jueves, 31 de marzo de 2016

Beata Beatrix

“Beata Beatrix”, el famoso cuadro del pintor prerrafaelista Dante Gabriel Rossetti, finalizado en 1870, narra una historia bastante trágica. La retratada se llamaba Elizabeth Siddal(apelada Lizzie), una dependienta que se convirtió en la modelo predilecta de todo el grupo y que, al poco tiempo, se fue a vivir con Rossetti, con el que se casó en 1855. Dado que éste se llamaba Dante, decidió llamarla Beatriz, así que a partir de entonces comenzó a dirigirse a ella de esta manera. Ella provenía de un ambiente muy humilde. Es posible que el sentimiento de inferioridad asociado a la vida sórdida de modelo en un entorno de señoritos victorianos ricos y refinados, las constantes infidelidades de Rossetti y la tendencia de éste a representarla mucho más estilizada de lo que realmente era, le dañaran la autoestima, llevándole a una adicción al láudano, con un posible suicidio por sobredosis en 1862. También se especula con la posibilidad de una muerte relacionada con afecciones respiratorias contraídas al posar para el cuadro Ophelia de John Everett Millais (1852). 

Beata Beatrix

En la obra, Elizabeth es idealizada como una virgen en éxtasis en el momento de ser recibida por el Espíritu Santo, que es simbolizado como un pájaro de fuego a punto de depositar en las manos de la protagonista una flor de adormidera, planta de la que se extrae el láudano. Encima del ave vemos un reloj de sol iluminado, que marca la hora fatal de su muerte. La cabeza iluminada le otorga otro atributo de pureza celestial, y sobre ella se edifica un puente que simboliza a la vez el tránsito hacia la existencia eterna y la unión entre sus dos asesinos: Eros, en tono rojo, y el propio Rossetti (Dante), vestido con ropajes medievales, al igual que su víctima, a la que contempla desde el infierno. Lo más valorado de la obra es la expresión facial de Beatriz, que parece viva y muerta a la vez, puesto que si el rictus facial probablemente fuera el que vio el pintor cuando halló su cadáver, sus labios coloreados aún reflejan vida. 

Ophelia
Fuente: wikipedia

martes, 29 de marzo de 2016

Al silencio



Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría,
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tú nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes,
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.

Gonzalo Rojas


En uno de los países más ruidosos del mundo yo también canto al silencio, lo añoro, lo busco.
Me duelen los gritos, me desgarran las meninges los decibelios derrochados con desenfreno, me entristecen las carcajadas alcoholizadas de las calles que vienen a turbar mi sueño, me sobresaltan el corazón las voces elevadas con desconsideración de quienes no se paran a pensar en las almas que anhelan sumergirse en el silencio profundo de sus propias reflexiones y en el silencio alegre y bullicioso del cantar de los pájaros y del correr del viento.
Ruidosos del mundo, yo os condenaría al infierno del ruido eterno.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Perdón y clemencia

TITO
Del più sublime soglio

L'unico frutto è questo:

Tutto è tormento il resto,

E tutto è servitù.
Che avrei, se ancor perdessi

Le sole ore felici,

Ch'ho nel giovar gli oppressi,

Nel sollevar gli amici;
Nel dispensar tesori
Al merto, e alla virtù?

La Clemenza di Tito, Mozart

(del más sublime trono/ el único fruto es éste/ todo lo demás es tormento/y todo es servidumbre/¿qué haría, si también perdiera/ las únicas horas felices/ que obtengo en favorecer a los oprimidos/ en recompensar/ el mérito y la virtud?)


A veces, cuando hemos sufrido un daño o una ofensa irreparable, nos cuesta perdonar a quien nos lo ha infligido, y en esta sociedad de profundas raíces judeocristianas el expresar la incapacidad para no perdonar a alguien está mal visto. Sin embargo, puede que el perdón, ese concepto del que tanto se ha adueñado el cristianismo, no sea tan positivo ni tan benéfico como pueda parecer... 

El perdón es definido de forma normativa como la acción por la que una persona renuncia a vengarse, a reclamar un justo castigo o una restitución, optando por no tener en cuenta la ofensa infligida por el perdonado en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor y ofendido no queden afectadas en adelante. El que perdona, por lo tanto, y  como veremos que dice Séneca, no "hace justicia" con su concesión del perdón, sino que renuncia a la justicia en aras de otros intereses.
El perdón reporta beneficio para el perdonado, pero también sirve al perdonante , que suele tener interés en recomponer sus relaciones con el ofensor o en cumplir una obligación moral o religiosa. También cumple una función social, en principio contribuyendo a la paz y cohesión sociales, motivo por el que prácticamente todas las religiones lo suelen recomendar.
Pero veremos por qué el perdón no implica tantas ventajas ni es necesariamente justo.

Nerón y Séneca
Nos dijo Séneca en "De la Clemencia":
"Diré por qué no perdonar. Establezcamos primeramente qué es el perdón, para convencernos de que el sabio no puede concederlo. Perdón es remisión de castigo merecido. ¿Por qué no debe concederlo el sabio? (...) Se perdona al que debería ser castigado: ahora bien, el sabio no hace nada de lo que no debe hacer, ni omite nada de lo que debe realizar: así, pues, no remite la pena que debe imponer, pero lo que quiere obtenerse por el perdón lo concede por camino mucho más honroso; porque el sabio tolera, aconseja y corrige. Hace lo mismo que si perdonara y no perdona, porque perdonar es confesar que se omite algo que debería hacerse. Reprenderá a uno, pero no le castigará, atendiendo a su edad, que le permite enmendarse: a otro, a quien su crimen expone al odio público, asegurará la salvación, porque delinquió seducido o embriagado. Despedirá a los enemigos con la vida salva, algunas veces con elogios, si empuñaron las armas por honroso motivo, por la fe jurada, por alianza, por la libertad. Estas cosas no serán obras de perdón, sino de clemenciaLa clemencia tiene libre albedrío: no juzga por fórmulas, sino por el bien y la equidad. Permitido le está absolver y tasar los castigos en el precio que le conviene. Al obrar de esta manera no pretende anular la justicia, sino que sus sentencias se ciñan a lo más justo. Ahora bien, perdonar es no castigar lo que se juzga perdonable. Perdón es remisión del castigo debido: el primer efecto de la clemencia es declarar que los indultados no debían padecer otra pena. Es, por consiguiente, más completa y honrosa que el perdón. (...) El sabio remitirá gran número de castigos; conservará considerable número de hombres de mente enferma, pero que pueden sanar.(...) Siguiendo estos ejemplos, el sabio perfecto examinará de qué manera debe tratarse cada espíritu para atraer al bien a los que se han pervertido"
"Castigar a los opresores de la libertad es clemencia, perdonarlos es barbarie", dijo Robespierre.




lunes, 21 de marzo de 2016

El nacimiento de Venus



Las fuentes literarias de este mito grecorromano son fundamentalmente Las metamorfosis de OvidioSegún cuenta la leyenda, Venus, diosa romana del amor (Afrodita es su nombre griego), nació de los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Saturno y luego arrojados al mar. El título de la obra pictórica de Sandro Botticelli y los sucesores que retomaron el tema ( como Cabanel, Bouguereau, etc...) no es, por lo tanto, exacto, ya que el cuadro no representa el momento del nacimiento de la diosa, sino que muestra la llegada de Venus, sobre una concha, a la playa de una de las islas que tradicionalmente se le dedican, como Chipre, Pafos o Citerea. La diosa es empujada por el soplo de los dioses alados, entre una lluvia de flores.

Bouguereau

La gran novedad que nos ofrece Botticelli es que desde los tiempos de la Roma clásica no se había vuelto a representar a esta diosa pagana desnuda y en tales dimensiones. El desnudo femenino, que se consideraba pecaminoso en el arte medieval cristiano, se recupera en el Renacimiento como símbolo de inmaterialidad. Esta Venus no representa el amor carnal o el placer sensual sino que, con su postura y sus facciones, se acerca más al ideal de inteligencia pura o saber supremo, expresando la fascinación hacia la Mitología clásica, común a muchos artistas del Renacimiento.
Botticelli
Para finales del siglo V a.C. los filósofos habrían separado a Afrodita en dos diosas diferentes, no individualizadas en el culto: Afrodita Urania, nacida de la espuma después de que Crono castrase a Urano, y Afrodita Pandemos, la Afrodita común, "de todo el pueblo", nacida de Zeus y Dione. Entre los neoplatónicos y finalmente sus intérpretes cristianos, Afrodita Urania figura como la Afrodita celestial, representando el amor del cuerpo y el alma, mientras Afrodita Pandemos estaba asociada con el mero amor físico.
Zuber

   
Llama la atención que esta poderosa diosa, omnipresente en casi todas las culturas del mundo con uno u otro nombre, en el mito griego tenga unos de sus orígenes en los genitales de un dios masculino, cuando ella es la encarnación de la belleza femenina y el amor. Vemos cómo se repite el patrón desde los tiempos más antiguos de la Humanidad de reducir a la mujer a una parte del hombre (la costilla de Adán, los genitales de Urano), de convertirla en mero objeto de contemplación, de otorgarle divinidad por sus atributos sexuales y reproductivos. 
Es cierto que Afrodita fue una diosa combativa, que protegía a sus hijos frente a otros dioses en guerras como la de Troya y en la Eneida, pues no en vano Eneas, el padre de Rómulo y Remo, fundadores de Roma, era su hijo, pasando a tener un papel más activo que el de otras deidades y personajes femeninos en otras mitologías. 
Sin embargo, en la pintura y en el imaginario colectivo nos quedan los desnudos de una belleza femenina ideal. 
Que al final es para lo que quedan las mujeres en la mayoría de las sociedades humanas patriarcales.(o sea, todas).

domingo, 20 de marzo de 2016

Me duele hasta el aliento

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ 

En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Miguel Hernández 

miércoles, 16 de marzo de 2016

Recuerdos de un patio de Sevilla











Retrato

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, 
y un huerto claro donde madura el limonero; 
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; 
mi historia, algunos casos que recordar no quiero. 

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido 
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, 
más recibí la flecha que me asignó Cupido, 
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, 
pero mi verso brota de manantial sereno; 
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, 
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética 
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; 
mas no amo los afeites de la actual cosmética, 
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos 
y el coro de los grillos que cantan a la luna. 
A distinguir me paro las voces de los ecos, 
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera 
mi verso, como deja el capitán su espada: 
famosa por la mano viril que la blandiera, 
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo 
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—; 
mi soliloquio es plática con ese buen amigo 
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. 
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago 
el traje que me cubre y la mansión que habito, 
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Cuando llegue el día del último vïaje, 
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 
me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Antonio Machado, 1906

lunes, 14 de marzo de 2016

El Síndrome de Stendhal

"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme".

El escritor francés Stendhal experimentó esta sensación en 1817 en su visita a la Basílica de la Santa Cruz en Florencia, Italia, y lo publicó en su libro "Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio".




También se conoce como “el mal del viajero romántico”. Las personas que lo padecen son presas de una emoción que se manifiesta en un  cuadro clínico que varía según el caso. En general, podría definirse como un estado de ánimo transitorio que se  manifiesta al observar obras de arte de notable belleza, normalmente en un  espacio pequeño de tiempo y concentradas en una misma ciudad, o una sobreexposición de belleza. Esto  explicaría que Florencia, una ciudad turística de increíble belleza, sea la ciudad donde más casos se han observado de este síndrome, donde incluso los vigilantes de los museos principales (Galería de Los Uffizzi) están formados en la atención del mismo.
Se ha llegado a definir como un cuadro clínico psicopatológico en 1979 por la psiquiatra italiana Graziella Magherini, lo que ha generado controversia en el mundo de los profesionales de la Salud Mental y del Arte.




En mi caso he llegado a sufrir algo parecido al Síndrome de Stendhal observando un bello y luminoso cielo azul de verano, contemplando el vaivén de las olas en el mar, escuchando el ronroneo de un gatito en mi pecho... en momentos así siento que formo parte de algo más grande y más bello que yo misma y que el mundo entero, y que me fusiono con el universo para dejar de ser un átomo miserable y convertime en algo aún más grande.






miércoles, 9 de marzo de 2016

Una tibia tarde de marzo

En una visita a Sevilla
El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta,
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro...
Es una tarde clara,
casi de primavera,
tibia tarde de marzo,
que el hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.
En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia,
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.
Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.
Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena
y de la buena albahaca,
que tenía mi madre en sus macetas.
Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan...
Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.
Antonio Machado , Soledades

lunes, 7 de marzo de 2016

Cinismo

Según los filósofos cínicos, corriente que surgió en la Antigua Grecia en los siglos IV y III a.C, la civilización y la forma de vida que ésta conlleva son un mal, y la felicidad viene dada siguiendo una vida simple y acorde con la Naturaleza.  Mostraban un gran desprecio por las riquezas y por cualquier forma de preocupación material y pensaban que el hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz. Estos filósofos en general repudiaban las ciencias, las normas y las convenciones.
 La palabra "cínico" deriva del griego "perro", denominación atribuida a su frugal y descarado modo de vivir.
Hoy en día decimos que alguien es "cínico" cuando muestra "desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables" o "impudenciaobscenidad descarada", según el diccionario de la RAE. 



Dionisio de Sinope
No me extraña que una visión del mundo tan poco convencional como la de los cínicos haya terminado por convertirse en un sinónimo de ser un guarro y un mentiroso; es lo que suele pasar cuando alguien se vuelve contra el sistema, ahora y en la Antigua Grecia.
Realmente eran personas virtuosas, que pregonaban con el ejemplo y vivían de forma sencilla y modesta, hablaban de que los bienes materiales traían la infelicidad y el padecimiento a la vida de las personas y por eso ellos prescindían de los mismos, por lo que se tenía una imagen de estos filósofos de pordioseros y extravagantes.
Lo diferente resulta molesto, aquello que nos invita a pensar y a renunciar a nuestras comodidades mueve nuestro  más profundo egoísmo y nuestra ira, y como en un espejo proyectamos esos malos sentimientos en quienes nos despiertan esos incómodos cuestionamientos. Los guarros, los que traen el desorden, los malos son ellos.
Cínicos.


martes, 1 de marzo de 2016

Las oscuras golondrinas

Rima LIII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales,
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
esas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun mas hermosas,
sus flores abrirán;
pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
 tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así no te querrán! 



Las oscuras golondrinas vuelven cada año, hacen sus nidos en los mismos sitios, siguen siendo ellas mismas y quieren seguir siéndolo porque llevan miles de años poblando este planeta y formando parte de un paisaje que ha empezado a no contar con ellas.
Ahora los nidos de golondrinas molestan, son sucios y feos. Sobran y los destruyen, veo las fotos de los nidos destrozados con los polluelos muertos y los padres desconcertados buscando dónde anidar. Llevan siglos haciéndolo en los mismos sitios, con el tiempo han ido encontrando casas, se han adaptado a ellas, a la invasión de su territorio por parte de esos animales de dos patas destructivos y ambiciosos, han intentado compartir sus viviendas con las de los humanos, ellas estaban antes pero no se han quejado... 
El clima ha cambiado, ellas llegan en las mismas fechas desde lugares lejanos, huyendo de climatologías hostiles, pero están desconcertadas... no es como siempre, hay cambios que no han conocido a través de siglos de migraciones...
¿Volverán las oscuras golondrinas?