La Cenicienta es un cuento de hadas que cuenta con varias versiones, orales y escritas, antiguas y modernas, procedentes de varios lugares del mundo; especialmente del continente eurásico. Una de las formas del cuento de La Cenicienta más conocida en occidente es la del francés Charles Perrault, que escribió en 1697 una versión de la historia transmitida mediante tradición oral; la de Perrault que se conoce con el título "Cendrillon ou La petite pantoufle de verre" (Cenicienta o El zapatito de cristal). Anterior a ella es la del italiano Giambattista Basile "La Gata Cenicienta" (en italiano, La Gatta Cenerentola; en el original napolitano, La gatta cennerentola), que bebe de la tradición juliana; en esa zona, se habla el napolitano, en el que está escrito el cuento "de Basile", el cual forma parte de la obra Pentamerón.
El arquetipo de la Cenicienta, al igual que muchos otros cuentos de hadas, tiene una larga historia. Es así que se encuentran los primeros rastros en los antiguos egipcios (la historia de Ródope), luego entre los romanos, en el Imperio Chino del siglo IX (del que queda como legado, aún hoy en día, el pequeño pie de Cenicienta) y en Persia a fines del siglo XII, en especial en la obra del año 1197 de Nezāmí "Las Siete Bellezas" (Haft Paykar; en persa, هفت پیکر), llamada también "Bahram-Nama".
Aunque se ignora su origen, se cree que procede de Oriente, pues la anécdota clave del cuento (una joven con unos pies tan pequeños que es la única que puede calzarse la zapatilla perdida) está muy relacionada con la costumbre de vendar los pies a las niñas para que apenas les crezcan, siendo su reducido tamaño un símbolo de belleza e incluso de virtud. En esta versión oriental, la cenicienta se llama Yehshien, tiene una madrastra que le obliga a hacer las tareas más duras y a vestir con harapos, mientras la joven sueña con ropas lujosas para asistir a una fiesta (donde no hay príncipes ni nobles). Transformada y bellísima, al abandonar el baile, pierde su ligero zapato de oro; lo encuentra un rico comerciante que, aun sin conocerla, queda enamorado de la dueña del diminuto calzado y ordena a los criados que vayan en su búsqueda.
La Cenicienta de los hermanos Grimm se ajusta mejor al fondo común de esta historia universal y en ella, con sus variantes anecdóticas, pueden reconocerse una gran parte de las versiones existentes. En el baile difieren muchas de ellas. En la de los hermanos Grimm, Cenicienta no huye porque su hada madrina (que no hay) le haya marcado una hora de regreso, sino que se escapa del príncipe porque éste quería acompañarla a casa, y así lo intenta la primera noche, la segunda y la tercera, que es cuando la joven pierde el zapato de oro (en otras versiones suele ser de raso, piel o seda).
El príncipe busca personalmente a la dueña de aquel calzado. Cuando llega a la casa de Cenicienta, la primera hermana se lo prueba; como no le entra, su madre toma un cuchillo y le dice: “Córtate el dedo, porque si eres reina ya no necesitarás caminar”. Así lo hace, y cuando va cabalgando hacia el castillo, un pájaro ve la sangre en el zapato y advierte al príncipe del engaño. Lo mismo sucede con la siguiente hermanastra: “Córtate el talón, porque cuando seas reina no andarás a pie”, le dice la madre. Al ser avisado de nuevo, el príncipe la devuelve a casa: “Ésta tampoco es la doncella. ¿No tiene otra hija?...”. Al fin aparece Cenicienta, cuyo pie encaja perfectamente. Y el príncipe descubre, bajo aquel triste vestuario y una cara teñida de ceniza, a la hermosa doncella con la que había bailado. Más allá de las apariencias se halla la verdadera belleza.
Finalmente, las hermanastras serán castigadas con la ceguera (al fin y al cabo eran personas para las que sólo existía lo externo y muestra su anterior ceguera ante la realidad), mientras que en otros cuentos son los propios pájaros los que les arrancan los ojos. En casi todas las versiones, las hermanas y a veces también la madre sufren terriblemente por su mal comportamiento, lo cual es más coherente.
En la obra "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" Bruno Bettelheim defiende que los cuentos de hadas ayudan a los niños desde el momento que les proporcionan "criterios de valor", y lo hacen en un lenguaje alegórico, mítico y mágico, que no es otro que el de la propia infancia. Además indica que la estructura de estos textos convoca arquetipos de la esencia humana, que penetran adecuadamente en la psiquis infantil. Bettelheim afirma que mediante los cuentos de hadas el niño va conociendo, con alegorías adecuadas a su modo de aprehender el mundo, la cruda realidad de la vida.
Son pasos previos y necesarios en su camino de iniciación. Cenicienta madura, sale del hogar y se enamora del príncipe azul con el que toda joven sueña. La parte central del cuento: la pérdida del zapato y la búsqueda de su dueña tiene una clara alusión sexual. La zapatilla representa a la vagina y el pie, al pene. El príncipe se casará con aquella mujer cuyo pie encaje (encajar y casar son palabras sinónimas) en la zapatilla de oro. Y cuando ve que el pie de Cenicienta se acopla al objeto que lleva consigo, la mira a los ojos y entonces la reconoce como la mujer que andaba buscando desde hace tanto tiempo.
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