lunes, 28 de diciembre de 2015

Un baile de máscaras

Che ti resta, perduto l’amor –
Che ti resta, mio povero cor!
...
Su, coraggio – e tu fatti di pietra,
Non tradirmi, dal pianto ristà:
O finisci di battere muor,
T’annienta, mio povero cor!




(qué te queda, perdido el amor / qué te queda, mi pobre corazón / ... /Vamos, coraje, hazte de piedra / no me traiciones, abandona las lágrimas / deja de latir o  muere / ¡anúlate, pobre corazón mío!)

En la ópera de Verdi "Un ballo in maschera" la protagonista Amelia se ve obligada a renunciar al hombre al que ama por respeto a un matrimonio impuesto. Debe mandar hacer a su corazón lo que es correcto según las convenciones sociales (anúlate, pobre corazón mío), aunque eso signifique vivir una vida vacía, sin esperanzas y sin sentido para ella.
La encontramos en el momento en que, desesperada ante el futuro de desamor y soledad que le aguarda, recurre a una hechicera que le indica que beba de unas hierbas que la harán dejar de sentir el amor que le da sentido a su vida. Ella duda. No sabe si es peor dejar de amar y por tanto dejar de ser ella misma que sufrir el dolor de la pérdida.
Es un dilema al que todos nos hemos enfrentado, el ser o no ser. El dolor de la pérdida del yo o la comodidad de amoldarse a lo que es socialmente aceptable. En general se nos vende la máscara, las bondades de asimilarnos a la mayoría y no hacernos notar. Es bueno no ser diferentes y no romper las normas de lo que está bien visto. Sin duda es un camino cómodo, confortable, lleno de facilidades y que se suele recorrer acompañado y con el consentimiento de todos nuestros congéneres.
El atreverse a ser diferente, a desafiar lo socialmente aceptable es muy duro. Hay que estar dispuesto a afrontar una soledad implacable, la incertidumbre, la desaprobación, el rechazo.
Vivimos en un baile de máscaras.




No hay comentarios:

Publicar un comentario