martes, 19 de noviembre de 2019

Atenea y el mochuelo

En la mitología griega, Atenea​ (del griego ático Ἀθήνα, transl. Athēnē, o Ἀθηναίη, Athēnaiē), también conocida como Palas Atenea (Παλλὰς Aθήνα), es la diosa de la guerra, la civilización, sabiduría, estrategia en combate, de las ciencias, de la justicia y de la habilidad.​ Fue una de las principales divinidades del panteón griego y una de los doce dioses olímpicos. Atenea recibió culto en toda la Grecia Antigua y en toda su área de influencia, desde las colonias griegas de Asia Menor hasta las de la península ibérica y el norte de África. Su presencia está atestiguada hasta en las proximidades de la India. Por ello su culto tomó muchas formas e incluso tuvo una extensión considerable hasta el punto de que su figura fue sincretizada con otras divinidades en las regiones aledañas al Mediterráneo. En la mitología romana se la adoraba con el nombre de Minerva.


La versión más tradicional de su mito la representa como hija partenogenética de Zeus, nacida de su frente ya completamente armada después de que se tragase a su madre. Jamás se casó o tuvo amantes, y mantuvo una virginidad perpetua. Era imbatible en la guerra, ni el mismo Ares pudo derrotarla. Fue patrona de varias ciudades pero se volvió más conocida como protectora de Atenas y de toda la región del Ática. También protegió a muchos héroes y otras figuras míticas, y aparece en una gran cantidad de episodios de la mitología.


En el panteón olímpico Atenea aparece como la hija favorita de Zeus, nacida de su frente ya completamente armada después de que se tragase a su madre, Metis.​ La historia de su nacimiento aparece en varias versiones. Homero llama a Atenea hija de Zeus, sin alusión alguna a su progenitora o a la forma en la que llegó a existir,​ mientras la mayoría de las tradiciones posteriores coinciden al afirmar que nació de la frente del dios. Ya en Hesíodo la madre de Atenea es la oceánide Metis, la primera esposa de Zeus.​ Tras yacer con ella, Zeus temió inmediatamente las consecuencias, pues había sido profetizado que Metis alumbraría hijos más poderosos que él.​ Para impedir tan graves consecuencias, siguió el consejo de Gea y Urano y «la encerró en su vientre»,​ pero Metis ya había concebido una hija, Atenea, que brotaría de su frente. Píndaro añade que Hefesto abrió la cabeza de Zeus con su hacha minoica de doble hoja, el labrys, y que Atenea saltó de la cabeza completamente adulta y completamente armada, una afirmación de la que se dice que Estesícoro fue la autoridad más antigua;​ «y llamó al ancho cielo con su claro grito de guerra. Y Urano tembló al oírlo, y la Madre Gea...»​ Otros cuentan que Prometeo, Hermes o Palemón ayudaron a Zeus en el nacimiento de Atenea y mencionan al río Tritón como el lugar del suceso.


El carácter de Atenea ocupaba un lugar intermedio entre el masculino y el femenino, por lo que en un himno órfico se la llama ἄρσην καὶ ϑἣλυς,​ y por tanto es también una divinidad virgen,​ cuyo corazón es inaccesible a la pasión del amor, y que rechaza el matrimonio. Nunca tuvo consorte o amante, y fue conocida como Atenea Partenos, ‘Atenea la virgen’, título del que procede el nombre de su templo más famoso, el Partenón de la Acrópolis ateniense. No se trataba de una mera observación de su virginidad, sino de un reconocimiento de su papel como encargada de hacer que se cumplieran las normas de la modestia sexual y el misterio ritual. Este papel se expresa en varias historias sobre ella. 
Atenea compitió con Poseidón por ser la deidad protectora de Atenas, que aún no tenía nombre. Poseidón golpeó el suelo con su tridente e hizo que brotara una fuente de agua salada. En cambio, según algunas fuentes tardías, lo que hizo surgir Poseidón con el tridente fue un caballo. Por su parte, Atenea plantó un olivo.​ Zeus, o los doce dioses olímpicos, o uno de los primeros reyes del Ática, (Cécrope, Erisictón o Cránao) juzgaron que el olivo había sido plantado en primer lugar y con ello Atenea consiguió el patronazgo de Atenas.​ 

Robert Graves opinaba que «los intentos de Poseidón por tomar posesión de ciertas ciudades son mitos políticos» que reflejaban el conflicto entre religiones matriarcales y patriarcales.​ Atenea fue también la diosa protectora de otras ciudades, notablemente de Esparta. Una variante de este relato es que los propios atenienses eligieron por votación a uno de los dos dioses para que diera nombre a su ciudad. Todas las mujeres votaron por Atenea y todos los hombres por Poseidón. Ganó Atenea por un solo voto y Poseidón inundó la región. Para calmar la cólera de Poseidón desde entonces las mujeres dejaron de tener derecho al voto y los hijos no podrían tener nombres derivados del nombre de la madre.
Atenea tenía una relación especial con «Atenas», como demuestra la conexión etimológica de los nombres de la diosa y la ciudad,​ un nombre plural porque aludía al lugar donde presidía su hermandad, las Athenai, en tiempos anteriores.


Algunos autores creen que en tiempos antiguos, la propia Atenea era un mochuelo, o una diosa pájaro en general.​ En el Libro III de la Odisea, Atenea adopta la forma de un pigargo o águila marina. Estos autores arguyen que abandonó su máscara de mochuelo antes de perder las alas. «Atenea, para el momento en que aparece en el arte,» señaló Harrison, «se había despojado completamente de su forma animal, reduciendo las formas de serpiente y pájaro que una vez tuvo a atributos, pero ocasionalmente sigue apareciendo con alas en vasijas pintadas de figuras negras.»​ Algunos autores afirman que las borlas de su égida podrían ser los restos de alas.​
El epíteto homérico más común para Atenea, glaucopis ("γλαυκῶπις"), suele traducirse como ‘de ojos brillantes’ y es una combinación de γλαύκος glaukos (‘brillante’, ‘plateado’, y posteriormente ‘garzo’ o ‘gris’) y ὤψ ôps (‘ojo’, o a veces ‘cara’). Es interesante advertir que γλαῦξ glaux, ‘mochuelo’,​ tiene la misma raíz, presumiblemente por sus característicos ojos. El pájaro que ve bien de noche está estrechamente relacionado con la diosa de la sabiduría: en representaciones arcaicas, Atenea suele ser representada con un mochuelo posado en su cabeza. En tiempos antiguos, Atenea bien pudo haber sido una diosa pájaro, parecida a la diosa desconocida representada con mochuelos, alas y garras de pájaro en el relieve Burney, una terracota mesopotámica de principios del II milenio a. C.



Este ave nocturna, serena y observadora, además de por Atenea (griegos), también fue compañera de otras diosas como Mnerva (etruscos), Minerva (romanos), Neit (egipcios), Lilith (Mesopotamia), todas ellas diosas de la sabiduría, la estrategia y la guerra justa, la mayoría nacidas de la cabeza de sus dioses padresLa luna es símbolo de conocimiento indirecto, discursivo, progresivo, frío. La luna, astro de las noches, evoca metafóricamente la belleza y también la luz en la inmensidad tenebrosa. Pero no siendo esta luz más que un reflejo de la del sol, la luna es sólo el símbolo del conocimiento por reflejo, es decir, del conocimiento teórico, conceptual, racional; por ello se relaciona con el simbolismo de la lechuza.Es decir el mochuelo de Minerva/Atenea es una lechuza pequeña sin cuernos llamada Athene noctua, que mide 27 cm., pesa 200 gramos. 

Anteriormente a Atenea le acompañaba una corneja pero apartó un día a la corneja parlanchina de su compañía para evitar que los hombres confundieran la parlotería con la sabiduría, entonces adoptó a un mochuelo.
El mochuelo europeo​ o mochuelo común (Athene noctua) es un ave strigiforme de la familia Strigidae. Está muy difundida por toda la mitad sur de Europa y el norte de África, puesto que es típica de ecosistemas mediterráneos con abundancia de olivos. Tiene unos 25 cm de longitud de pico a punta de la cola.
En la Antigua Grecia era el animal sagrado de la diosa Atenea, de la cual toma su nombre científico, y símbolo de la ciudad de Atenas.​ Por ello, muchas monedas acuñadas llevaban en su reverso la imagen de este animal. El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel la adoptó en el siglo XIX como símbolo de la Filosofía.​ En la cultura romana era originariamente un ave que anunciaba muerte y, por influjo de Grecia, se convirtió, también, en el ave de Minerva.
La cultura griega consideraba al búho un animal que representaba la sabiduría, ya que era el compañero inseparable de la diosa Atenea, responsable de conceder a los humanos el don de la sabiduría y el aprendizaje. Algunas monedas recuperadas en yacimientos arqueológicos de esta época, al igual que durante el Imperio Romano, representan al búho por ser símbolo de riqueza. También se usaba como señal de que alguien tenía una posición elevada, por encima de los demás. En la antigua Roma se creía que colocar una pluma de búho en el cuerpo de una persona dormida le permitiría descubrir todos sus secretos.


El olivo es el árbol de la Luna, símbolo de la paz, de la purificación y del premio, las sacerdotisas de la diosa dormían sobre hojas de olivo para que, a través de su árbol predilecto, les infundiera el saber oracular de la luna que todo lo ve; esto habla de una tradición anterior donde el olivo era considerado representación telúrica de la Madre Tierra. Las sacerdotisas adivinas tenían una noche perfecta para el oráculo: dormir en verano en un olivar entre las argénteas hojas de sus árboles, dejándose llevar por la magia de la luna llena y el canto agudo de la vigilia nocturna de los mochuelos.
Pero hay otro aspecto del simbolismo de la lechuza que menciona Guénon y que, por su importancia, no podemos pasar por alto: la lechuza es un animal nocturno…  Vinculado, por tanto, a la luna.  Ésta es la iluminadora de la noche…  Por reflejo de la luz del sol que permanece oculto.  El sol simboliza a la luz que procede directamente del Creador, mientras que la luna se asocia al reflejo de lo divino en lo creado, a la propiedad simbólica de la creación, a la posibilidad de la mente racional de captar un indicio de Dios y ascender, mediante una hermenéutica adecuada o una gracia especial, a su directa contemplación.

Merece la pena destacar la relación con el mochuelo o lechuza con el olivo (árbol de Atenea) y el aceite, así lo vemos en expresiones como “cada mochuelo a su olivo”, o incluso en Diccionario de la lengua castellana, vulgo de autoridades (1726-1739) la etimologia que se daba a lechuza era que procedía de Lecytusa del nombre griego Lecytus, que significa Aceitera, porque se bebe el aceite de las lámparas. La imagen de la lechuza que bebe el aceite de las lamparillas aparece en literatura castellana como en esta poesía de A. Machado
Por un ventanal,
entró la lechuza
en la catedral.
San Cristobalón
la quiso espantar,
al ver que bebía
del velón de aceite
de Santa María.
La Virgen habló:
Déjala que beba,
San Cristobalón.
Sobre el olivar,
se vio la lechuza
volar y volar.
A Santa María
un ramito verde
volando traía.


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lunes, 18 de noviembre de 2019

El dilema de Aída

Aida (a veces escrito Aïda; del árabe عايدة, nombre femenino que significa 'visitante' o 'que regresa') es una ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Antonio Ghislanzoni, basado en la versión francesa de Camille du Locle de la historia propuesta por el egiptólogo francés Auguste Mariette. Aida fue estrenada en el Teatro de Ópera del Jedive en El Cairo el 24 de diciembre de 1871, dirigida por Giovanni Bottesini.
Ismail Pachá, jedive de Egipto, encargó a Verdi una ópera para representarla en enero de 1871, pagándole para ello 150.000 francos,​ pero el estreno se retrasó debido a la Guerra Franco-Prusiana. Un erudito ha señalado que por Temistocle Solera y no por Auguste Mariette.​ El libreto de Metastasio Nitteti (1756) fue una fuente principal de la trama.

En contra de la creencia popular, la ópera no se escribió para conmemorar la inauguración del Canal de Suez en 1869, ni tampoco para el Teatro de Ópera del Jedive (que se abrió con el Rigoletto de Verdi) en el mismo año. A Verdi le pidieron componer una oda para la apertura del Canal, pero declinó la petición arguyendo que no escribía "piezas ocasionales",​ pero comenzó a barajar la idea de componer una ópera. Pasha intentó convencer nuevamente a Verdi, e incluso a Gounod o Wagner, abriendo la posibilidad de componer una ópera. Cuando Verdi leyó el argumento escrito por Auguste Mariette lo consideró como una buena opción y finalmente aceptó el encargo el 2 de junio de 1870.

La ópera no especifica de manera muy precisa el período histórico en que se desarrolla, pero parece que es dentro del Reino Antiguo.​ Para la primera representación. Giuseppe Verdi nunca se habría imaginado que una de las óperas por las que se le recordaría sería AidaNo fue su decisión componerla, de hecho, rehuyó la petición del virrey de El Cairo en varias ocasiones hasta que este último le amenazó amablemente con pedírselo a otros grandes compositores de la época como Wagner o Gounod. Con ese flechazo directo al orgullo del músico italiano, este finalmente aceptó escribir una ópera de temática egipcia aunque tras el trabajo ni siquiera asistiría al estreno en el nuevo teatro de El Cairo. La representación fue grandiosa, como detalle citaremos que la corona que ceñía Amneris era de oro macizo y las armas de Radamés de plata. Dos meses mas tarde se estrenó, con la presencia de su autor, en el Teatro de la Scala de Milán, el 8 de febrero de 1872.  Constituyó un éxito clamoroso y el maestro tuvo que salir a saludar 32 veces. En esta versión de la Scala, que ha quedado como definitiva, Verdi le añadió la famosa aria para soprano O patria mia.


Argumento: Aida, una princesa etíope, es capturada y llevada a Egipto como esclava. Un comandante militar, Radamés, lucha al dividirse entre su amor por ella y su lealtad al Faraón. Para complicar la historia aún más, Radamés es objeto del amor de la hija del Faraón, Amneris, aunque él no corresponde a sus sentimientos. Aida, que está también en secreto enamorada de Radamés, es la hija capturada del rey etíope Amonasro, pero sus captores egipcios no son conscientes de su verdadera identidad. Su padre ha invadido Egipto para liberarla de la esclavitud. El Rey de Egipto declara la guerra y proclama a Radamés para ser el hombre elegido por la diosa Isis como líder del ejército.

Radamés regresa victorioso y las tropas marchan dentro de la ciudad. Agradecido, el rey de Egipto declara que Radamés será su sucesor y el prometido de su hija. Aida y Amonasro (padre de Aida) permanecen como rehenes para asegurar que los etíopes no se vengarán de su derrota. 
A la noche,  Aida espera encontrarse con Radamés tal como habían planeado. Amonasro aparece y obliga a Aida a que averigüe a través de Radamés dónde se encuentra el ejército egipcio. Cuando él llega, Amonasro se esconde detrás de una roca y escucha su conversación. Para que sea más fácil escapar, Radamés propone que usen una ruta segura sin ningún temor a ser descubiertos y también revela el lugar donde su ejército ha decidido atacar. El joven, traidor involuntario a su patria y sin posibilidad de recuperar a Aida sólo desea morir. Seguro de que, como castigo, será condenado a muerte, Amneris le pide que se defienda, pero Radamés lo rechaza firmemente. Él se siente aliviado al saber que Aida aún está viva y confía en que ella haya llegado a su propio país. 
​Radamés ha sido llevado al subterráneo del templo y sellado en una oscura bóveda, está enterrado vivo. Cree que está solo y confía en que Aida esté en un lugar más seguro. Pero oye un suspiro y descubre en la tumba a su amada, quien se ha escondido en la bóveda para morir con Radamés Aceptan su terrible destino, unen sus voces en el célebre y se despiden de la tierra y sus penas.

 En Aida se juntan la esclava etíope que sufre por el devenir de su pueblo pero también, el amor por el guerrero que conducirá el ejercito egipcio. Ella se siente sin escapatoria ante este dilema, y sólo ve la muerte como una salida al mismo. Sin embargo, como suele ocurrir en la ópera, la heroína es un mero obejto del destino en el que sólo el hombre puede intervenir. Radamés como jefe del ejército egipcio puede obtener la victoria y decidir sobre su destino, y Amonasro, padre de Aida y rey de los etíopes, decide utilizarla a ella para lograr la victoria sobre los invasores de su pueblo. Realmente vemos a una mujer dividida y manipulada en aras del amor romántico y del amor paterno, también incluso del amor a la patria, lo que le crea un conflicto difícil de solucionar. Ella intenta encontrar otra opción, que es huir junto con Radamés, a lo que éste se niega y peor aún, su padre interviene para traicionarlos a ambos. Ella, tricionada y manipulada por su propio padre decide morir con su amado. No sé hasta qué punto podría haber intentado huir sola, sin tener que elegir entre uno u otro, y poder vivir una vida lejos de los hombres que la intentar dominar sin respetar uno su lealtad a la patria y el otro el amor carnal. Seguramente todo le habría ido mucho mejor a la princesa etíope si no se hubiera enamorado "locamente" (¿hasta qué punto locamente o huyendo de un padre cruel e impositivo?) de su enemigo. 
AIDA 
Ritorna vincitor!  
E dal mio labbro uscì  
l'empia parola! 
Vincitor del padre mio,  
di lui che impugna l'armi 
per me, 
per ridonarmi una patria, 
una reggia e il nome illustre 
che qui celar m'è forza!   
Vincitor de' miei fratelli...  
ond'io lo vegga,  
tinto del sangue amato,  
trionfar nel plauso 
Dell'egize coorti!   
E dietro il carro, un re, 
mio padre, di catene avvinto! 
L'insana parola, 
o numi, sperdete! 
Al seno d'un padre 
la figlia rendete; 
struggete le squadre 
dei nostri oppressor!   
Ah, sventurata! 
che dissi? 
E l'amor mio? 
Dunque scordar poss'io 
questo fervido amore che,  
oppressa e schiava, 
come raggio di sol 
qui mi beava? 
Imprecherò la morte a Radamès,  
a lui ch'amo pur tanto! 
Ah! non fu in terra mai 
da più crudeli angosce  
un core affranto! 
I sacri nomi 
di padre, d'amante 
nè profferir poss'io, ne ricordar. 
Per l'un, per l'altro,  
confusa, tremante, 
io piangere vorrei, vorrei pregar. 
Ma la mia prece 
in bestemmia si muta, 
delitto è il pianto a me, 
colpa il sospir. 
In notte cupa 
la mente è perduta, 
e nell'ansia crudel 
vorrei morir. 
Numi, 
pietà del mio soffrir! 
Speme non v'ha pel mio dolor. 
Amor fatal, tremendo amor 
spezzami il cor, 
fammi morir! ecc.       
AIDA
¡Vuelve vencedor!
¡Y mis labios pronuncian 
esa palabra impía!
Vencedor de mi padre,
de él que empuña las armas 
por mí,
para devolverme una patria, 
un reino y el ilustre nombre
que aquí me es forzoso ocultar.
¡Vencedor de mis hermanos...
Quizás lo vea,
teñido de sangre amada,
triunfar entre el aplauso
de las cohortes egipcias!
¡Y tras su carro, un rey,
mi padre, cargado de cadenas!
¡Oh, dioses, olvidad
esas palabras insensatas!
Devolved a la hija
al seno de su padre;
¡destruid los escuadrones
de nuestros opresores!
¡Ah! ¡Desgraciada!
¿Qué estoy diciendo?
¿Y mi amor?
¿Acaso puedo olvidar
este amor ferviente que aquí,
aunque esclava y oprimida,
como un rayo de sol
me ha hecho feliz?
¡Desearé la muerte a Radamés,
a él, al que tanto amo!
¡Ah!, nunca en la tierra
se vio un corazón desgarrado
por angustias más crueles.
Los sagrados nombres
de padre, de amante,
no puedo pronunciar ni recordar.
Por eso me hallo,
confusa y temblorosa,
quisiera rogar, por uno y por otro.
Pero mi plegaria
se transforma en blasfemia.
El llanto es delito para mí,
y culpa el suspiro.
Mi mente está perdida
en la noche oscura,
y en esta angustia cruel
quisiera morir.
¡Dioses, 
apiadaos de mi sufrimiento!
Mi dolor no tiene esperanzas.
Amor fatal, tremendo amor,
despedázame el corazón,
hazme morir!, etc.     


  
Leontyne Price como Aida


jueves, 14 de noviembre de 2019

El aria de la calumnia


La calunnia è un venticello,
un'auretta assai gentile
che insensibile, sottile,
leggermente, dolcemente
incomincia,
incomincia a sussurrar
Piano piano, terra terra,
sottovoce, sibilando,
va scorrendo, va scorrendo
va ronzando, va ronzando;
nell'orecchie della gente
s'introduce,
s'introduce destramente,
e le teste ed i cervelli,
e le teste ed i cervelli fa stordire,
fa stordire e fa gonfiar.
Dalla bocca fuori uscendo
lo schiamazzo va crescendo
prende forza a poco a poco,
vola già di loco in loco;
sembra il tuono, la tempesta
che nel sen della foresta
va fischiando,
brontolando, e ti fa d'orror gelar.
Alla fin trabocca e scoppia,
si propaga, si raddoppia
e produce un'esplosione
come un colpo di cannone,
come un colpo di cannone.
Un tremuoto, un temporale,
Un tumulto generale
che fa l'aria rimbombar!
E il meschino calunniato,
avvilito, calpestato,
sotto il pubblico flagello
per gran sorte ha crepar.
E il meschino calunniato,
avvilito, calpestato,
sotto il pubblico flagello
per gran sorte ha crepar.


(La calumnia es un vientecillo/ una brisita muy gentil/ que imperceptible, sutil/ ligeramente, suavemente/ comienza, comienza a susurrar./ Bajo, bajo, a ras de tierra/ en voz baja, sibilante/ va corriendo, va corriendo/ va zumbando, va zumbando/ en las orejas de la gente/ se introduce,se introduce hábilmente/ y las cabezas y los cerebros/ y las cabezas y los cerebros/ hace aturdir y hace hinchar./ Una vez fuera de la boca/ el alboroto va creciendo / toma fuerza poco a poco/ vuela ya de un lugar a otro/ parece un trueno, una tempestad/ que en medio del bosque/ va silbando/ atronando, y te hace de horror helar/ Al final se desborda y estalla/ se propaga, se redobla/ y produce una explosión/ ¡como un disparo de cañón!/ Un terremoto, un temporal/ un tumulto general/ que hace agitar el aire/ Y el infeliz calumniado/ envilecido, aplastado /bajo el azote público podrá/ considerarse afortunado si muere.)


Podéis escuchar una magnífica versión aquí
La calunnia (La calumnia) es un aria de las diferentes versiones de la ópera El barbero de Sevilla, basada en la trilogía literaria del importante escritor francés Pierre de Beaumarchais.​ La más importante de estas versiones es la del italiano Gioacchino Rossini de 1816.
Cesare Sterbini, funcionario romano y argumentista, escribió la letra de la obra a la que Rossini puso música​ y el aria puede escucharse en el primer acto, segundo cuadro cuando, Don Basilio, el canónigo sevillano y conspirador por oficio que se dedica también al profesorado de música de Rosina, la pupila joven y casadera- recomienda al tutor de ésta, Don Bartolo, inventar alguna mentira, una calumnia, propiamente, que perjudique a aquel joven noble que la pretende, el conde Almaviva.​La prima de la obra fue el veinte de febrero de 1816 en el Teatro Argentina de Roma​ y el bajo que la estrenó fue el italiano Zenobio Vitarelli.​ Originalmente en el tono de re mayor, el aria ha sido transportada al más cómodo de do mayor y ha tenido diversos finales según la época, alterando las notas y su duración. 



La calumnia es una acusación falsa y malintencionada que se hace en contra de otra persona, sin importar que se tenga conocimiento de que la imputación surgió de una mentira. La calumnia parte de la necesidad de lastimar y hacerle daño a otro, incluso de propiciar su desestimación por parte de allegados y de la sociedad en general. Quien inicia una calumnia sabe que está mintiendo y que su acusación carece de verdad, así como también está al tanto de que este tipo de perjuicios se transmiten y dan a conocer muy rápido entre las personas. La finalidad de la calumnia es generar la difamación moral y ética de un individuo sin importar los daños y las humillaciones que éste pueda sufrir.
El aria es una obra de arte per se puesto que, mediante la incomparable música de Rossini, realza el efecto de cada frase con el uso magistral del crescendo, describiendo los cambios de la calumnia desde su nacimiento, desde un vientecito que apenas se mueve hasta el más estruendoso disparo de cañón. Veremos como la música se hermana perfectamente con las palabras, al principio es suave y ligera (como un vientecillo), pero a medida que don Basilio va explicando cómo puede ser de destructiva una calumnia, el crescendo hace su aparición así como las palabras con sonoras erres, dando una sensación de insidia y fuerza. Es una de esas arias de lucimiento para el bajo que interpreta a don Basilio.


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miércoles, 13 de noviembre de 2019

El juramento hipocrático, ¿está obsoleto?

Recuerdo que en la graduación de la facultad (uno de los ritos/eventos más falsos y absurdos en los que he participado) nos hicieron ponernos a todos los recién licenciados de pie y recitar el juramento hipocrático: a medida que iba leyendo me quedé muda, porque yo no estaba dispuesta a jurar nada, y menos por Apolo, Asclepio, Higía y Panacea. 
No pensaba venerar como a mi padre a ninguno de los profesores de la facultad, la mayoría asociados que nos ponían un power point y se limitaban a leerlo, y mucho menos a querer como hermanos a sus hijos ni a enseñarles nada de gratis. Tampoco estaba dispuesta a jurar no practicar abortos o a no dispensar medicamentos paliativos que puedan ayudar a una muerte digna.
Así que callé y una profesora (de las buenas, pero tampoco para considerarla mi madre) que me estaba viéndome hizo un gesto conminatorio para que lo recitara, pero no pude. Está claro que el juramento hipocrático original está obsoleto y que no tiene sentido, pero por suerte no soy la única que piensa así y por eso ha habido actualizaciones que al parecer mis venerados maestros no conocían. 

Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higía y Panacea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso:
Venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y asistirles en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los hijos de mis maestros, y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento, según costumbre, pero a nadie más.
En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia.
Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura.
No tallaré cálculos sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas.
En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos.
Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable.
Si el juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo contrario.

El juramento hipocrático es un juramento público, obligatorio, que solo pueden hacer las personas que se gradúan en las carreras universitarias de Medicina. Tiene un contenido de carácter solo ético porque orienta al médico en la práctica de su profesión. En su forma original regula las obligaciones hacia el maestro y su familia, hacia los discípulos, hacia los colegas y hacia los pacientes. A partir del siglo XIX empezó a ser frecuente, actualmente universal, la realización de un juramento basado en un texto modernizado, inspirado por el antiguo, distinto según la escala de valores específica de cada tiempo y lugar.
Durante casi dos mil años la medicina occidental y la medicina árabe estuvo dominada teóricamente por una tradición que, remontándose al médico griego Hipócrates (siglo V a. C.), adoptó su forma definitiva de la mano de Galeno, un griego que ejerció la medicina en la Roma imperial en el siglo II. Según la tradición, fue redactado por Hipócrates o un discípulo suyo. Lo cierto es que forma parte del corpus hipocráticum, y se piensa que pudo ser obra de los pitagóricos. Según Galeno, Hipócrates creó el juramento cuando empezó a instruir, apartándose de la tradición de los médicos de oficio, a aprendices que no eran de su propia familia. Los escritos de Galeno han sido el fundamento de la instrucción médica y de la práctica del oficio hasta casi el siglo XX.

A partir del Renacimiento, época caracterizada por la veneración de la cultura grecolatina, el juramento empezó a usarse en algunas escuelas médicas, y esa costumbre se ha ido ampliando, desde el siglo XIX, en algunos países, y desde la Segunda Guerra Mundial en otros, aunque es completamente ignorada en muchos. Aun cuando sólo tenga en la actualidad un valor histórico y tradicional, allí donde se pronuncia, el tomarlo es considerado como un rito de pasaje o iniciación después de la graduación, y previo al ingreso a la práctica profesional de la medicina.
En la Antigua Grecia se escribió el primer escrito ético relacionado con el compromiso que asumía la persona que decidía curar al prójimo; el compromiso del médico era actuar siempre en beneficio del ser humano, y no perjudicarlo. El contenido del juramento se ha adaptado a menudo a las circunstancias y conceptos éticos dominantes de cada sociedad. El Juramento hipocrático ha sido actualizado por la Declaración de Ginebra de 1948. También existe una versión, muy utilizada actualmente en facultades de Medicina de países anglosajones, redactada en 1964 por el doctor Louis Lasagna.

El juramento de ética médica clásico ha perdido fuerza moral. De acuerdo a una encuesta realizada en 1993 en 150 escuelas de medicina de Estados Unidos y Canadá, sólo el 14 por ciento de los modernos juramentos prohíben la eutanasia, el 11 por ciento el compromiso a una deidad, un 8 por ciento rechazan el aborto, y el 3 por ciento prohíben el contacto sexual con los pacientes, que eran todas máximas consideradas sagradas en el clásico juramento hipocrático.

El juramento hipocrático constituye una síntesis de la moral de la medicina griega antigua y contribuye a la estabilización de la relación tri-parte entre el médico, el paciente, y la enfermedad, conforme a "Reflexiones del juramento hipocrático de la medicina moderna", publicado en el World Journal of Surgery durante el 2010. La armonía de este triángulo interactivo ha sido trastornado por varios factores, tales como la evolución tecnológica y los medios de comunicación públicos. En estos términos, agrega este estudio, parece esencial la reevaluación del juramento hipocrático y sus mensajes  para restablecer la relación entre el médico y el paciente bajo un nuevo prisma filosófico-médico.
Conocida como "Declaración de Ginebra" fue adoptada por la Asociación Médica Mundial (AMM) en 1948 y ha sido revisada y enmendada en diferentes ocasiones (1968, 1983, 1994, 2005, 2006 y 2017). Éste es el texto aprobado en octubre de 2017, en Chicago.
COMO MIEMBRO DE LA PROFESIÓN MÉDICA:
PROMETO SOLEMNEMENTE dedicar mi vida al servicio de la humanidad;
VELAR ante todo por la salud y el bienestar de mis pacientes;
RESPETAR la autonomía y la dignidad de mis pacientes;
VELAR con el máximo respeto por la vida humana;
NO PERMITIR que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mis pacientes;
GUARDAR Y RESPETAR los secretos que se me hayan confiado, incluso después del fallecimiento de mis pacientes;
EJERCER mi profesión con conciencia y dignidad, conforme a la buena práctica médica;
PROMOVER el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica;
OTORGAR a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que merecen;
COMPARTIR mis conocimientos médicos en beneficio del paciente y del avance de la salud;
CUIDAR mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar una atención médica del más alto nivel;
NO EMPLEAR mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades ciudadanas, ni siquiera bajo amenaza;
HAGO ESTA PROMESA solemne y libremente, empeñando mi palabra de honor.

Desde su elaboración en 1948 la Declaración se ha convertido en un documento central de ética médica y una versión moderna del Juramento Hipocrático de 2.500 años. Su última revisión se produjo en 2006, considerándose la recién realizada como la más importante “al haberse dado la posibilidad de que toda la profesión médica participase y aportase, tras haber estado abierta y expuesta desde 2016 al colectivo médico de todo el mundo”, según el coordinador de relaciones internacionales de la OMC.
“Respetaré la autonomía y la dignidad del paciente”, se convierte en la frase más novedosa de la Declaración revisada. “Con ella se completan los cuatro principios fundamentales de la ética médica que todo profesional debe aplicar: Principio de autonomía; Principio de beneficencia; Principio de no maleficencia; y Principio de justicia”.
El otro aspecto novedoso es el de su compromiso por el cuidado de su propia salud, bienestar y capacidad de prestar la atención médica del más alto nivel. Con este artículo, se sella la garantía de la salud del propio paciente. Asimismo, se incluye la obligación de que el profesional comparta los conocimientos médicos “en beneficio de sus pacientes y el progreso de la salud”.
Mientras, quedan modificados algunos de los puntos que configuran la Declaración, que pasan a ser 13 en lugar de los 11 anteriores. Así, en el nuevo texto el médico no consagra sino “dedica su vida al servicio de la humanidad”. Además, no solo velará por la salud del paciente sino también por su bienestar.


 El respeto y gratitud que el médico otorga a sus maestros se extiende, a partir de ahora, a sus colegas y a los estudiantes de Medicina, mientras se suprime el punto de “considerar como hermanos y hermanas a los colegas médicos”. Además, en la nueva Declaración el facultativo se compromete a ejercer la profesión no solo “a conciencia y dignamente”, como figuraba en anteriores versiones sino, “conforme a la buena práctica médica”.
Se puede acceder a la nueva Declaración de Ginebra a través de este enlace: https://www.wma.net/es/policies-post/declaracion-de-ginebra/



http://www.medicosypacientes.com/articulo/el-juramento-medico-se-actualiza-e-incorpora-por-primera-vez-la-autonomia-del-paciente
https://www.rima.org/Noticia.aspx?IdNota=2906
https://web.archive.org/web/20140419014740/http://www.nuevarevista.net/articulos/hip%C3%B3crates-fuera-de-juego

lunes, 11 de noviembre de 2019

El Síndrome de Pickwick Y Dickens

El síndrome de hipoventilación y obesidad, también conocido como Síndrome de Pickwick, es una enfermedad respiratoria de las personas obesas que causa niveles bajos de oxígeno y demasiado dióxido de carbono en la sangre. El nivel de oxígeno es bajo y el de dióxido de carbono es alto a causa de una afección llamada hipoventilación durante el día (hipoventilación diurna). Con el SHO, también puede tener dificultades para respirar a causa del síndrome de apnea obstructiva del sueñoLas tres características principales del SHO son: la obesidad, la hipoventilación diurna (la dificultad para eliminar el dióxido de carbono) y un trastorno respiratorio del sueño (como el síndrome de apnea obstructiva del sueño).
El SHO también se conoce como el síndrome de Pickwick, porque las personas con SHO pueden tener síntomas como los que describe Charles Dickens en su ensayo Los papeles póstumos del Club Pickwick.

Los papeles póstumos del Club Pickwick, también conocida como Los papeles del Club Pickwick, (en inglés, The Posthumous Papers of the Pickwick Club) fue la primera novela publicada por el escritor británico Charles Dickens. Está considerada como una de las obras maestras de la literatura inglesa. Inicialmente fue publicada por entregas entre abril de 1836 y noviembre de 1837, y cada una de sus entregas se convertía en un acontecimiento literario. En un principio, la obra debía ser una narración inspirada en los grabados que había realizado Robert Seymour acerca de un "club Nimrod" de cazadores cómicamente inexpertos, pero el texto no tardó en imponerse a su ilustración. En torno al protagonista se agrupa un club de extravagantes personajes, cuyas peripecias, narradas con gran sentido del humor, pueden interpretarse como una sátira de la filantropía. La figura más notable de la novela, después de la de Pickwick, es la de su criado Sam Weller. El protagonista de la novela, el señor Samuel Pickwick, es un anciano caballero, fundador del Club Pickwick. La novela se centra en las aventuras del señor Pickwick junto a sus amigos los señores Nathaniel Winkle, Augustus Snodgrass, y Tracy Tupman, durante un divertido viaje por Inglaterra.

Charles Dickens, uno de los más grandes novelistas de todos los tiempos, nació en Portsmouth, Inglaterra, el 7 de febrero de 1812. En 1850 salió a la luz David Copperfield, su novela más conocida, reeditada miles de veces y traducida a casi todos los idiomas. Pero la que nos interesa ahora fue escrita por él entre 1835 y 1836, en entregas sucesivas, como una telenovela actual, y donde ya mostraba, con solo veintitantos años de edad, su casi fotográfica capacidad de observación.
El arquetipo que ha quedado para la historia de la Medicina es Joe, un personaje secundario. Se trata de un joven glotón, sumamente obeso y constantemente adormecido durante el día, debido a su mal dormir nocturno. En 1956, ciento veinte años después de la aparición de la novela de Dickens, el equipo de investigación del profesor norteamericano C.S.Burwell publicó un trabajo científico titulado “Extreme obesity associated with alveolar hypoventilation; a Pickwickian Syndrome”. Se referían a un hombre de 51 años y casi 300 libras de peso, que padecía de somnolencia, fatiga, trastornos nocturnos del sueño y una insuficiencia respiratoria grave. Así entraba en la Medicina el Síndrome de Pickwick.

Dickens, a través de su obra y su ojo detallista, describió algunas condiciones médicas que todavía no habían sido diagnosticadas en esa época.El ejemplo más conocido es lo que hoy se conoce como el Síndrome de Pickwick.
En "Dombey e hijo" Dickens describió otra cosa que aún no había sido observada por la literatura médica: el personaje de la señora Skewton sufre una "enfermedad final" que paraliza el lado derecho de su cuerpo y le quita la capacidad de hablar. Pasarían muchos años antes de que la medicina identificara que el habla es controlada por un solo lado del cerebro y que se ve afectada cuando hay daño cerebral de ese lado.
En tanto, en "Casa desolada" (Bleak House), el autor describe una condición que la neuropsicología recién entendería en tiempos modernos: la dislexiaEn esa obra, publicada entre 1852 y 1953, el señor Krook es descrito como un comerciante bebedor que se deshace de documentos sin leerlos porque "puede entender todas las letras por separado y conoce a la mayoría de ellas cuando las ve por separado... pero no puede juntarlas".
De hecho, sus descripciones forenses fueron tan perfectas que incluso párrafos de sus obras fueron citadas para enseñar medicina. En "La ciencia y la práctica de medicina", un texto de 1863, William Aitken citó un fragmento de "Nicholas Nickleby" en donde el personaje de Smike muere de tuberculosis, para describir los síntomas de la fiebre que precede el momento de la muerte.



La minuciosidad de Dickens para describir enfermedades de forma inusualmente vívida fue destacada en un obituario del autor, que fue publicado en la primera edición del British Medical Journal de 1870, y que puede verse en la muestra. "Ninguno, excepto los médicos, puede juzgar la rara fidelidad con la que [describió] los caminos tortuosos de la enfermedad y la muerte", afirma.
Sus desgarradoras narraciones sobre niños enfermos y moribundos ayudó a cambiar las actitudes hacia las enfermedades infantiles y su incansable activismo contribuyó a lo que fue su último legado relacionado con la medicina: la construcción del primer hospital pediátrico del mundo, que se erigió en Londres en 1852. El Great Ormond Street Hospital sigue ahí, a pocas cuadras de lo que fue el hogar de Dickens, en Doughty Street, donde hoy funciona su museo.