lunes, 7 de septiembre de 2020

Los fantasmas hambrientos o el deseo insaciable.

En el marco de las mitologías budistahinduista y jaina, un preta es un tipo de espíritu atormentado, el alma de un fallecido. En la mitología budista, el reino de los pretas, también conocido como el «reino de los espíritus hambrientos», se basa en el estado de ser posesivo y en el deseo. Se cree que un preta fue una persona envidiosa o avara durante su vida previa como ser humano. Como resultado de su karma, padece un hambre insaciable de una sustancia determinada o por un objeto (tradicionalmente, algo repugnante o humillante, como cadáveres humanos o materia fecal, aunque en historias más recientes puede ser cualquier cosa estrambótica).

Los pretas generalmente son vistos como pequeñas molestias causadas a los mortales, a menos que su deseo se dirija hacia algo vital, como la sangre. Sin embargo, en algunas tradiciones, los pretas tratan de evitar que otros satisfagan sus propios deseos, valiéndose de la magia, las ilusiones, o los disfraces. También pueden volverse invisibles o cambiar sus caras para asustar a los mortales. Están representados con pequeños cuellos escuálidos y enormes barrigas, plagados de poderosos deseos que nunca podrán satisfacer. Los pretas generalmente son considerados como seres dignos de compasión. Así, en algunos monasterios budistas, los monjes les dejan comida, dinero o flores antes de las comidas.

festival chino de los fantasmas hambrientos


Como los pretas, los seres humanos nos encontramos en una constante búsqueda de algo, en este caso de libertad, paz y felicidad interior. Sin embargo en la sociedad en que vivimos orientada a los logros externos, el hedonismo mal entendido y a lo material solemos buscar fuera de nosotros mismos la realización de estos deseos. Así, nos embarcamos en la búsqueda incesante del placer y en alejarnos del dolor, pero lo único que hace esto es ocasionarnos más sufrimiento. Nos obsesionamos con sustitutos o satisfacciones inmediatas que no pueden llenar ese vacío dentro de nosotros. Como beber agua salada para saciar nuestra sed, los sustitutos nunca satisfacen las necesidades más profundas. Nos obsesionamos con el éxito, la belleza, el dinero, el poder, el consumo, la aprobación y el prestigio, que no son cosas duraderas y que tampoco pueden hacernos verdaderamente felices. 

Resulta necesario transformar la relación que tenemos con el deseo y también con el dolor, ya que la incapacidad de aceptar el dolor inevitable de la vida nos lleva a refugiarnos en deseos no saludables que terminan por producir mayor sufrimiento. 



La imagen de los "fantasmas hambrientos" del budismo resulta muy gráfica de lo que muchas personas se empeñan en hacer con sus vidas, consciente o inconscientemente. Seguro que a todos se nos viene a la mente algún conocido de cuello estrecho y enorme barriga cuya insaciabilidad es abismal y que además transmite una imagen de gran sufrimiento. Demandan, desean, persiguen pero nunca están en paz como esos fantasmas condenados a la sed eterna. Son personas que ni siquiera saben lo que quieren, que se sienten vacías y carentes de sentido, como ya hemos comentado, algo muy frecuente hoy en día. Vivimos en una sociedad que moviliza lo material y lo superfluo y que nos vacía como seres humanos, dejándonos en la carencia constante y en el anhelo insaciable. El vacío existencial como forma de ser nos convierte en fantasmas hambrientos que nunca dejan de evitar que otros satisfagan sus propios deseos desde la búsqueda infructuosa de sentido.




https://es.wikipedia.org/wiki/Preta

http://www.psy.co/descondicionamiento-de-los-fantasmas-hambrientos.html

https://psicologiaymente.com/psicologia/apego-al-deseo

https://www.psico.org/articulos/deseo

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