jueves, 10 de agosto de 2017

El perverso narcisista y el acoso moral

“El mal que provoca un perverso es indiscriminado, pero prefieren a las personas cercanas, como familiares o parejas sentimentales”, explica el psicoanalista Paul-Claude Recamier.



El perverso narcisista es una persona sin capacidad de empatía real. Su empatía es utilitaria, pues sólo reconoce las necesidades del otro en la medida que sirvan a su propio beneficio. Esta expresión es una personificación de una serie de desviaciones, las cuales se asocian a un conjunto de síntomas descritos en 1986 por Paul-Claude Racamier como una organización estable caracterizada por la capacidad y el placer de resguardarse de los conflictos internos y en particular del "dolor por el otro," haciéndose valer en detrimento de un objeto manipulado como un utensilio. Racamier desarrolló el concepto como "una disfunción en la interacción".
El término se acota, pues, de forma empírica y sin consenso de la comunidad médico-científica. Sin embargo, los constructos que más se acercan a este concepto son el Trastorno narcisista de la personalidad y la PsicopatíaSin embargo, este recurso terminológico se utiliza a veces en psicopatología para designar a individuos que presentan una personalidad marcada por rasgos exacerbados de Narcisismo y de perversión, consistente en la satisfacción de deseos y necesidades a expensas de los otros. (más información sobre el narcisismo en  este enlace de este blog).



La psiquiatra francesa Marie France Hirigoyen describe las mecánicas perversas de acoso en distintos ámbitos personales y sociales en su libro titulado "El acoso moral": 

“…El perverso no es un enfermo. El perverso se ha forjado, con probabilidad, en la infancia, cuando no pudo realizarse. Creó férreas defensas contra los demás para protegerse y así una actitud que podía haber sido simplemente defensiva y aceptable se convierte con el paso de los años en una personalidad incapaz de amar y convencido de que el mundo entero es malvado. Insensibles, sin afectos: ésa es su fuerza. Así no sufren”. En la mayoría de los casos el origen de la tolerancia de la víctima o de la agresión del perverso se halla en una lealtad familiar que consiste en reproducir lo que uno de los padres ha vivido: “Agreden para salir de la condición de víctima que padecieron en la infancia, cuando tuvieron que separar las partes sanas de las partes heridas. Ahora siguen funcionando de forma fragmentada, dividiendo su mundo en bueno y malo. Temen la omnipotencia que imaginan en los demás porque se sienten profundamente impotentes. Por ello necesitan protegerse hasta destruir”.
Para Marie-France Hirigoyen, la perversidad no proviene de un trastorno psiquiátrico, sino de una fría racionalidad combinada con la incapacidad de considerar a los demás como seres humanos. El perverso sabe cómo seducir al resto del grupo y conseguir que funcione de manera inhabitual; conoce sus límites y frena su acción cuando percibe que puede ser descubierto.



Los perversos narcisistas, según Alberto Eiguer, intentan crear un vínculo con un otro individuo, atacando muy especialmente su propia imagen de integridad con el fin de desarmarlo. Es decir, atacan el amor propio de los otros, su confianza y la autoestima para hacerles creer que el vínculo con el perverso es irreemplazable y que es el otro quien lo solicita.
El perverso narcisista adolece de capacidad para sentir culpa y sólo le preocupa la imagen que proyecta al resto, sin llegar a considerar a los otros como personas, es decir para él sólo son objetos que puede utilizar. Es importante conocer las formas de actuar del perverso:
-El actuar perverso, según Marie-France Hirigoyen, se caracteriza por la falta de comunicación, ya que este sujeto elude las preguntas directas y como no habla proyecta una imagen de grandeza o de sabiduría.
-El agresor perverso siempre niega la existencia del reproche y del conflicto; neutraliza, pues, a la víctima al hacerle creer que el problema es inexistente.
-El mecanismo de este tipo de personalidades se articula negando a sus víctimas la oportunidad de ser oídas, pues no le interesan otras versiones de los hechos. Con esta supresión del diálogo, el perverso viene a decir que el otro no le importa.
-Hirigoyen también describe que la voz del perverso al dirigirse a su víctima suele ser fría, insulsa y monocorde, sin una tonalidad afectiva, lo que causa inquietud.
-El mensaje del perverso suele ser voluntariamente vago; con ello genera confusión y aún recurre a negar lo dicho para eludir los reproches. Al tiempo que se abstiene de terminar sus frases, utiliza alusiones y envía mensajes sin comprometerse.
-El perverso utiliza la mentira, pero no de una forma directa; más bien prefiere usar un conjunto de insinuaciones y silencios que generen un malentendido en su propio beneficio.
-La agresión perversa se caracteriza por llevarse a cabo en silencio, mediante alusiones e insinuaciones. Con ello, el perverso evita que se pueda determinar cuándo haya podido comenzar, o bien que se pueda catalogar su naturaleza, ya que infunde confusión en la víctima; ésta, si llega a señalar el hecho pernicioso, será refutada por el sujeto perverso y, más aún, la querrá convencer de que es ella la agresora (¿no nos suena la imagen del agresor haciéndose la víctima?).




La psiquiatra Marie-France Hirigoyen opina que los casos más graves de acoso, los que acaban con el suicidio de la víctima, se deben denominar acoso psicológico y ser considerados casos de psicoterrorismo. El acoso moral sumerge a la víctima en una espiral depresiva que puede acabar en suicidio. Para Hirigoyen, los casos extremos de acoso moral son asesinatos psíquicos. Permite desembarazarse de alguien sin mancharse las manos. Para el profesor Iñaki Piñuel y Zabala, el origen del acoso suele encontrarse en el modo en que la víctima resulta, por diferentes razones, una amenaza para el gang (grupo) que la acosa.
Las técnicas de acoso son soterradas y sutiles: palabras, miradas, insinuaciones, mentiras, difamaciones, etc. El acosador impone su voluntad (de forma continuada y progresiva), tergiversando la situación desde una posición de fuerza: posee la verdad y el poder.


Las relaciones de acoso que establecen los perversos narcisistas se desarrollan en dos fases, primero la seducción y luego la violencia. El periodo de seducción puede durar años; Racamier lo llama "privación del seso" cuando explica el proceso de preparación y desestabilización que sufre la víctima, hasta acabar ésta perdiendo la confianza en sí misma.
La seducción se produce a través de un proceso de influencia y dominación. En este proceso de seducción en una sola dirección el perverso procura fascinar sin ser descubierto, a través de una conjura de la realidad y una manipulación de las apariencias.
El dominio se produce a través de tres ejes de control, que tienen un componente destructor, que anula el deseo y la especificidad de la víctima:
- Una acción de apropiación mediante el desposeimiento del otro;
- Una acción de dominación que mantiene al otro en un estado de sumisión y dependencia;
- Una acción de discriminación que pretende marcar al otro.



Según Hirigoyen, la violencia perversa es difícil de detectar por los testimonios externos y es negada por el agresor, que se niega a asumir su responsabilidad en el problema y culpa a la víctima. Para la psiquiatra esto constituye una violencia adicional, que recae sobre la víctima cuyo testimonio es despojado de credibilidad, lo que genera una violencia reactiva en ésta. La violencia del perverso es indirecta, no deja marcas físicas ni heridas pero si daños psicológicos que pueden ser de por vida. Esto constituye un tipo de acoso moral, es decir una repetición frecuente, intencionada, indirecta e invisible.

El agresor no pretende destruir a su víctima de inmediato. Su objetivo es someter y controlar: anular la capacidad de defensa y el sentido crítico, la capacidad de rebeldía. Trata de poner a los empleados en contra de la víctima (manipula al entorno para conseguir aliados entre los compañeros de trabajo, amigos y familiares o su silencio) para ejercitar su acoso. La eliminación de la víctima del acoso moral suele ser la forma habitual de culminar el proceso. 

Como vemos hablar de asesinato psíquico y de psicoterrorismo no es exagerar, más cuando estos mecanismos de desgaste y tortura mental están descritos y son bien conocidos pero a la Ley no le interesa reconocer ni penar.
Racamier

Fuentes: 
Wikipedia
El acoso moral, M-F Hirigoyen
agradecimientos:





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