jueves, 11 de abril de 2019

Aceptación


La aceptación radical es “reconocer con claridad lo que estamos sintiendo en el presente, de manera que podamos lidiar con esa experiencia con compasión”. Tara Brach




Con origen en el término latino "acceptatio", el concepto de aceptación hace referencia a la acción y efecto de aceptar. Este verbo, a su vez, está relacionado con aprobar, dar por bueno o recibir algo de forma voluntaria y sin oposición. Se suele distinguir entre aceptar las ideas de otro y compartirlas: en el primer caso, no es necesario estar de acuerdo, por otro lado, compartir indica claramente que se piensa del mismo modo.


Aceptar es abandonar una lucha hacia algo que no tiene solución y buscar otros caminos que nos permitan vivir como nos gustaría, de acuerdo a nuestros valores. 
Practicar la aceptación radical simplemente significa que estás reconociendo la realidad, que reconoces lo que sucedió o está sucediendo, porque luchar contra ello solo intensificará tu reacción emocional. La práctica de la aceptación radical no significa sumisión ni resignación pasiva sino que abre el camino a la resolución de los problemas. Si no te gusta algo, lo primero que debes hacer es aceptar que eso está ocurriendo, porque si estás demasiado ocupada luchando contra esa realidad, no tendrás suficiente energía para cambiarla o mejorarla.

La aceptación radical es una técnica que forma parte de la Terapia Dialéctica Conductual desarrollada por Marsha M. Linehan, una psicóloga de la Universidad de Washington, aunque ha sido Tara Brach, psicóloga y profesora de meditación y budismo, quien la ha popularizado. De hecho, la aceptación radical tiene sus raíces en la filosofía budista, según la cual es fundamental abandonar las expectativas irreales, que son las que alimentan el sufrimiento.
Según Tara Brach, la aceptación radical es “reconocer con claridad lo que estamos sintiendo en el presente, de manera que podamos lidiar con esa experiencia con compasión”. Carl Rogers también se refirió a la aceptación: “La curiosa paradoja es que solo puedo cambiar cuando me acepto a mí mismo tal como soy”. Y hace ya varios siglos William James escribió: “La aceptación de lo que ha sucedido es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia”.

La aceptación radical significa aceptar la vida como es sin resistirse a todo aquello que no podemos cambiar. Por tanto, implica decir sí a la vida, tal como es, tal como viene. Sin embargo, combatir la realidad y resistirse a ella solo crea sufrimiento. Mientras que el dolor es inevitable en la vida, el sufrimiento es opcional. El sufrimiento es lo que te sucede cuando te niegas a aceptar el dolor. El dolor viene de situaciones que no podemos evitar como la enfermedad, la muerte y la pérdida en general. El sufrimiento viene de la resistencia a aceptar que esos hechos que nos causan dolor ocurren y que no podemos cambiarlos, lo que genera rabia, ira, frustración que nos paralizan en el proceso de aceptación del dolor.



De hecho, neurocientíficos de la Universidad de Harvard comprobaron que cuando no somos capaces de aceptar lo ocurrido y pasar página, las vivencias emocionales traumáticas se quedan grabadas como huellas dolorosas en nuestro cerebro, y cada vez que se activan generan sufrimiento. 
La aceptación no significa aprobar la maldad, las injusticias o las desigualdades en la vida.  Nos puede ayudar a ver las cosas de manera más clara y cómo son. Ver por qué las cosas ocurren de la manera como lo hacen.  Al hacer una pausa para aceptar y observar cómo son las cosas y por qué, aumentamos las oportunidades de hacer mejores selecciones y llevar a cabo acciones más sabias que pueden llevarnos a mejorar la situación o al menos a no crearnos un sufrimiento que es innecesario. 

El pararse a conocer las cosas y a nosotros mismos antes de actuar de forma impulsiva e irreflexiva movidos por el sufrimiento y la emoción permite generar un proceso de reflexión, aceptación de lo externo y de nosotros mismos y abre la posibilidad de vivir más intensa y plenamente el presente y la realidad de que estamos vivos en este preciso instante. Debemos amar primero y aceptarnos antes de amar y aceptar a otros.  
Vivimos inmersos en un mundo en el que prima la acción. La reflexión y la contemplación están devaluadas en el seno de una sociedad capitalista y finalista. Sin embargo, centrarse en el ser, en lugar del hacer permite vivir con aceptación, calma y no apegarse a emociones y pensamientos que conducen al sufrimiento. Permitirse ser, no lanzarse a juzgar y hacer, facilita un estado de conexión más íntimo con nuestra propia esencia y nuestra humanidad.



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