miércoles, 12 de junio de 2019

No pidas limosna de amores

DIME QUE ME QUIERES
Si tú me pidieras que fuera descalza
pidiendo limosna, descalza yo iría.
Si tú me dijeras que abriese mis venas,
un río de sangre me salpicaría.
Si tú me pidieras que al fuego me echase,
igual que madera me consumiría,
que yo soy tu esclava 
y tú el absoluto señor de mi cuerpo, 
mi sangre y mi vida.
Y a cambio de esto, que bien poco es, 
oye lo que quiero pedirte a mi vez:

Dime que me quieres, ¡dímelo por Dios!
aunque no lo sientas, aunque sea mentira,
pero dímelo.
Dímelo bajito,
te será más fácil decírmelo así,
y el "te quiero" tuyo será "pa" mis penas
lo mismo que lluvia de mayo y abril.
Ten misericordia de mi corazón, 
dime que me quieres, dime que me quieres,
¡dímelo por Dios!

Si no me mirasen tus ojos de almendra,
el pulso en las sienes se me pararía;
si no me besaran tus labios de trigo,
la flor de mi boca se deshojaría.
Si no me abrazasen tus brazos morenos,
por siempre los míos en cruz quedarían, 
y si me dijeras que ya no me quieres...
¡no sé la locura que cometería!
Y es que únicamente yo vivo por ti,
que me das la muerte o me haces vivir.

Y a cambio de esto, que bien poco es, 
oye lo que quiero pedirte a mi vez:
Dime que me quieres, ¡dímelo por Dios!
aunque no lo sientas, aunque sea mentira,
pero dímelo.
Dímelo bajito,
te será más fácil decírmelo así,
y el "te quiero" tuyo será "pa" mis penas
lo mismo que lluvia de mayo y abril.
Ten misericordia de mi corazón, 
dime que me quieres, dime que me quieres,
¡dímelo por Dios!


Quintero,León y Quiroga


Mendigar es "pedir, implorar o pordiosear una limosna de puerta en puerta o también en las calles o en lugares benéficas. Solicitar, instar o requerir el favor de alguien con importunidad, indiscreción, entremetimiento o impertinencia y hasta con desdén o humillación". (RAE)
En principio, con el vocablo latino ‘mendicus’ se nombraba al que padecía un defecto físico, el cual le impedía poder ganarse la vida y, además, movía a la compasión, pasando después a significar el pobre que obtiene por súplica su sustento. Son de la misma familia los términos latinos ‘mendum’ (defecto), ‘emendo’ (corregir, sacar algo de su estado defectuoso, enmendar), e incluso ‘méndax’ (mentiroso), al relacionarse con la idea de vicio o defecto; y también los castellanos mendicante, mendicidad y enmienda.


Para entender la trascendencia que tiene el reconocimiento en el ser humano, vale la pena recordar la jerarquía de necesidades de Abraham Maslow. Así, una vez que la persona tiene cubiertos los tres primeros niveles de la pirámide (fisiológicas, de alimentación y filiación) llega el cuarto nivel. Maslow define este cuarto escalón como la capacidad de sentirnos bien con el propio autoconcepto. Y lo hacemos gracias al modo en el que nos tratan los demás. Si yo percibo que mi entorno más íntimo y cercano me valora, creceré con mayor seguridad reconocimiento para fortalecer mi autoconcepto y mi autoestima.
En todo esto entra el mito del amor romántico, ese amor que se implora, se ruega y se mendiga porque lo puede todo, que se basa en los celos y en el sacrificio y en la ignorancia del otro. Un mito que refuerza la sociedad heteropatriarcal en su afán por unir a las personas en parejas indisolubles y alienarlas del resto.  
Sin embargo el amor en su sentido más amplio es algo que no se puede mendigar, que no se puede forzar. Si alguien te racanea el tiempo, las palabras y el afecto no te quiere. Dicen que no existe la falta de tiempo, que existe la falta de interés, porque cuando la gente realmente quiere, la madrugada se vuelve día, martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad. No esperes a quien no te espera, valórate y deja de mendigar y de rogar amor. Porque, como hemos dicho, el amor se debe demostrar y sentir, pero jamás implorar. 


Fuentes:
wikipedia

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