miércoles, 17 de abril de 2019

El señor Patata

No hay nada más frustrante a nivel laboral que tener como superior a un señor patata.
Todos conocemos ese juguete de los años 60 que consistía en un muñeco con forma de patata al que se le iban añadiendo accesorios y órganos (corbata, ojos, pelo, orejas, gafas, etc) hasta que tenía la apariencia de un señor "normal".
Pues lo mismo pasa con algunos jefes y jefecillos. Son patatas sin ningún atributo ni mérito que se van invistiendo de cosas que les dan apariencia de señores con cierto prestigio y capacidad de gestión.


Pero un patata es un patata, y no es un señor con capacidades organizativas y ciertas competencias.
Un patata o papa frita en mi tierra es un "pa na", un inútil, vago, sin ingenio, incompetente, sin creatividad ni capacidad de trabajo. Un señoro con corbata que aparenta ser algo que no es, una "persona de poca valía e imbécil, también engreída".
El señor patata tiene la formación justa, más bien tirando a escasa o inexistente, pero su curriculum está engrosado por méritos cuestionables, como ser hijo de alguien o pertenecer a una iglesia, hermandad u organización de esas que otorgan brillo y prestancia a quien no tiene otra cosa. De ahí los complementos que se le añaden como postizos al famoso juguete. Al papafrita se le acoplan cosas de las que carece y de las que carecerá siempre puesto que se las puede apropiar sin esfuerzo alguno.
El jefe señor patata es un señor con traje y corbata, puesto que esta vestimenta siempre otorga como unas gafas postizas a una patata un aire de respetabilidad. suele ser una persona además de con escasa formación para supuesto un incmpetetente que se limita a pasearse por la oficina o centro de trabajo sin hacer nada en concreto, aparentando estar ocupado pero ocioso hasta el aburrimiento. Tan inepto que no abre el correo de la empresa ni soluciona nada.
Señores patata tenemos muchos en los cargos más relevantes de la administración pública, pero también en las empresas más modestas.



Porque sin esta figura, ¿qué sería de todos esos hijos de papá que no saben hacer la o con un canuto?  Pobrecitos, estarían sin un carguito, serían unos don nadie, unas patatas rasas sin más.








https://fititu.es/definicion/cadiz-cai/papafrita/

lunes, 15 de abril de 2019

El origen pagano de la Semana Santa

Diosa Astarté
Sabemos que muchas de las tradiciones de la religión católica son de origen pagano. Esto es debido a que en la época en que la religión católica se encontraba en auge era necesario hacer la conversión de muchas personas que profesaban religiones de diferentes orígenes, tomando elementos de festividades ya existentes en religiones y culturas preexistentes. 
Un ejemplo de ello es el origen de la Navidad, Natividad o el Nacimiento de Jesús que fue ajustado para coincidir con las fechas de celebración de Saturnalia, donde además se utiliza el famoso árbol de Navidad, que fue tomado del Árbol de la vida llamado Yggdrasil de la Mitología Nórdica.
La semana santa no cae siempre en la misma fecha, se elige como domingo de resurrección el primer domingo después de la primera luna llena tras el equinoccio de primavera, una fecha muy importante para muchas religiones paganas y la luna, que puede estar relacionado con las celebraciones paganas en honor a la Diosa Ostara, o diosa de la primavera. De hecho es común en muchos países hacer la celebración de las Pascuas, que tiene origen Judío, que esta celebración incluya los huevos de Pascua y el conejo de pascua lo que es interesante, ya que el conejo es un animal que siempre ha acompañado a la Diosa Ostara en sus representaciones.

Diosa Celta Ostara


El equinoccio de primavera marca simbólicamente la entrada de una nueva estación y en las sociedades agrícolas el comienzo de la temporada de siembra. Esta era una fecha importante por lo tanto para estas sociedades, y no es extraño que muchos calendarios la contemplen como un acontecimiento importante, una festividad, o incluso como el comienzo del año. Esto pasaba con los calendarios chino y romano, que celebraban en estas fechas fiestas agrícolas. También sucedía con el calendario hebreo, aunque este pueblo paso de celebrar una fiesta agrícola a conmemorar la salida de Egipto en el mes que comenzaba  la primavera. Si añadimos a esta asimilación de las fiestas de la siembra y la primavera el que los carnavales tienen su origen en estas mismas sociedades, la historia que nos cuenta es la de la cristianización de unas ceremonias paganas.Hay muchos vínculos por tanto entre las celebraciones de la Semana Santa y los ritos ancestrales de fecundidad y de cambio de ciclo.

El origen de los carnavales parece estar en una  celebración babilónica en la que se nombraba rey a un reo por un día. El protagonista gobernaba durante todo el día como si fuera el autentico rey, se le concedían todos los caprichos, y al acabar este periodo se le ejecutaba. Todavía en muchos lugares se quema a un pelele con corona para finalizar los carnavales, y en otros lugares se produce el llamado “entierro de la sardina” para cerrar estas fiestas. La fiesta babilónica pasó a celebrarse también por los griegos y romanos. Estos últimos lo llamaban bacanales y la celebraban el 17 de marzo (con el comienzo de la primavera). Eran fiestas en las que se bebía sin medida y se daba, parece ser, rienda suelta a los placeres carnales. Este fue el origen de los carnavales que se celebraban en la edad media.
Saturnales romanas
El origen de la palabra “Pascua” es de origen judío, fiesta ordenada por Jehová (Lev. 23: 27-44) como Sábado de Expiaciones en recuerdo a la salida de Israel de Egipto. En las regiones Nórdicas de Europa, así como también en los Estados Unidos y Canadá, el Domingo de Pascua es celebrado como ya se ha mencionado con varias costumbres que provienen de Babilonia, tales como el pintar huevos de diferentes colores, éstos se esconden y los niños los buscan para comerlos.
Según un mito Babilonio, había un huevo de gran tamaño que había caído desde el cielo al río Eufrates. De este maravilloso huevo fue engendrada la diosa Astarté. Por esto el símbolo del huevo llegó a ser asociado con esta diosa. Los antiguos druidas portaban un huevo como emblema sagrado de su fe. La procesión de Ceres, en Roma, era precedida por un huevo y en los misterios de Baco se consagraba un huevo como parte de la ceremonia festiva. En China, hasta nuestros días, se siguen usando huevos de colores en su festival sagrado. En el Japón, una vieja costumbre consiste en colorear los huevos sagrados de forma muy brillante. En la Europa del Norte, en tiempos paganos, los huevos eran usados como un símbolo de la Diosa. 

La Semana Santa o Pascua Cristiana fue establecida de forma oficial por la Iglesia Católica en el I Concilio de Nicea, en el año 325. Desde entonces la Cristiandad conmemora la muerte de Cristo y su resurrección al tercer día después de muerto. Sin embargo, la Iglesia de Roma nunca dijo nada de que se sacasen imágenes de Cristo a las calles durante esos días. Se celebra en la semana de la pascua Judía. Podemos decir que en la biblia no existe ninguna referencia sobre la celebración de la semana santa y que ésta es un invento de la iglesia católica del siglo V.
Procesiones en honor de Isis
Otra de las tradiciones más arraigadas por la religión católica es la de las procesiones. Mucho antes del cristianismo existieron rituales similares, un ejemplo son las llamadas “pompas” de origen griego en la que comitivas de bailarines músicos y carros se organizaban para adorar divinidades paganas. Grupos de personas desfilan desde un lugar a otro, normalmente templos religiosos, para conmemorar un hecho divino o para rogar a Dios algo. Los cristianos de todo el mundo celebraron procesiones desde el siglo I d.C. si bien, al principio eran secretas e incluso con estilo militar para evitar las persecuciones a las que los sometían los romanos. Desde la Edad Media (siglos XII y XIII) se celebraban en muchas localidades de la Península procesiones religiosas durante los días de Semana Santa. Era, como lo es hoy, una manifestación pública de religiosidad, igual que las muchas que se celebraban a lo largo del año en toda la Cristiandad. Se potenciaron y favorecieron las expresiones colectivas de religiosidad. Se incitaba a los fieles laicos a formar asociaciones religiosas llamadas cofradías y a salir a las calles a expresar su fervor religioso. Es decir, justo lo contrario de lo que había propuesto Lutero. La Semana Santa y el Corpus se convirtieron en las mejores ocasiones para esas manifestaciones de fervor religioso compartido. Con ellas se demostraba el triunfo de la Iglesia Católica frente a los protestantes.
Goya



Fuentes:



jueves, 11 de abril de 2019

Aceptación


La aceptación radical es “reconocer con claridad lo que estamos sintiendo en el presente, de manera que podamos lidiar con esa experiencia con compasión”. Tara Brach




Con origen en el término latino "acceptatio", el concepto de aceptación hace referencia a la acción y efecto de aceptar. Este verbo, a su vez, está relacionado con aprobar, dar por bueno o recibir algo de forma voluntaria y sin oposición. Se suele distinguir entre aceptar las ideas de otro y compartirlas: en el primer caso, no es necesario estar de acuerdo, por otro lado, compartir indica claramente que se piensa del mismo modo.


Aceptar es abandonar una lucha hacia algo que no tiene solución y buscar otros caminos que nos permitan vivir como nos gustaría, de acuerdo a nuestros valores. 
Practicar la aceptación radical simplemente significa que estás reconociendo la realidad, que reconoces lo que sucedió o está sucediendo, porque luchar contra ello solo intensificará tu reacción emocional. La práctica de la aceptación radical no significa sumisión ni resignación pasiva sino que abre el camino a la resolución de los problemas. Si no te gusta algo, lo primero que debes hacer es aceptar que eso está ocurriendo, porque si estás demasiado ocupada luchando contra esa realidad, no tendrás suficiente energía para cambiarla o mejorarla.

La aceptación radical es una técnica que forma parte de la Terapia Dialéctica Conductual desarrollada por Marsha M. Linehan, una psicóloga de la Universidad de Washington, aunque ha sido Tara Brach, psicóloga y profesora de meditación y budismo, quien la ha popularizado. De hecho, la aceptación radical tiene sus raíces en la filosofía budista, según la cual es fundamental abandonar las expectativas irreales, que son las que alimentan el sufrimiento.
Según Tara Brach, la aceptación radical es “reconocer con claridad lo que estamos sintiendo en el presente, de manera que podamos lidiar con esa experiencia con compasión”. Carl Rogers también se refirió a la aceptación: “La curiosa paradoja es que solo puedo cambiar cuando me acepto a mí mismo tal como soy”. Y hace ya varios siglos William James escribió: “La aceptación de lo que ha sucedido es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia”.

La aceptación radical significa aceptar la vida como es sin resistirse a todo aquello que no podemos cambiar. Por tanto, implica decir sí a la vida, tal como es, tal como viene. Sin embargo, combatir la realidad y resistirse a ella solo crea sufrimiento. Mientras que el dolor es inevitable en la vida, el sufrimiento es opcional. El sufrimiento es lo que te sucede cuando te niegas a aceptar el dolor. El dolor viene de situaciones que no podemos evitar como la enfermedad, la muerte y la pérdida en general. El sufrimiento viene de la resistencia a aceptar que esos hechos que nos causan dolor ocurren y que no podemos cambiarlos, lo que genera rabia, ira, frustración que nos paralizan en el proceso de aceptación del dolor.



De hecho, neurocientíficos de la Universidad de Harvard comprobaron que cuando no somos capaces de aceptar lo ocurrido y pasar página, las vivencias emocionales traumáticas se quedan grabadas como huellas dolorosas en nuestro cerebro, y cada vez que se activan generan sufrimiento. 
La aceptación no significa aprobar la maldad, las injusticias o las desigualdades en la vida.  Nos puede ayudar a ver las cosas de manera más clara y cómo son. Ver por qué las cosas ocurren de la manera como lo hacen.  Al hacer una pausa para aceptar y observar cómo son las cosas y por qué, aumentamos las oportunidades de hacer mejores selecciones y llevar a cabo acciones más sabias que pueden llevarnos a mejorar la situación o al menos a no crearnos un sufrimiento que es innecesario. 

El pararse a conocer las cosas y a nosotros mismos antes de actuar de forma impulsiva e irreflexiva movidos por el sufrimiento y la emoción permite generar un proceso de reflexión, aceptación de lo externo y de nosotros mismos y abre la posibilidad de vivir más intensa y plenamente el presente y la realidad de que estamos vivos en este preciso instante. Debemos amar primero y aceptarnos antes de amar y aceptar a otros.  
Vivimos inmersos en un mundo en el que prima la acción. La reflexión y la contemplación están devaluadas en el seno de una sociedad capitalista y finalista. Sin embargo, centrarse en el ser, en lugar del hacer permite vivir con aceptación, calma y no apegarse a emociones y pensamientos que conducen al sufrimiento. Permitirse ser, no lanzarse a juzgar y hacer, facilita un estado de conexión más íntimo con nuestra propia esencia y nuestra humanidad.