martes, 24 de noviembre de 2015

La plegaria de Tosca


Castel di Sant´Angelo, en Roma, donde transcurre el final de la ópera de Puccini "Tosca"


Vissi d'arte, vissi d'amore,
non feci mai male ad anima viva!...


( he vivido para el arte, he vivido para el amor. Nunca he hecho daño a un ser vivo)


Floria Tosca, artista y apasionada amante empieza así su plegaria. El perverso jefe de policía Scarpia ha detenido a su amante Mario Cavaradossi y le ofrece su vida y su libertad a cambio de gozar de su intimidad sexual. Floria se siente asqueada, pero sobre todo, no es capaz de comprender cómo algo tan injusto le ha podido ocurrir a ella, una mujer buena, piadosa, que nunca ha hecho daño a nadie, al contrario, que ha ayudado a todo el que ha podido. Mientras Scarpia da las órdenes para liberar a Mario y evitar que lo fusilen, Floria se arrodilla ante el Dios en el que siempre ha confiado ciegamente y le pregunta:


Nell'ora del dolore, perché,
perché Signore, perché
me ne rimuneri così?


(En la hora del dolor, ¿por qué, por qué Señor, por qué me pagas de esta manera?)


En estos momentos aún cree en Dios, aún cree en que existe algún tipo de fuerza superior en el Universo que de alguna manera impone un orden en las cosas para que haya justicia, para que el que se ha portado bien con sus semejantes sea premiado y el que ha actuado mal sea castigado. Pero el mundo no es así. No hay justicia, Dios no es justo. Tosca ha sido piadosa y temerosa de Dios y ahora este dios (ahora con minúsculas) se lo paga arrebatándole lo que más quiere. ¿Dónde está esa justicia que le habían prometido? ¿Dónde está ese dios que la iba a proteger? ¿En qué creer ahora?
Sin embargo, Tosca seguirá poco tiempo persistiendo en su ingenuidad y esperando de una fuerza ignota una justicia que no llega. Es una mujer fuerte y se rebela ante su destino. No es capaz de dejar que el repugnante Scarpia le ponga la mano encima y mientras se defiende lo apuñala. Inmediatamente se arrepiente y el sentimento de culpa la invade, para simbólicamente rezarle una oración.
Corre a liberar a su amado, creyendo haber engañado al destino. Y de nuevo la engañada es ella, porque lo fusilan ante sus ojos a pesar de que Scarpia le había asegurado que iba a ser una pantomima. Y otra vez más ella se rebela ante la injusticia.
En lugar de entregarse a la resignación, a la Ley que la persigue, comete el acto más impío, más liberador: el suicidio.











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