viejo del Mediterráneo -más viejo que griegos y romanos".
Ortega y Gasset
Las cigarreras, Gonzalo de Bilbao

El término que se usa para denominar el desprecio a lo andaluz es “andaluzofobia”. 
El pensamiento y el discurso andaluzófobos son tan frecuentes en toda España como no reconocidos, por interiorizados y normalizados. No hay un cuestionamiento del tema, y si se menciona en ciertos ámbitos se minimiza y hasta se niega, al tiempo que se ridiculiza el acento andaluz y se tacha al andaluz de gracioso, vago e ignorante.

Ejemplos de andaluzofobia en declaraciones de políticos catalanes de la historia reciente:

"El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (…) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad"Esto escribió Pujol en su libro «Immigració, problema i esperança de Catalunya», de 1958, y reeditado en 1976. 



El Plan de Empleo Rural y los subsidios agrícolas han sido tema recurrente en Cataluña para atacar a Andalucía. Josep Antoni Duran i Lleida, de CiU, espetó en plena campaña electoral en octubre de 2011 que los agricultores andaluces reciben el subsidio para pasar el día en el bar. «Cataluña –dijo– no está justamente tratada en materia de aportación fiscal al Estado. Mientras los payeses catalanes no pueden recoger la fruta por los bajos precios, en otros sitios de España con lo que damos nosotros de aportación al Estado, reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo».
En otras ocasiones es el habla andaluza motivo de mofa.
En 2011, Artur Mas, entonces president de la Generalitat, tuvo la ocurrencia de decir que «los niños en Sevilla, Málaga o Coruña hablan castellano, pero a veces no se les entiende».
En otra ocasión, en 2009, la diputada del PP en el Parlamento catalán Monserrat Nebrera, se burló del acento andaluz de la que fuera ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. Primero dijo que la ministra tenía un acento que parecía «un chiste». Luego amplió el argumento para añadir que el acento le parecía «chulesco y atragantado, agigantado en su incomprensibilidad por el hecho de ser andaluz y, por tanto, rápida»
Otro dirigente de ERC, Joan Puigcercós, dejó también constancia de sus críticas a Andalucía como táctica para defender a Cataluña. Puigcercós afirmó en noviembre de 2010 que una Cataluña independiente generaría «más oportunidades» económicas, algo que actualmente ve imposible porque «tenemos a la Agencia Tributaria instalada en casa, mientras que Madrid es una fiesta y en Andalucía no paga impuestos ni Dios».

Los socialistas anunciaron que presentarán una iniciativa de reprobación en el Parlamento andaluz al candidato de CiU por sus declaraciones «intolerables e injustas» hacia la Comunidad. Para el portavoz del PSOE-A, Mario Jiménez, estas afirmaciones suponen «un ataque para el Gobierno andaluz», al que «ha ofendido y se ha dirigido en tono insultante directamente contra una consejera del Gobierno andaluz».
También desde su cuenta personal de Twitter, el presidente del Partido Popular de Andalucía, Javier Arenas, pidió al catalán que muestre «respeto» hacia Andalucía y le instó a mirar «los cientos de miles de andaluces que han ayudado a levantar Cataluña». «Las ideas no son superiores por insultar a los demás», sentenció Arenas. El líder regional de IU, Diego Valderas, tildó la actitud del dirigente catalán como «injusta, insolidaria y xenófoba» con los jornaleros andaluces.




Ahora, dada la proximidad del referéndum independentista del 1 de octubre se habla mucho de catalanofobia. Existe un sentimiento de aversión hacia este pueblo por parte de mucha gente en España en relación con todo el procés y más que nada basado en la información que nos inunda por parte de los medios de comuniación mayoritarios. Más bien diría yo que no es un odio o desprecio a lo catalán y al catalán, sino un sentimiento de hastío y muchas veces de impaciencia ante la tendencia victimista de cierto sector del independentismo que ha difundido ideas como que "Espanya ens roba" y que pueblos más desafortunados y olvidados desde siempre por ese estado español vivimos de ellos.
También es cierto que el debate entre independentistas y españolistas está cada vez más encendido y es menos racional, y a veces encuentro la utilización de ciertos argumentos por parte de ambas facciones más radicales muy lamentables.
Pero lo preocupante es que hay que tener mucho cuidado con hacer cualquier crítica en redes sociales al proceso independentista... te lloverán insultos, descalificaciones, serás acusada de ser mentirosa, te insultarán directamente, te dirán que haces propaganda fascista y no sé cuántas cosas más.

Se puede hablar de catalanofobia, se argumenta con este concepto hasta la saciedad y se victimiza al pueblo catalán que no dudo que ha sido reprimido, pero si yo reivindico el concepto de andaluzofobia que en mi propia experiencia vital experimenté muy marcada y duramente en los años que viví en Cataluña, se me acusa de mentir y de hacer propaganda fascista, a la vez que soy una pobre ignorante cegada que no ve la manipulación que los medios hacen sobre mi debilitado intelecto no independentista.
No hablemos de la historia de Andalucía, del ninguneo y el olvido sistemático que ha sufrido esta tierra, de la no inversión en tejido industrial por parte del gobierno central, de la cantidad de emigrantes que se tuvieron que marchar, de los jornaleros... ¿para qué?


Voy a contar una única anécdota que me parece muy ilustrativa. Yo fui a trabajar a la provincia de Tarragona en sanidad, y un día tuve que hablar con otra profesional de origen catalán a propósito de un usuario. Esa otra profesional desde el primer momento utilizó un tono prepotente y despectivo conmigo, y cuando yo le contesté siempre desde la profesionalidad que según mi criterio su decisión no era adecuada empezó a descalificarme como persona y por mi acento. Le contesté que no iba a seguir hablando con ella y que me dijera su nombre para poder localizarla y su respuesta fue "no te voy a decir mi nombre porque no eres capaz de pronunciarlo bien" y me colgó. Esta una anécdota entre muchas, pues repetidamente escuché la retahíla de que los andaluces somos "vagos, borrachos y ladrones" y hasta varias veces tuve que oír que aquí no trabaja nadie y que vivimos todos del PER que ellos nos pagan. Sí, la mayoría de la gente era razonable y normal, pero me encontré con estos comentarios con demasiada frecuencia, lo que indica una andaluzofobia sistémica de la que nadie dice nada porque no conviene.

Así pues sigamos insistiendo en que no existe la andaluzofobia en Cataluña y en el resto de España, en menospreciar las experiencias que ha tenido cada una desde el sitio en que le ha tocado vivir y ser, en no querer ver las imperfecciones propias, en verse a uno mismo como una víctima de opresiones que otros no pueden sufrir "porque no, porque yo lo digo y punto" y sálvese quien pueda.

Después de esto, repito: estoy a favor de que Cataluña se independice si eso es lo que quiere la mayoría de catalanes y además admito que no es asunto mío ni del resto de España. Yo como andaluza hablo de lo que a mí me afecta y de lo que yo he vivido.
Y esta es una muestra de mi experiencia de andaluzofobia vivida en Cataluña, por si a alguien le aporta algo.
Y no recibo subvenciones de ningún fascista.


PD: Me comentan por ahí que este post se pude interpretar como una forma de "desprestigiar al movimiento independentista", cosa que me deja boquiabierta. Por 2 motivos:

1-Un miserable blog personal que sólo leen 4 amigas no puede desprestigiar a nadie. Hay que sentirse un poco ombligo del mundo para creerse atacado por alguien que lleva una humilde cruzada personal contra la andaluzofobia (que, repito, se da en toda España, ojo, no sólo en Cataluña) hace tiempo sólo porque hay que vender una imagen de un pueblo catalán sufridor y noble. Mi experiencia fue en Cataluña, hace años que está en marcha el proceso independentista, ¿y eso implica que yo estoy haciendo una campaña de desprestigio? Seamos serios...
2-Intentar anular e invisibilizar una opresión, aunque sea tan despreciable y poco importante como la andaluzofobia para magnificar la propia, está un poco feo... ¿acaso hay opresiones de primera y de segunda? ¿Es preciso mandar a callar a todos los que hemos tenido experiencias negativas en aras del prestigio de un proceso independentista? Si el proceso se sostiene por sí mismo, por su intrínseca legitimidad, aguantará cualquier crítica que se le pueda hacer (en este caso constructiva).

Y mi experiencia en esa tierra fue nefasta, no lo niego, me duele cada cosa que  me dijeron, lo diré mil veces y no lo callaré. Pero no me hace desearle el mal a esa tierra y a quienes viven allí. Sólo me interesa visibilizar la andaluzofobia y dejar claro que hay luchas que no son tan nobles como las pintan. El fin no justifica los medios, y desprestigiar al pueblo andaluz para ensalzar a otro pueblo es vil.

MI blog es mi voz, no es más que eso. Ni menos.
Dicho esto, que vengan a llamarme fascista imperialista. No me afectará.