miércoles, 30 de noviembre de 2016

Platero y yo

Platero y yo es una narración de Juan Ramón Jiménez que recrea poéticamente la vida y muerte del burro Platero. Se convirtió en la obra más popular del poeta, escrita en una espléndida prosa, que suavemente lleva al lector a través de un cuidadoso retablo de imágenes poéticas que nos conducen desde la presentación de este borrico hasta su muerte y su ascensión al cielo de Moguer: «Platero, tú nos ves, ¿verdad?».
La primera edición se publicó en 1914 (Ediciones de la lectura), y en 1917 se publicó la edición completa, compuesta por 138 capítulos (Editorial Calleja, Madrid). Era un texto adulto, aunque por su sencillez y transparencia se adecuara a la imaginación y al gusto de los niños. Algunos capítulos encerraban una cierta crítica social. El propio Juan Ramón Jiménez, en el "prologuillo" a la edición lo aclaraba.
El poeta tenía la intención de ampliar el texto hasta los 190 capítulos. De hecho, existen tres adicionales, escritos en la década de 1920. Juan Ramón Jiménez planeó también una segunda parte, denominada Otra vida de Platero, de la que esbozó algunos títulos. Un proyecto que, como el de publicar Platero y yo en cuadernos sueltos, no llegaría nunca a ver la luz.
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Prologuillo
Suele creerse que yo escribí Platero y yo para los niños, que es un libro para niños.
No. En 1913, "La Lectura", que sabía que yo estaba con ese libro, me pidió que adelantase un conjunto de sus páginas más idílicas para su "Biblioteca Juventud" Entonces, alterando la idea momentáneamente, escribí este prólogo:
Advertencia a los Hombres que lean este libro para niños
Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, está escrito para... ¡Qué sé yo para quién!..., para quien escribimos los poetas líricos... Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma. ¡Qué bien!
"Dondequiera que haya niños- dice Novalis-, existe una edad de oro". Pues por esa edad de oro que es como una isla espiritual caída del cielo, anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan a su gusto, que su mejor deseo sería no tener que abandonarla nunca.
¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida, mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta y, a veces, sin sentido, igual que el trino de la alondra en el sol blanco del amanecer!
El Poeta
Madrid, 1914


 
PLATERO 



Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal... Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel... Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra... Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: 
- Tien' asero... 
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

V - ESCALOFRÍO
La luna viene con nosotros, grande, redonda, pura. En los prados soñolientos se ven, vagamente, no sé qué cabras negras, entre las zarzamora... Alguien se esconde, tácito, a nuestro pasar... Sobre el vallado, un almendro inmenso, níveo de flor y de luna, revuelta la copa con una nube blanca, cobija el camino asaeteado de estrellas de marzo... Un olor penetrante a naranjas... humedad y silencio... La cañada de las Brujas...
- ¡ Platero, qué... frío !
Platero, no sé si con su miedo o con el mío, trota, entra en el arroyo, pisa la luna y la hace pedazos. Es como si un enjambre de claras rosas de cristal se enredara, queriendo retenerlo, a su trote...
Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le fuese a alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave, que parece que nunca llega, del pueblo que se acerca...

  EL MORIDERO
Tú, si te mueres antes que yo, no irás Platero mío, en el carrillo del pregonero, a la marisma inmensa, ni al barranco del camino de los montes, como los otros pobres burros, como los caballos y los perros que no tienen quien que quiera. No serás, descarnadas y sangrientas tus costillas por los cuervos - tal la espina de un barco sobre el ocaso grana- , el espectáculo feo de los viajantes de comercio que van a la estación de San Juan, en el coche de las seis; ni, hinchado y rígido entre las almejas podridas de la gavia, el susto de los niños que, temerarios y curiosos, se asoman al borde de la cuesta, cogiéndose a las ramas, cuando salen, las tardes de domingo, al otoño, a comer piñones tostados por los pinares.
Vive tranquilo, Platero. Yo te enterraré al pie del pino grande y redondo del huerto de la Piña, que a ti tanto te gusta. Estarás al lado de la vida alegre y serena. Los niños jugarán y coserán las niñas en sus sillitas bajas a tu lado. Sabrás los versos que la soledad me traiga. Oirás cantar a las muchachas cuando lavan en el naranjal y el ruido de la noria será gozo y frescura de tu paz eterna. Y, todo el año, los jilgueros, los chamarices y los verdones te pondrán, el la salud perenne de la copa, un breve techo de música entre tu sueño tranquilo y el infinito cielo de azul constante de Moguer.


martes, 29 de noviembre de 2016

Institucionalización.

“Brooks no está loco, sino institucionalizado. Ese hombre se ha pasado aquí dentro cincuenta años ,Heywood, cincuenta años, no conoce otra cosa. Aquí dentro es un hombre importante, es un hombre culto. Fuera de aquí no es nada, un viejo inútil con artritis en las manos… No podrá conseguir un puñetero trabajo. Créeme, estos muros embrujan: primero, los odias. Luego, te acostumbras. Y al cabo de un tiempo, llegas a depender de ellos. Eso es institucionalizarse. Te encierran de por vida y eso es justo lo que te quitan, la parte que importa al menos”.
“No creo que sobreviviera fuera de aquí, he pasado aquí más de media vida, estoy institucionalizado, igual que lo estaba Brooks”.
"Cadena perpetua" , F. Darabont, 1994

El concepto de institucionalización tiene diferentes significados dependiendo del contexto al que nos refiramos.  Si nos vamos al contexto que a nosotros nos interesa, adquiere un significado, relacionado con la idea de una sumisión, que se definiría como la adaptación del propio individuo al régimen de vida de una institución como puede ser un orfanato, un asilo, una cárcel, un manicomio, centros de internamiento, etc...
Todas estas instituciones tienen en común una cosa, y es que en ellas los individuos pasan, de forma voluntaria o no, un largo periodo de tiempo. Durante este largo periodo de tiempo internadas las personas acaban generando una dependencia a la institución, acabando con su autonomía, cuando la función primordial era la de la reinserción de la persona en la sociedad.
La dimensión represora de instituciones semejantes (concepto institución disciplinaria) fue puesta de manifiesto a través del análisis de su función histórica que hizo Michel Focault en su obra "Vigilar y castigar.Nacimiento de la prisión", publicado originalmente en 1975




Desde la Edad Medía, el castigo al delincuente estaba estrechamente ligado al suplicio y al escarnio. El procedimiento consistía en manifestar el castigo públicamente, efectuándose la pena más como una venganza soberana que como una forma de reparar el daño que se había cometido. La desaparición del espectáculo punitivo tendrá lugar en Europa durante el siglo XVIII, ya que estos actos a menudo propiciaban altercados y graves desórdenes públicos. A partir de este momento el castigo dejará de presentarse como un acontecimiento público y comenzará a ser parte oculta del mismo proceso penal. Las nuevas penas también serán físicas, pero ahora se centrarán fundamentalmente en privar al delincuente de su libertad. Por otro lado, el suplicio de los condenados empezó a considerarse vergonzoso, contrario a los nuevos valores burgueses que estaban cada vez más presentes en la sociedad europea.  Para Foucault, estas críticas escondían una motivación más profunda: la búsqueda de una economía del castigo.



El aumento de la riqueza que experimenta la burguesía gracias a los cambios socioeconómicos que tuvieron lugar a partir de la segunda mitad del siglo XVIII supuso la disminución de crímenes de sangre. Sin embargo, los crímenes contra la propiedad privada aumentaron de manera considerable. Debido a esta realidad, la burguesía emergente creerá oportuno reformar la justicia, estableciendo leyes que permitan castigar los delitos contra la propiedad privada, delitos poco comunes hasta entonces, ya que la propiedad había sido tradicionalmente comunal. Los reformadores del siglo XVIII propusieron que cualquier delito se castigase con menor crueldad, aplicando castigos universales e institucionalizados. La nueva legislación penal podía resultar menos severa, pero contemplaba el castigo para delitos que antes no eran tenidos en cuenta debido a su poca frecuencia. En este sentido, el sistema penal fue reformado según las aspiraciones económicas de la burguesía, que no eran otras que la de proteger el patrimonio privado. Se entendió el atentar contra la propiedad de un hombre como un ataque a la sociedad en su totalidad, aceptándose que la sociedad tiene el legítimo derecho a defenderse y a castigar conductas que pongan en peligro su integridad. 

Para prevenir las conductas delictivas, la institucionalización de la educación formará también parte del aparato disciplinador del Estado. Pero para Foucault, las instituciones escolares no serán las únicas implicadas en el control de las masas. La prisión, las órdenes monásticas, los cuerpos militares o las mismas fábricas industriales, serán espacios en los que los individuos podrán familiarizarse e interiorizar los valores burgueses hegemónicos.
M. Foucault

Ya en pleno siglo XIX, la privación de la libertad para los delincuentes comenzará a estar enfocada por completo a la rentabilidad económica del castigo y no a efectuar una venganza social sobre el delincuente. Para ello, los principios fundamentales del aislamiento deben asegurar que se ejerza un control y una vigilancia intensa sobre el preso, las cuales facilitan que mediante el trabajo forzado pueda transformarse al individuo para devolverlo después a la sociedad como un sujeto capaz de producir beneficios y estar en concordancia con las normas generales de la sociedad industrial del siglo XIX. Este método corresponde, según Foucault, a dos principios fundamentales: principio de la corrección y principio del trabajo como obligación y como derecho.
panóptico

A lo largo de su obra, pero más concretamente en su libro Vigilar y castigar, Foucault no sólo analizó las dinámicas de cambio dentro de los procesos históricos, sino que también afirmó que la consolidación de los sistemas penitenciarios occidentales no hubiese sido posible sin el desarrollo de la tecnología disciplinaria, la cual no es identificada como una institución ni como un aparato, sino como un tipo de poder, una forma de ejercerlo que se nutre de un conjunto de instrumentos, técnicas y procedimientos. Esta modalidad de poder se vale a su vez de diversos niveles de aplicación, teniendo siempre presente una serie de metas y objetivos.
Las bases de la disciplina penitenciaria se materializarán bajo los principios del Panóptico, un diseño ideal de centro penitenciario diseñado por el filósofo J. Bentham en el año 1791. Este diseño permite la vigilancia constante de los prisioneros sin que estos puedan ser conscientes de los momentos en los que son observados. Al no saber el preso si está siendo observado o no, el funcionamiento del poder se ejerce de forma automática, ya que la conducta del observado es la de un individuo que se siente vigilado constantemente, sin necesidad de existir la presencia permanente de funcionarios que condicionen a los presos haciéndose visibles. El edificio panóptico no sólo permite modificar la conducta de los individuos y vigilarlos constantemente para intervenir en ellos antes de que las faltas se cometan, sino que también facilita reducir la plantilla de vigilantes y aumentar el número de aquellos sobre los que se ejerce el poder.



A su vez, la disciplina no sólo estará presente en espacios institucionalizados de castigo (como por ejemplo, las cárceles), sino que se verá también respaldada por la producción de conocimiento que proviene de ámbitos como la pedagogía, la psicología, la psiquiatría o la criminología. Todos estos saberes se desarrollarán en paralelo a los nuevos sistemas penitenciarios europeos del siglo XIX, por lo que el poder y el conocimiento se retroalimentarán entre sí, apoyándose en la articulación de un discurso que haga posible la aceptación social de los nuevos medios para encauzar a aquellos que incumplen la ley.
Las técnicas de la institución penal se transportan a la totalidad de la sociedad,  teniendo efectos importantes, ya que el sistema carcelario de la sociedad contemporánea es a la vez un instrumento para generar un conocimiento que el mismo poder necesita para perpetuarse.

Y como hemos visto, las propias instituciones penalizadoras y reguladoras de conductas antisociales son capaces de generar sujetos dependientes de las instituciones mismas, incapaces de sobrevivir fuera de ellas, sin autonomía. La supuesta función de reinserción de los perdedores se pierde por el camino en aras de la perpetuación de los valores burgueses hegemónicos.
Y el poder se autoafirma por los caminos más perversos, como siempre ha venido haciendo.




viernes, 25 de noviembre de 2016

Hojas de hierba, Walt Whitman

Hijo de madre holandesa y padre británico (West Hills, EE UU, 1819 - Camden, id., 1892), fue el segundo de los nueve vástagos de una familia con escasos recursos económicos. Pasó sólo ocasionalmente por la escuela y pronto tuvo que empezar a trabajar, primero, y a pesar de su escasa formación académica, como maestro itinerante, y más tarde en una imprenta. Allí se despertó su afición por el periodismo, que le llevó a trabajar en varios diarios y revistas neoyorquinos. 
Durante su viaje hacia al Sur, que emprendió en 1848, tuvo la oportunidad de contemplar la realidad de las provincias, para él totalmente desconocida y que sería decisiva para su carrera. Cuando regresó a Nueva York, unos meses después, abandonó el periodismo y se entregó por completo a la escritura.



Su trabajo se inscribe en la transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, incorporando ambos movimientos a su obra. Whitman está entre los más influyentes escritores del canon estadounidense y ha sido llamado el padre del verso libre, aunque no sea el primer autor en utilizarlo. Su trabajo fue muy controvertido en su tiempo, en particular por su libro Hojas de hierba, descrito como obsceno por su abierta sexualidad. Hojas de Hierba (especialmente la primera edición) exaltó el cuerpo y el mundo material. Bajo la influencia de Emerson y el movimiento trascendentalista, una rama del romanticismo, la poesía de Whitman elogia la naturaleza y el papel del individuo humano en ella. Sin embargo, al igual que Emerson, Whitman no disminuye el papel de la mente o el espíritu, sino que eleva la forma y la mente humana, considerando ambas algo digno de alabanza poética.
Walter Whitman publicó en 1855 la primera edición de Hojas de Hierba, que continuaría reeditando toda su vida, hasta sumar un total de nueve ediciones. La novena, denominada «the deathbed edition» (del lecho de muerte), de 1892, es considerada la definitiva. En la nota de autor de esa edición, éste dice que es la que prefiere y recomienda, pues es la completa y autorizada. En cada edición, Whitman agregaba nuevos poemas, corregía los anteriores, suprimía líneas, o inclusive poemas enteros. Su estructura es abierta: no tiene fin. Asimismo, puede tomarse en cualquier punto, y leerse hacia atrás o delante, pues es también circular.

Creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros

y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena...

y que el escuerzo es una obra de arte para los gustos más exigentes...
y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas.
Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas.
Creo en ti alma mía, el otro que soy no debe humillarse ante ti
ni tú debes humillarte ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, quita el freno de tu garganta.
(...)
Creo que podría retornar y vivir con los animales, son tan plácidos y autónomos.
Me detengo y los observo largamente.
Ellos no se impacientan, ni se lamentan de su situación.
No lloran sus pecados en la oscuridad del cuarto.
No me fastidian con sus discusiones sobre sus deberes hacia Dios.
Ninguno está descontento. Ninguno padece la manía de poseer objetos.
Ninguno se arrodilla ante otro ni ante los antepasados que vivieron hace milenios.
Ninguno es respetable o desdichado en toda la faz de la tierra.
Así me muestran su relación conmigo y yo la acepto.
(...)
No pregunto quién eres, eso carece de importancia para mí.
No puedes hacer ni ser más que aquello que yo te inculco. "

Y tú, mar... También a ti me entrego. Adivino lo que quieres decirme,

Desde la playa veo tus dedos que me invitan,

Y pienso que no quieres marcharte sin haberme besado.
Debemos estar un rato juntos: me desnudo y me llevas muy lejos de la costa,
Arrúllame y durmiendo al vaivén de tus olas,
Salpícame de espuma enamorada, que yo sabré pagarte.
Mar violento, tenaz y embravecido,
Mar de respiros profundos y revueltos,
Mar de la sal de la vida, de sepulcros dispuestos aunque no estén cavados,
Rugiente mar que, a capricho, generas tempestades o calmas,
También soy como tú: con uno y muchos rostros
Partícipe del flujo y del reflujo, cantor soy de los odios y de la dulce paz,
Cantor de los amantes que duermen abrazados
También doy testimonio del amor a mis prójimos:
¿Haré sólo inventario de todos mis objetos olvidando la casa que los tiene y cobija?
No soy sólo el poeta de la bondad, acepto también serlo de lo inicuo y lo malvado,
¿Qué son esos discursos que nos cuentan de vicios y virtudes?
El mal me sugestiona, y lo mismo la reforma del mal, mas sigo imperturbable.
¿Soy un inquisidor, un hombre que desprecia cuanto encuentra a su paso?
No soy más que aquel hombre que riega las raíces de todo lo que crece.
¿Te temes que la terca preñez sólo engendre tumores?
¿Pensabas que las leyes que rigen a los astros admiten ser cambiadas?
Encuentro el equilibrio en un lado lo mismo que en su opuesto.
Las doctrinas flexibles nos ayudan lo mismo que ayudan las más firmes,
Las ideas y acciones del presente nos despiertan y mueven,
Ningún tiempo es más bueno para mí que este ahora que me viene a lo largo de millones de siglos.
No hay nada de asombroso en las acciones buenas de antes o de ahora,
Lo asombroso es que siempre existan los malvados o los hombres sin fe.
Se borran el pasado y el presente, pues ya los he colmado y vaciado,
Ahora me dispongo a cumplir mi papel en el futuro.
Tú, que me escuchas allá arriba: ¿Qué tienes que decirme?
Mírame de frente mientras siento el olor de la tarde,
(Háblame con franqueza, no te oyen y sólo estaré contigo unos momentos.)

¿Que yo me contradigo?

Pues sí, me contradigo. Y, ¿qué?

(Yo soy inmenso, contengo multitudes.)
Me dirijo a quienes tengo cerca y aguardo en el umbral:
¿Quién ha acabado su trabajo del día? ¿Quién terminó su cena?
¿Quién desea venirse a caminar conmigo?
Os vais a hablar después que me haya ido, cuando ya sea muy tarde para todo?

Ya he dicho que el alma no vale más que el cuerpo,

Y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma,

Y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo,
Que aquel que camina sin amor una legua siquiera, camina amortajado hacia su propio funeral,
Que tú o yo, sin tener un centavo, podemos adquirir lo mejor de este mundo,
Que el mirar de unos ojos o el guisante en su vaina confunden el saber que los tiempos alcanzan,
Que no hay oficio ni profesión tan bajos que el joven que los siga no pueda ser un héroe,
Que el objeto más frágil puede servir de eje a todo el universo,
Y digo al hombre o mujer que me escucha:
"Que se eleve tu alma tranquila y sosegada ante un millón de mundos."
Y digo a la humanidad: "No te inquietes por Dios,
Porque yo, que todo lo interrogo, no dirijo mis preguntas a Dios,
(No hay palabras capaces de expresar mi postura tranquila ante Dios y la muerte.)
Escucho y veo a Dios en cada cosa, pero no le comprendo,
Ni entiendo que haya nada en el mundo que supere a mi yo.
¿Por qué he de desear ver a Dios mejor de lo que ahora le veo?
Veo algo de Dios cada una de las horas del día, y cada minuto que contiene esas horas,
En el rostro de los hombres y mujeres, en mi rostro que refleja el espejo, veo a Dios,
Encuentro cartas de Dios por las calles, todas ellas firmadas con su nombre,
Y las dejo en su sitio, pues sé que donde vaya
Llegarán otras cartas con igual prontitud.

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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Los Sucesos de Casas Viejas

Los sucesos de Casas Viejas, también denominados masacre de Casas Viejas, es el nombre con el que han pasado a la historia los episodios que tuvieron lugar entre el 10 y el 12 de enero de 1933 en la pequeña localidad de Casas Viejas, en la provincia de Cádiz, y que constituyen uno de los hechos más trágicos de la Segunda República Española. Abrió una enorme crisis política en el primer bienio de la República y fue el inicio de la pérdida de apoyos políticos y sociales que conduciría meses después a la caída del gobierno republicano-socialista de Manuel Azaña.
Si bien el anarquismo había visto con buenos ojos la proclamación de la República en abril de 1931, de cuya proclamación se reclamó parte por su insistente participación en la oposición a la dictadura de Primo de Rivera en colaboración con otras fuerzas políticas, el movimiento libertario había reclamado cuestiones que la República no concedió. 

A ello se une que medidas tan reclamadas por la clase obrera española como la reforma agraria se producían de forma lenta. Por ello, esperaban una rápida aplicación de dicha medida. La lentitud del proceso, unido a la falta de recursos, tierras y el hambre que pasaban los jornaleros españoles, hizo que se produjeran levantamientos y motines. 
 En un Pleno de Regionales de la CNT, celebrado el 1 de diciembre de 1932 en Madrid, el sindicato de ferroviarios solicitó el apoyo para declarar una huelga general en la que se reclamarían aumentos salariales. Al final, los ferroviarios se echaron atrás porque más de la mitad de sus secciones sindicales pensaban que la huelga resultaría un fracaso. Desde el 1 de enero se fueron produciendo movimientos en distintos lugares como Barcelona, Madrid, Zaragoza, Murcia, Oviedo, Valencia, etc. La insurrección no tuvo un seguimiento muy amplio. El Ejército y la Guardia Civil tomaron posiciones estratégicas en los lugares donde se preveían desórdenes y los dirigentes sindicales fueron detenidos. En algunas barriadas de Barcelona hubo choques entre anarquistas y fuerzas de orden público. Hubo huelgas, incidentes con explosivos y proclamaciones del comunismo libertario en algunas poblaciones de Aragón, y la Región de Valencia. En el municipio de Pedralba (Valencia) el choque entre la fuerza pública y los trabajadores se saldo con un guardia civil y un guardia de asalto muerto y diez trabajadores asesinados.
El día 10 de enero de 1933, y tras una serie de malos infortunios (nadie avisó a los campesinos de Casas Viejas que la huelga había fracasado por problemas de comunicación), un grupo de militantes libertarios de la pequeña población tomó el cuartel de la Guardia Civil por asalto, quedando dos guardias civiles heridos , que fallecieron después. Proclamaron el comunismo libertario, izaron la bandera rojinegra e incautaron los productos de primera necesidad dando a los tenderos un vale que les sería canjeado una vez triunfase la revolución.

A las dos de la tarde del 11 de enero, un grupo de doce guardias civiles al mando del sargento Anarte llegaron a Casas Viejas, liberaron a los compañeros que quedaban en el cuartel y ocuparon el pueblo. Temiendo las represalias, muchos vecinos huyeron y otros se encerraron en sus casas. Tres horas después llegó un nuevo grupo de fuerzas de orden público al mando del teniente Gregorio Fernández Artal, compuesto por cuatro guardias civiles y doce guardias de asalto. Inmediatamente comenzaron a detener a los presuntos responsables de ataque al cuartel de la Guardia Civil, dos de los cuales, después de ser golpeados, acusaron a dos hijos y al yerno de Francisco Cruz Gutiérrez, apodado “Seisdedos”, un carbonero de setenta y dos años que acudía de vez en cuando a la sede del sindicato de la CNT, y que se habían refugiado en su casa, una choza de barro y piedra. Se intentó tomar la choza por asalto pero los habitantes se atricheraron y, con escopetas, dispararon a los guardias de asalto, produciéndose un muerto y un herido. Pasada la medianoche, llegó a Casas Viejas una unidad compuesta de cuarenta (o noventa según otras fuentes) guardias de asalto, al mando del capitán Rojas, que había recibido la orden del Director General de Seguridad en Madrid, Arturo Menéndez, para que se trasladara desde Jerez y acabara con la insurrección, abriendo fuego “sin piedad contra todos los que dispararan contra las tropas”.


 El capitán Rojas mandó disparar con ametralladora sobre la choza y lanzar bolas de algodón empapadas en gasolina e incendiadas sobre el techo de la misma. Dos de sus ocupantes, un hombre y una mujer, fueron acribillados cuando salieron huyendo del fuego. Seis personas quedaron calcinadas dentro de la choza (probablemente ya habían muerto acribilladas cuando se inició el incendio), entre ellos “Seisdedos”, sus dos hijos, su yerno y su nuera. La única superviviente fue la nieta de “Seisdedos”, María Silva Cruz, conocida como “la Libertaria”, que logró salvar la vida al salir con un niño en brazos. Rojas ordenó a tres patrullas que detuvieran a los militantes más destacados, dándoles instrucciones para que dispararan ante cualquier mínima resistencia. Mataron al anciano Antonio Barberán Castellar, de setenta y cuatro años, cuando volvió a cerrar su puerta tras la llamada de los guardias y gritó “¡No disparéis! ¡Yo no soy anarquista!”. Detuvieron a doce personas y las condujeron esposadas a la choza calcinada de “Seisdedos”. Les mostraron el cadáver del guardia de asalto muerto y a continuación el capitán Rojas y los guardias los asesinaron a sangre fría.
Poco después abandonaron el pueblo. La masacre había concluido. Diecinueve hombres, dos mujeres y un niño murieron. Tres guardias corrieron la misma suerte. La verdad de los hechos tardó en conocerse, porque las primeras versiones situaban a todos los campesinos muertos en el asalto a la choza de “Seisdedos”, pero la Segunda República ya tenía su tragedia. De otras actuaciones de las tropas, según las últimas investigaciones y aclaraciones de lo sucedido, resultaron muertas dos personas más: Rafael Mateos Vela, por bala, y Joaquina Fernández, que recibió una brutal paliza de la que se derivó su muerte. En total veintiséis personas muertas o veintiocho si se consideran otras dos aquejadas de infarto a consecuencia de la tragedia que vivieron esos días.

Conocidos los hechos en el resto de España, se produjo un gran escándalo periodístico y parlamentario que conmocionó a la sociedad española. Los sucesos de Casas Viejas se convirtieron en un grave problema político para el gobierno republicano-socialista de Manuel Azaña (Diego Martínez Barrio, del Partido Republicano Radical, denominó al gobierno de Azaña de “barro, sangre y lágrimas”). Las explicaciones de Azaña ante el congreso no fueron convincentes y se desplazó una comisión parlamentaria a Casas Viejas para emitir un informe de los sucesos. Con ella, fueron dos periodistas que plasmaron lo que allí sucedió en artículos y libros: Ramón J. Sender y Eduardo de Guzmán.la Comisión elaboró un informe definitivo en el que reconoce la existencia de los fusilamientos pero exculpa al Gobierno.
Las primeras dudas sobre la versión oficial (que todas las muertes se habían producido en el asalto a la casa de “Seisdedos”) aparecieron en una crónica del escritor Ramón J. Sender y el periodista Eduardo de Guzmán que habían ido a Casas Viejas y que fue publicada por el periódico La Tierra. Al año siguiente, Ramón J. Sender publicó un libro con el título “Viaje a la aldea del crimen”, en el que reconstruyó los hechos a partir de las declaraciones hechas por los campesinos a los investigadores parlamentarios.


 En julio de 1934, 26 campesinos de Casas Viejas fueron juzgados por los delitos de posesión de armas de guerra y ejecución de actos contra las fuerzas armadas. Diez fueron absueltos y, de los restantes, uno condenado a 6 años de prisión, cuatro a 5 años, dos a 3 años, seis a 2 años y tres a 1 año.
Lo que también es cierto fue que todos los directores de la represión en Casas Viejas se sublevaron posteriormente contra la República en julio de 1936 en el golpe de estado que perpetró el general Franco. El capitán Rojas, que fue condenado por estos sucesos, salió de prisión y se unió a los sublevados, participando activamente en la represión en Granada. Bartolomé Barba, que ya había tenido cargos durante la dictadura de Primo de Rivera, fue uno de los organizadores de la UME (Unión Militar Española), dirigió la represión en Zaragoza y fue gobernador civil con Franco. El general Cabanellas, director general de la Guardia Civil durante los sucesos de Casas Viejas, fue otro de los sublevados contra la República, presidió la Junta de Defensa Nacional hasta que tomó el mando definitivo Franco.

Conviene recordar estos hechos y sí, remover el pasado, por mucho que a algunos les desagrade hacerlo, pues de la represión de los derechos civiles y de las revueltas de los desfavorecidos y oprimidos vienen los grandes cambios, algunos funestos y eternos como el que tuvo lugar en julio de 1936 en este país traumatizado por el clamor de los muertos sin desenterrar en sus fosas.



lunes, 21 de noviembre de 2016

Oda a Afrodita, de Safo

La poetisa Safo nació en la isla de Lesbos, Grecia, en la ciudad de Mitilene, alrededor del año 620 a.C , en el seno de una familia aristocrática. Pasó su infancia y parte de su juventud en Lesbos hasta que en 603 a.c  se vio obligada a exiliarse en Siracusa. Además de su actividad literaria y artística, Safo participó asiduamente en las luchas polítcas que tuvieron lugar en Lesbos y cargó muy duramente contra el tirano Pítaco. Parece ser que incluso estuvo implicada en una conspiración para matarlo, junto a Alceo y otros camaradas, y que descubierta esa conspiración, Pítaco les mando arrestar. Aunque finalmente les perdonó la vida, a cambio hubieron de partir al exilio en Siracusa. Esto ocurrió en torno al año 593 a.C.
Volvería a su tierra natal en el año 595 a.C. ,donde viviría hasta el 560 a.C. dedicándose a la composición y a la educación de las jóvenes aristócratas de la isla de Lesbos, creando la llamada "Casa de las Musas". Esta escuela estaba dedicada a la educación de las jóvenes vírgenes, instruyéndolas en varias artes. A diferencia de otras educaciones destinadas a mujeres casaderas, en esta escuela se celebraba el canto a la boda y no a la maternidad, al placer del amor de una pareja y no a la procreación, buscando el placer de acercarse a la belleza y no a la búsqueda de los hijos. Este ideal de búsqueda de belleza nos remite a la poesía, la danza y la música que allí se cultivaba.

Safo de Milene fue una reconocida poetisa de su época, maestra de la poesía lírica, la cual se cantaba acompañada de una lira, consiguiendo innovarla desde un punto de vista técnico y estilístico. Técnicamente, desarrolló lo que se llama la “estrofa sáfica”. Su obra estaba escrita en dialecto eólico y se caracterizaba por ser la primera vez que se hablaba en primera persona y se trataban sentimientos personales en la poesía, puesto que trataba del amor, cantaba a lo cotidiano, a las contradicciones, las pasiones y las ternuras. Se sabe que Safo amó tanto a mujeres como a hombres, algo que entre los antiguos griegos se consideraba habitual y se  normalizaba, y en sus versos cantó su amor hacia las mujeres sin tapujo alguno, lo cual hizo que a lo largo de los siglos tuviera muchos detractores. Como es bien sabido el nombre de Safo dio origen al término "sáfico", mientras el lugar de su nacimiento, Lesbos es el origen del término "lesbianismo".
Lejos de su misteriosa muerte y de su vida, lo que más nos ha llegado o perdurado es su obra, o más bien la importancia que tuvo ésta, ya que, desgraciadamente, tan sólo conocemos de la misma pequeños fragmentos a través de otros autores. Casi toda su poesía está dedicada a otras mujeres amadas, y alguna a sus hermanos. En total escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos, pero apenas se conserva una mínima parte de ellos. Su poema más importante es la Oda a Afrodita. También conviene decir que, ya en pleno siglo XX , se descubrió un papiro con seis fragmentos de sus poemas y la Oda a las Nereidas.


Aunque su persona tuviera una gran relevancia en su tiempo, el simple hecho de ser mujer la persiguió a lo largo de la Historia. Por expresar abiertamente la atracción que sentía hacia sus discípulas y describir y alabar la relación erótica que puede haber entre dos mujeres (algo que también pasaba en las escuelas griegas masculinas pero que no tenía relevancia ninguna y no era considerado "anormal") le achacaron la falsa imagen de prostituta y perversa sexual.  Safo comenzó a recibir los primeras descalificaciones ya en vida, por parte de diversos autores, principalmente de Atenas, una sociedad donde solamente las cortesanas (hetairas) tenían acceso a la cultura y la vida social, mientras que las demás mujeres se quedaban limitadas al ámbito de lo doméstico sin poder optar a una educación y ocupándose de las labores de la casa. Esto nos da una idea del pensamiento con el que Safo fundó su academia, en un acto de llevar la contraria a las ideas patriarcales atenienses.
A menudo los historiadores y la propia literatura, en su habitual línea de invisibilizar a las mujeres en la Historia, han dejado de lado a Safo, aunque en la Grecia antigua después de su muerte se llegaron a acuñar monedas y erigir estatuas con su imagen, y el mismísimo Platón la elogió y se refirió a ella como la "Décima Musa".



La oda a Afrodita es uno de los poemas más conocidos de Safo. Además, tiene la particularidad de que es probablemente el único poema de ella que nos ha llegado completo. A esta oda, solo le falta un pequeño pedazo al inicio del tercer verso de la quinta estrofa. De los demás poemas de Safo lo que nos ha llegado son estrofas o versos sueltos omenciones en obras de autores contemporáneos.
La obra sáfica es por lo tanto revolucionaria en cuanto estructura y por aportar una visión de mundo desde el paradigma femenino, subvirtiendo la mirada masculina patriarcal que caracterizaba la Edad Arcaica. El mundo heroico, brusco y fuerte de la poesía épica y las gestas militares del pasado, da paso a uno sensible, delicado y suave, es decir, femenino. Safo adopta en su obra una posición subjetiva, tomando como objeto de su arte su propia interioridad; vaciaba su propia alma en el molde de los versos, para que los demás nos identificáramos o nos disociáramos de ellos.

Oh, tú en cien tronos Afrodita reina,
Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
No me acongojes con pesar y sexo
Ruégote, Cipria!

Antes acude como en otros días,

Mi voz oyendo y mi encendido ruego;
Por mi dejaste la del padre Zeus
Alta morada.

El áureo carro que veloces llevan

Lindos gorriones, sacudiendo el ala,
Al negro suelo, desde el éter puro
Raudo bajaba.

Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblante

Te sonreías: ¿Para qué me llamas?
¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora?
—me preguntabas—

¿Arde de nuevo el corazón inquieto?

¿A quién pretendes enredar en suave
Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
Mísera Safo?

Que si te huye, tornará a tus brazos,

Y más propicio ofreceráte dones,
Y cuando esquives el ardiente beso,
Querrá besarte.

Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple,

Liberta el alma de su dura pena;
Cual protectora, en la batalla lidia
Siempre a mi lado.