martes, 23 de agosto de 2016

Desiderata


La palabra “Desiderata” proviene del latín y significa “cosas que se desean”. Es el título de un famosísimo poema, que se volvió particularmente célebre durante los años sesenta, de la mano del movimiento hippie. El texto es un compendio de consejos que le ha dado la vuelta al mundo.
En un momento dado se produjo todo un debate sobre el origen de este poema. Alrededor del texto se tejió la leyenda de que había sido escrito por un monje anónimo y que había sido encontrado luego en el banco de una iglesia de Baltimore, hace doscientos años. Según esta versión, el poema habría sido escrito en el año de 1692.
En realidad, todo se trató de un error. El autor de “Desiderata” fue el filósofo y abogado Max Ehrman, pero el texto sólo vio la luz hacia 1948, cuando su esposa publicó sus poemas de manera póstuma.
“Desiderata” fue un poema que se hizo pasar de mano en mano, como una especie de acto de buena voluntad. Se convirtió en algo así como una proclama; se buscaba que quien lo recibiera practicara todo lo que estaba consignado allí.
Muchos omitieron escribir el nombre del autor y fue así como llegó a manos de un pastor de Maryland, quien recopiló varios textos para hacer una edición especial de Navidad. Dentro de los textos estaba “Desiderata” y, al lado del nombre, el presbítero anotó una leyenda: “Iglesia de San Pablo, 1692”, para identificar su templo y el año de fundación del mismo.
Uno de los feligreses quedó encantado con el poema y le pidió a un diario que lo publicara y entonces se popularizó el error de que databa de 1692 y había sido encontrado en la Iglesia de San Pablo.



Go placidly amid the noise and haste,
and remember what peace there may be in silence.
As far as possible, without surrender,
be on good terms with all persons.
Speak your truth quietly and clearly;
and listen to others,
even to the dull and ignorant;
they too have their story.
Avoid loud and aggressive persons;
they are vexations to the spirit.
If you compare yourself with others,
you may become vain or bitter,
for always there will be greater
and lesser persons than yourself.
Enjoy your achievements as well as your plans.
Keep interested in your own career, however humble,
it's a real possession in the changing fortunes of time.
Exercise caution in your business affairs,
for the world is full of trickery.
But let this not blind you to what virtue there is;
many persons strive for high ideals,
and everywhere life is full of heroism.
Be yourself.
Especially do not feign affection.
Neither be cynical about love;
for in the face of all aridity and disenchantment,
it is as perennial as the grass.
Take kindly the counsel of the years,
gracefully surrendering the things of youth.
Nurture strength of spirit
to shield you in sudden misfortune.
But do not distress yourself with dark imaginings.
Many fears are born of fatigue and loneliness.
Beyond a wholesome discipline,
be gentle with yourself.
You are a child of the universe
no less than the trees and the stars;
you have a right to be here.
And whether or not it is clear to you,
no doubt the universe is unfolding as it should.
Therefore be at peace with God,
whatever you conceive him to be.
And whatever your labors and aspirations,
in the noisy confusion of life,
keep peace in your soul.
With all its sham, drudgery and broken dreams,
it is still a beautiful world.
Be cheerful.
Strive to be happy".
Camina plácido entre el ruido y la prisa,
y en la paz que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto te sea posible y sin rendirte,
mantén buenas relaciones con todas las personas.
Enuncia tu verdad de una manera serena y clara,
y escucha a los demás,
incluso al torpe e ignorante,
también ellos tienen su propia historia.
Evita a las personas ruidosas y agresivas,
ya que son un fastidio para el espíritu.
Si te comparas con los demás,
te volverás vano y amargado
pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus éxitos, lo mismo que de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera,
por humilde que sea,
ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.
Sé cauto en tus negocios,
pues el mundo está lleno de engaños.
Pero no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe,
hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales,
la vida está llena de heroísmo.
Sé tú mismo,
y en especial no finjas el afecto,
y no seas cínico en el amor,
pues en medio de todas las arideces y desengaños,
es perenne como la hierba.
Acata dócilmente el consejo de los años,
abandonando con donaire las cosas de la juventud.
Cultiva la firmeza del espíritu
para que te proteja de las adversidades repentinas,
mas no te agotes con pensamientos oscuros,
muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.
Sobre una sana disciplina,
sé benigno contigo mismo.
Tú eres una criatura del universo,
no menos que los árboles y las estrellas,
tienes derecho a existir,
y sea que te resulte claro o no,
indudablemente el universo marcha como debiera.
Por eso debes estar en paz con Dios,
cualquiera que sea tu idea de Él,
y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones,
conserva la paz con tu alma
en la bulliciosa confusión de la vida.
Aún con todas sus farsas, penalidades y sueños fallidos,
el mundo es todavía hermoso.
Sé alegre.
Esfuérzate por ser feliz.1



lunes, 15 de agosto de 2016

Elegía a doña Juana la loca



Elegía a doña Juana la loca


A Melchor Fernández Almagro

Princesa enamorada sin ser correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.

Eras una paloma con alma gigantesca
cuyo nido fue sangre del suelo castellano,
derramaste tu fuego sobre un cáliz de nieve
y al querer alentarlo tus alas se troncharon.

Soñabas que tu amor fuera como el infante
que te sigue sumiso recogiendo tu manto.
Y en vez de flores, versos y collares de perlas,
te dio la Muerte rosas marchitas en un ramo.

Tenías en el pecho la formidable aurora
de Isabel de Segura. Melibea. Tu canto,
como alondra que mira quebrarse el horizonte,
se torna de repente monótono y amargo.

Y tu grito estremece los cimientos de Burgos.
Y oprime la salmodia del coro cartujano.
Y choca con los ecos de las lentas campanas
perdiéndose en la sombra tembloroso y rasgado.


Tenías la pasión que da el cielo de España.
La pasión del puñal, de la ojera y el llanto.
¡Oh princesa divina de crepúsculo rojo,
con la rueca de hierro y de acero lo hilado!

Nunca tuviste el nido, ni el madrigal doliente,
ni el laúd juglaresco que solloza lejano.
Tu juglar fue un mancebo con escamas de plata
y un eco de trompeta su acento enamorado.

Y, sin embargo, estabas para el amor formada,
hecha para el suspiro, el mimo y el desmayo,
para llorar tristeza sobre el pecho querido
deshojando una rosa de olor entre los labios.

Para mirar la luna bordada sobre el río
y sentir la nostalgia que en sí lleva el rebaño
y mirar los eternos jardines de la sombra,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

¿Tienes los ojos negros abiertos a la luz?
O se enredan serpientes a tus senos exhaustos...
¿Dónde fueron tus besos lanzados a los vientos?
¿Dónde fue la tristeza de tu amor desgraciado?

En el cofre de plomo, dentro de tu esqueleto,
tendrás el corazón partido en mil pedazos.
Y Granada te guarda como santa reliquia,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

Eloisa y Julieta fueron dos margaritas,
pero tú fuiste un rojo clavel ensangrentado
que vino de la tierra dorada de Castilla
a dormir entre nieve y ciprerales castos.

Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
los cipreses, tus cirios; la sierra, tu retablo.
Un retablo de nieve que mitigue tus ansias,
¡con el agua que pasa junto a ti! ¡La del Dauro!

Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
la de las torres viejas y del jardín callado,
la de la yedra muerta sobre los muros rojos,
la de la niebla azul y el arrayán romántico.

Princesa enamorada y mal correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.
Federico García Lorca



lunes, 8 de agosto de 2016

Las beguinas


Las beguinas fueron mujeres de la Baja Edad Media (siglos XII y XIII), que vivieron solteras, casadas, viudas, ajenas a toda autoridad, libres, activas y solidarias. Reclamaron vivir por su cuenta, sin estar subordinadas al hombre, ni como esposo ni como guía espiritual. En una época de guerras y violencia, en la que se tachaba de prostitutas a las mujeres que vivían solas, era todo un atrevimiento prescindir de la protección masculina.

Su vida era semi-religiosa: vivían como mujeres religiosas sin votos y sin regla, pero obligándose a la castidad y las buenas obras. Su origen se remonta al siglo XII en la diócesis de Lieja, extendiéndose más tarde por distritos cercanos al norte de Francia, Flandes y sur de Alemania, llegando también a Italia, España, Polonia y Austria. Se establecían a veces junto a las leproserías y hospitales para servir a los enfermos. En el seno de este movimiento encontramos mujeres de todo el espectro social, cuyo deseo es el de llevar una vida de espiritualidad, pero no de forma claustral, como estaba sancionado socialmente, sino plenamente integradas en las ciudades entonces emergentes.

Muchas de ellas volvían al mundo, pues sus votos eran temporales, vivían una temporada y salían; otras entraban cuando eran mayores y al revés. Era una libertad que no daban las cerradas órdenes religiosas.Hay noticia de beguinas en Cataluña y en el reino de Castilla.
Los beguinatos (lugar donde vivían las beguinas) más significativos se conservan en Brujas, Gante y Malinas. Por su exclusividad, historia y originalidad arquitectónica los beguinatos han sido declarados por la UNESCO patrimonio de la Humanidad. Son verdaderas ciudades religiosas, constituidas por una multitud de casas pequeñas (a veces hasta 100), cada una de las cuales está habitada por una o varias beguinas. Tienen calles y plazas, una enfermería, uno o varios conventos dedicados a las novicias y beguinas que deseaban una vida más comunitaria y una iglesia particular. Estos espacios daban respuesta a las inquietudes intelectuales de algunas mujeres, que de otra forma no podían acceder al conocimiento. Empezaron a leer la Biblia y los Evangelios por su cuenta, lo que provocó el rechazo de la Iglesia, pues las beguinas escapaban de su control.
La necesidad de un espacio específicamente femenino, creado y definido por las mismas mujeres, fue sentida y expresada literariamente por Cristina de Pizán a principios del siglo XVIII en “El libro de la Ciudad Damas”, en el cual ella imagina la construcción de una ciudad, sólida e inexpugnable, habitada sólo por mujeres. Pero pocos siglos antes las mujeres llamadas beguinas habían materializado ya la existencia de un espacio similar.

Partidarias de la reforma eclesiástica, dedicaron su vida a la defensa de los desamparados, al trabajo manual y a una brillante labor intelectual. El Papa Clemente V dijo que su modo de vida debía de ser prohibido definitivamente y excluido de la Iglesia de Dios. Su erudición pues despierta los recelos de la Iglesia, que pretendía el monopolio de lo divino y lo humano. La literatura mística de las beguinas comenzó a desarrollarse a mediados del siglo XIII, sobre todo gracias a la rica producción literaria de Hadewichj de Amberes, autora de varias obras en poesía y prosa, entre ellas varias cartas dirigidas a amigas de toda Europa.



En toda Europa, las beguinas recibieron numerosos legados testamentarios para que cumplieran una serie de tareas relacionadas con la muerte y con el tránsito del alma hacia el Más Allá. Así, ellas rezaban por la salvación del donante, participaban en los funerales y acompañaban el cuerpo del difunto al cementerio. Pero también tenían cuidado del cuerpo del moribundo, lo velaban y amortajaban. Esta mediación en la muerte se convirtió en una de sus principales actividades y les otorgó una función social que las convertía en imprescindibles.El cuidado del cuerpo de enfermos y moribundos que las beguinas realizan constituye una práctica espiritual que está íntimamente vinculada a la compasión y a la solidaridad.
Hadewichj de Amberes

Las beguinas encarnan una de las experiencias de vida femenina más libre de la historia. Laicas y religiosas a la vez, vivieron con una total independencia del control masculino –familiar y/o eclesiástico- y la libertad de que gozaban es inseparable de la red de relaciones que establecen: de forma primaria entre ellas, con Dios “sine medio”, y con el resto de mujeres y hombres de las ciudades donde vivían.
La forma de vivir y entender el mundo de estas mujeres se extendió con rapidez por toda Europa occidental hasta convertirse en un auténtico movimiento, tanto por el número de mujeres que se adhirieron a él como por el amplio espectro social al que pertenecían. Un movimiento que se movió siempre en los tenues límites que a menudo separan la ortodoxia de la heterodoxia.
Causarán admiración y asombro entre sus contemporáneos, pero se les reprochará vivir fuera de la Iglesia,
vivir juntas, sus ropas, sus oficios… todo servía para acusarlas y condenarlas. La abolición de la creatividad
e iniciativa marca el fin de la rica cultura medieval, tres siglos más tarde la visión de la mujer austera sometida
al marido, modelo de orden, sumisión y trabajo, estará completamente asentada. Cualquier otra opción de
vida calificará a la mujer como bruja y la convertirá en alguien peligroso.

A pesar de contar con frecuencia con la protección de la orden cisterciense y en ocasiones de algunos obispos, las beguinas empezaron a ser perseguidas, a algunas no les quedó más remedio que ingresar en
monasterios convencionales, otras tuvieron que sumergirse y aparentemente desaparecer, alguna
se encontró con la hoguera de la Inquisición, si bien el movimiento continuó durante siglos en Centroeuropa, pero con mucha más prudencia en sus manifestaciones exteriores.

 El espacio de libertad que ellas representan las sitúa en un “más allá” del orden socio-simbólico patriarcal en su forma medieval, trascendiendo su estructuración binaria y jerarquizada. Generan algo nuevo y, en consecuencia, no previsto en la cultura de la época. Original, porque ellas son el origen. Un espacio que se radica materialmente en las casas que habitan, inmersas en el tejido de la ciudad, con el que interaccionan de forma constante, ofreciendo tanto en la vida como en la muerte, su mediación.
Poseían un espacio que no es doméstico, ni claustral, ni heterosexual. Es una espacio que las mujeres comparten al margen del sistema de parentesco patriarcal, en el que se ha superado la fragmentación espacial y comunicativa y que se mantiene abierto a la realidad social que las rodea, en la cual y sobre la cual actúan, diluyendo la división secular y jerarquizada entre público y privado y que, por tanto, se convierte en abierto y cerrado a la vez. Un espacio de transgresión a los límites, tácitos o escritos, impuestos a las mujeres, no mediatizado por ningún tipo de dependencia ni subordinación, en el que actúan como agentes generadores de unas formas nuevas y propias de relación y de una autoridad femenina. Un espacio que deviene simbólico al erigirse como punto de referencia, como modelo, en definitiva, para otras mujeres.

viernes, 5 de agosto de 2016

Frente al mar

"Nuestro gran tormento en la vida proviene de que estamos solos y todos nuestros actos y esfuerzos tienden a huir de esa soledad".
Guy de Maupassant (1850-1893) Escritor francés.
"La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo".
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) Poeta español.
"Vivimos como soñamos, solos".
Joseph Conrad (1857-1924) Novelista británico de origen polaco.
"Suelen decir que el hombre que apetece soledad tiene mucho de dios o de bestia".
Mateo Alemán (1547-1613) Novelista español.
"¡Es inútil! ¡es inútil intentar liberarse de la propia soledad! Hay que aguantarla toda la vida. Aunque a veces, sólo a veces, el vacío se llene!"
D. H. Lawrence (1885-1930) Novelista británico.
"La soledad, si bien puede ser silenciosa como la luz, es, al igual que la luz, uno de los más poderosos agentes, pues la soledad es esencial al hombre. Todos los hombres vienen a este mundo solos y solos lo abandonan".
Thomas De Quincey (1785-1859) Escritor inglés.


Frente al mar


Oh mar, enorme mar, corazón fiero 

De ritmo desigual, corazón malo, 
Yo soy más blanda que ese pobre palo 
Que se pudre en tus ondas prisionero. 



Oh mar, dame tu cólera tremenda, 
Yo me pasé la vida perdonando, 
Porque entendía, mar, yo me fui dando: 
«Piedad, piedad para el que más ofenda». 



Vulgaridad, vulgaridad me acosa. 
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre. 
Hazme tener tu cólera sin nombre: 
Ya me fatiga esta misión de rosa. 



¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena, 
Me falta el aire y donde falta quedo, 
Quisiera no entender, pero no puedo: 
Es la vulgaridad que me envenena. 



Me empobrecí porque entender abruma, 
Me empobrecí porque entender sofoca, 
¡Bendecida la fuerza de la roca! 
Yo tengo el corazón como la espuma. 



Mar, yo soñaba ser como tú eres, 
Allá en las tardes que la vida mía 
Bajo las horas cálidas se abría... 
Ah, yo soñaba ser como tú eres. 



Mírame aquí, pequeña, miserable, 
Todo dolor me vence, todo sueño; 
Mar, dame, dame el inefable empeño 
De tornarme soberbia, inalcanzable. 



Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza. 
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo! 
Desdichada de mí, soy un abrojo, 
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza. 



Y el alma mía es como el mar, es eso, 
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca; 
Pequeña vida que dolor provoca, 
¡Que pueda libertarme de su peso! 



Vuele mi empeño, mi esperanza vuele... 
La vida mía debió ser horrible, 
Debió ser una arteria incontenible 
Y apenas es cicatriz que siempre duele.




Alfonsina Storni


miércoles, 3 de agosto de 2016

desesperanza


Recuerdos
Oh Soria, cuando miro los frescos naranjales 

cargados de perfume, y el campo enverdecido, 
abiertos los jazmines, maduros los trigales, 
azules las montañas y el olivar florido; 
Guadalquivir corriendo al mar entre vergeles; 
y al sol de abril los huertos colmados de azucenas, 
y los enjambres de oro, para libar sus mieles 
dispersos en los campos, huir de sus colmenas; 
yo sé la encina roja crujiendo en tus hogares, 
barriendo el cierzo helado tu campo empedernido; 
y en sierras agrias sueño ?¡Urbión, sobre pinares! 
¡Moncayo blanco, al cielo aragonés, erguido!? 



Y pienso: Primavera, como un escalofrío 
irá a cruzar el alto solar del romancero, 
ya verdearán de chopos las márgenes del río. 



¿Dará sus verdes hojas el olmo aquel del Duero? 


Tendrán los campanarios de Soria sus cigüeñas, 
y la roqueda parda más de un zarzal en flor; 
ya los rebaños blancos, por entre grises peñas, 
hacia los altos prados conducirá el pastor. 



¡Oh, en el azul, vosotras, viajeras golondrinas 
que vais al joven Duero, rebaños de merinos, 
con rumbo hacia las altas praderas numantinas, 
por las cañadas hondas y al sol de los caminos 
hayedos y pinares que cruza el ágil ciervo, 
montañas, serrijones, lomazos, parameras, 
en donde reina el águila, por donde busca el cuervo 
su infecto expoliario; menudas sementeras 
cual sayos cenicientos, casetas y majadas 
entre desnuda roca, arroyos y hontanares 
donde a la tarde beben las yuntas fatigadas, 
dispersos huertecillos, humildes abejares!... 



¡Adiós, tierra de Soria; adiós el alto llano 
cercado de colinas y crestas militares, 
alcores y roquedas del yermo castellano, 
fantasmas de robledos y sombras de encinares! 



En la desesperanza y en la melancolía 
de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva. 



Tierra de alma, toda, hacia la tierra mía, 
por los floridos valles, mi corazón te lleva.
Antonio Machado


Estatua en Baeza

no comprendes mi soledad atrincherada
mi miedo dolorido
ya nunca habrá amor
ni caricias ni risas
este corazón se paró.
no fuerces mi tristeza inveterada
mi desesperanza en vida.
no oigo las mentiras que
resuenan por el mundo.
todo está acabado, apagad las luces,
tirad el mundo a la basura.



lunes, 1 de agosto de 2016

Lealtad

"Ser leal a sí mismo es el único modo de llegar a ser leal a los demás".
Vicente Aleixandre

La lealtad es una devoción de un sujeto o ciudadano con un estado, gobernante, comunidad, persona, causa o a sí mismo. No existe acuerdo entre los filósofos sobre cosas o ideas a las que se puede ser leal. Algunos sostienen que se puede ser leal a un espectro muy amplio de cosas, mientras que otros argumentan que solo se puede ser leal a otra persona y que ello es una relación estrictamente interpersonal.
La lealtad es un valor que básicamente consiste en nunca darle la espalda a determinada persona o grupo social que están unidos por lazos de amistad o por alguna relación social, es decir, en el cumplimiento de valores de honor y gratitud.
V. Aleixandre

La lealtad posee numerosos aspectos y aristas. John Kleinig, profesor de filosofía en la City University of New York, resalta que con el transcurso de las épocas la idea ha sido motivo de análisis por escritores creativos desde Esquilo a John Galsworthy y Joseph Conrad, y tema de estudio de psicólogos, psiquiatras, sociólogos, estudiosos de la religión, economistas políticos, estudiosos del ámbito de los negocios y la mercadotecnia, y teóricos de la política, que se ocupan de aspectos como los juramentos de lealtad y patriotismo. Como concepto filosófico, la lealtad no fue tema de estudio de los filósofos hasta el trabajo de Josiah Royce. Ladd atribuye esto a asociaciones «odiosas» que posee el tema con el nacionalismo, incluido el nacionalismo del nazismo, y con la metafísica del idealismo, a lo que caracteriza como «obsoleto». Ladd sostiene que sin embargo dichas asociaciones como erradas, y que la idea de lealtad es «un componente esencial en todo sistema humano y civilizado de moral».
J. Conrad

Josiah Royce en su libro The Philosophy of Loyalty (traducido: La filosofía de la lealtad) publicado en 1908 presenta una definición diferente del concepto. Royce sostiene que la lealtad es una virtud primaria, «el centro de todas las virtudes, el deber central entre todos los deberes». Royce presenta la lealtad como el principio moral básico del cual se derivan todos los otros principios. La definición breve que presenta es que la lealtad es «la devoción consciente y práctica y amplia de una persona a una causa». La causa debe ser una causa objetiva. No puede ser uno mismo. Es algo externo a la persona que se espera encontrar en el mundo externo, y que no es posible encontrarlo en uno mismo. No trata sobre uno mismo sino sobre otras personas. La devoción es activa, una rendición del deseo propio a la causa, que uno ama. Según Royce, la lealtad es social. La lealtad a una causa una a los numerosos seguidores de la causa, uniéndolas en su servicio.
Juramento de lealtad a la bandera

A partir de esta definición, Royce construye un marco moral basado en la lealtad, utilizando la idea de lealtad a la misma lealtad. Para ello, Royce distingue entre las causas buenas y las causas malas, define a las causas buenas como aquellas que promueven lealtad a la lealtad. En otras palabras, la lealtad a tal causa habilita, promueve, o desarrolla las habilidades de otras personas a ser leales a sus causas. No es una buena causa aquella que destruye el objeto de la lealtad legítima de otra persona. De esto se pueden derivar las virtudes de verdad, justicia, benevolencia, y cortesía. 

La lealtad a niveles más básicos es cumplir con lo que hemos prometido, incluso cuando las circunstancias son adversas. Se concibe como  una obligación moral que tenemos con una pareja, un amigo, un compañero de trabajo, un familiar, y si no se hace uno es considerad como un execrable traidor.


 Por lo que hemos visto, podemos distinguir entre dos conceptos de lealtad, el más vulgar y ramplón, el que se utiliza en el día a día para forzar las relaciones humanas, y uno más elevado y complejo manejado como concepto ético.
La lealtad es una devoción, de acuerdo, pero debe ser "consciente y práctica y amplia", no ciega ni tampoco inmoral, como nos dice Royce. No se puede exigir a alguien en nombre de la amistad o del amor que pruebe su lealtad a expensas de hacer algo inmoral o que esté en contra de sus propios ideales. Ese concepto de lealtad podrá ser adecuado para una novela de caballerías, pero no para una persona que forma parte de una sociedad avanzada moralmente.
Según el concepto de lealtad de Royce no se puede exigir la misma, hay que convencer para ganársela. Y desde el momento en que una persona no respeta a la otra, no la quiere por lo que es y por cómo es, no hay motivos para guardar ninguna lealtad. No se puede exigir nada cuando no se da. 
¿Quién es más traidor? ¿El que da la espalda a los lazos de sangre rebajándolos a una relación distante y tenue, o quien no cumple unas normas que nunca se comprometió moralmente a cumplir?