jueves, 16 de junio de 2016

El chivo expiatorio o emisario

“El hombre es el único animal que puede permanecer en términos amistosos con la víctima que tiene intención de comer, hasta que se la come”, escribió Samuel Butler.


El origen de la expresión "chivo expiatorio" lo encontramos en un ritual que practicaban los antiguos judíos para celebrar el Día de la Expiación (Yom Kippur). Consistía en elegir a dos machos cabríos (chivos) y mediante el azar designar a uno de los animales para sacrificarlo a Yahveh con todos los honores. Con su sangre se rociaba el Propiciatorio (arca de la alianza). Sobre el otro chivo, llamado Azazel, recaía la culpa de todos los pecados del pueblo, en una ceremonia en la que el rabino, purificado y vestido de blanco ponía sus manos sobre la cabeza del animal, después de haber oído las culpas del pueblo, traspasando así la culpa del pueblo a éste,  para luego llevarlo al desierto en calidad de emisario y ser abandonado allí (según algunas fuentes era además apedreado).
Estas ceremonias religiosas, del pueblo judío y otros cultos religiosos, dirigidas a transferir las culpas colectivas a un animal, en este caso un chivo, se tratan de ritos mágicos, que en algunas culturas podían llegar a aplicarse a seres humanos. El pueblo se sentía purgado y libre de culpas mediante estos ritos, que han sido ampliamente estudiados y que algunos autores consideran importantes catarsis colectivas para descargar tensiones sociales que de otra manera podrían desembocar en disturbios de elevada violencia.
El chivo expiatorio

Este término se utiliza hoy para describir el hecho de descargar sentimientos negativos o culpas en alguien que no es el verdadero causante o culpable, pero que actuaría como un receptor de esa agresión. 
El proceso mental que actúa detrás de esta descarga recibe el nombre de proyección. La proyección es un mecanismo de defensa del Yo por el que el sujeto atribuye a otros las propias virtudes o defectos. En el caso de la proyección negativa, ésta opera en situaciones de conflicto emocional o amenaza, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto. Se "proyectan" los sentimientos, pensamientos o deseos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o ansiedad, dirigiéndolos hacia algo o alguien y atribuyéndolos totalmente a este objeto externo. Por esta vía, la defensa psíquica logra poner estos contenidos amenazantes fuera y así calmar la propia angustia. No suele ser un mecanismo de defensa muy adaptativo por lo general. Vemos en otras personas el miedo, la ira, la codicia, la maldad que residen primariamente en nosotros mismos y que no podemos reconocer.


 Un alcalde de Viena, durante los días del régimen nazi, quería acordarle un privilegio a un judío prominente. A la objeción de que su beneficiario procedía de una familia judía, contestó diciendo: “Me corresponde a mí decidir si es o no judío”. El hecho de que los nazis convirtieran a ciertos judíos privilegiados en “arios honorarios” muestra la importancia que tiene que mantener intacta la minoría perseguida. Mientras esto puede hacerse, es posible pensar que el mal procede de un grupo integrado y personalizado con valores ajenos, y que posee un carácter permanentemente amenazante, que se continúa de generación en generación. Esto facilitaría la cohesión del grupo mayoritario mediante la condena del chivo expiatorio o minoría que así se hace culpable de todos los males de la sociedad.
En psicología social, el chivo emisario es un rol adjudicado (y asumido) por un miembro del grupo. A partir de esa asunción, éste “se hace depositario de los aspectos negativos o atemorizantes del mismo o de la tarea”; es una suerte de acuerdo tácito en el que se comprometen tanto él como los otros miembros, llamados “expiadores”, que lo segregarán del grupo para preservar al mismo (Pichon-Riviére). El chivo emisario o expiatorio se hace cargo de las cosas depositadas sobre él y cuando se va, se lleva consigo todas esas cualidades negativas del grupo, como el chivo Azazel al ser abandonado en el desierto se lleva consigo todos los pecados del pueblo israelí. Pero realmente no es así, y a veces puede generar en el gripo sentimiento de culpa.


Cualquiera puede convertirse en Chivo Expiatorio. Cualquier persona cuyo comportamiento difiere del estipulado por su entorno, puede ser considerado una amenaza para la hegemonía del grupo. Muchas veces alguien puede ser elegido como chivo expiatorio precisamente por sus mejores cualidades, ya que cualquier cualidad que no se encuentre circunscrita dentro del “standard” aceptado por el mismo, convierte a aquella persona en alguien "diferente" y por tanto puede ser interpretado como una potencial amenaza a la delicada cohesión del mismo. Sus mejores cualidades pueden despertar la envidia o inseguridad en los otros.
Imagen del test proyectivo de Roscharch


“Todos los grupos, llegan a un límite de inercia que generalmente hace que su progreso sea más lento que el del individuo. Es así como inevitablemente llega el día, en que el propósito del grupo queda estancado frente a las expectativas del individuo.” (Thorwald Dethlefsen)
Cuando empiezas a sentir que el grupo es más lo que entorpece que lo que apoya tu progreso, significa que estás en peligro de convertirte en un "outsider". Y más aún, eres el perfecto candidato para ser chivo expiatorio. Si eres una persona mediana o altamente creativa o tienes muchos intereses, tu creatividad puede ser uno de los factores que te hagan susceptible de convertirte en un “scapegoat”o chivo expiatorio. La sociabilidad es generalmente un factor de protección, así como si la tendencia del individuo es hacia la soledad, será especialmente vulnerable a convertirse en el próximo chivo expiatorio del grupo. Y el riesgo es aún mayor si resulta una persona sensible y receptiva.

Así pues, vemos que desde tiempos inmemoriales y en situaciones límites, los grupos humanos tienden a usar la táctica de depositar las culpas y los aspectos negativos en un sujeto o minoría para luego castigarlo o expulsarlo. Una situación que para el chivo expiatorio es injusta y de gran indefensión. Puede ser de gran utilidad para preservar la cohesión del grupo o el orden social, pero ¿a qué coste? 
Un grupo de personas que trabajan juntas y acosan a un compañero porque es más creativo o tiene ideas diferentes... ¿merece seguir existiendo como grupo a costa de hacer terrorismo psicológico a un semejante?
Cobardía, eres inherente a la naturaleza humana.

2 comentarios: