miércoles, 20 de junio de 2018

Rajoy, ese gran hombre impuntual

Ayer los medios de comunicación del stablishment ensalzaban al expresidente del gobierno, ese señor que comparecía en plasma para impedir que los periodistas le pusieran la cara colorada cuando anunciaba medidas de recortes sociales abusivas, o de rescate de los bancos, o de leyes mordazas.
Ese que dejó la ley de Memoria Histórica con un presupuesto 0 y que decía que no entraba en "esas cosas" del feminismo (léase brecha salarial y asesinatos machistas). El mismo que abrió heridas terribles en Cataluña y que miró a otra parte cuando mataron a balazos de goma a personas que entraban nadando en una playa de Melilla para salvar sus vidas.
Ese señor que no ha sido capaz de hilar respuestas coherentes ni discursos mínimamente elaborados y que cuando se veía levemente confrontado se hacía la picha un lío y soltaba estupideces. Nos reíamos, sí, con lo del vecino y el alcalde y lo de la europea, y esas cosas, pero la realidad es que un presidente del gobierno que no es capaz de  argumentar con solidez da mucha vergúenza.
Ha salido del gobierno por un acúmulo de circunstancias vergonzantes, como que ha mentido descaradamente al declarar en un tribunal en una trama de corrupción en el partido que lidera, algo que debería condenarlo al ostracismo social y político.
Pero los medios lo alaban por rechazar su escaño de diputado e incorporarse a su cómodo puesto de registrador de la propiedad ganado a la primera a los 22 años (qué tipo más brillante) al que resulta que llega 50 minutos tarde el primer día.
Ese gran hombre llega 50 minutos tarde a su primer día de trabajo después de casi 30 años de excedencia. Me pregunto, ¿qué nos pasa a cualquier españolito de a pie si llegamos tarde a nuestro puesto de trabajo el primer día?
Pues eso.
Iguales, y una mierda.

El gran hombre corrupto

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