lunes, 21 de noviembre de 2016

Oda a Afrodita, de Safo

La poetisa Safo nació en la isla de Lesbos, Grecia, en la ciudad de Mitilene, alrededor del año 620 a.C , en el seno de una familia aristocrática. Pasó su infancia y parte de su juventud en Lesbos hasta que en 603 a.c  se vio obligada a exiliarse en Siracusa. Además de su actividad literaria y artística, Safo participó asiduamente en las luchas polítcas que tuvieron lugar en Lesbos y cargó muy duramente contra el tirano Pítaco. Parece ser que incluso estuvo implicada en una conspiración para matarlo, junto a Alceo y otros camaradas, y que descubierta esa conspiración, Pítaco les mando arrestar. Aunque finalmente les perdonó la vida, a cambio hubieron de partir al exilio en Siracusa. Esto ocurrió en torno al año 593 a.C.
Volvería a su tierra natal en el año 595 a.C. ,donde viviría hasta el 560 a.C. dedicándose a la composición y a la educación de las jóvenes aristócratas de la isla de Lesbos, creando la llamada "Casa de las Musas". Esta escuela estaba dedicada a la educación de las jóvenes vírgenes, instruyéndolas en varias artes. A diferencia de otras educaciones destinadas a mujeres casaderas, en esta escuela se celebraba el canto a la boda y no a la maternidad, al placer del amor de una pareja y no a la procreación, buscando el placer de acercarse a la belleza y no a la búsqueda de los hijos. Este ideal de búsqueda de belleza nos remite a la poesía, la danza y la música que allí se cultivaba.

Safo de Milene fue una reconocida poetisa de su época, maestra de la poesía lírica, la cual se cantaba acompañada de una lira, consiguiendo innovarla desde un punto de vista técnico y estilístico. Técnicamente, desarrolló lo que se llama la “estrofa sáfica”. Su obra estaba escrita en dialecto eólico y se caracterizaba por ser la primera vez que se hablaba en primera persona y se trataban sentimientos personales en la poesía, puesto que trataba del amor, cantaba a lo cotidiano, a las contradicciones, las pasiones y las ternuras. Se sabe que Safo amó tanto a mujeres como a hombres, algo que entre los antiguos griegos se consideraba habitual y se  normalizaba, y en sus versos cantó su amor hacia las mujeres sin tapujo alguno, lo cual hizo que a lo largo de los siglos tuviera muchos detractores. Como es bien sabido el nombre de Safo dio origen al término "sáfico", mientras el lugar de su nacimiento, Lesbos es el origen del término "lesbianismo".
Lejos de su misteriosa muerte y de su vida, lo que más nos ha llegado o perdurado es su obra, o más bien la importancia que tuvo ésta, ya que, desgraciadamente, tan sólo conocemos de la misma pequeños fragmentos a través de otros autores. Casi toda su poesía está dedicada a otras mujeres amadas, y alguna a sus hermanos. En total escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos, pero apenas se conserva una mínima parte de ellos. Su poema más importante es la Oda a Afrodita. También conviene decir que, ya en pleno siglo XX , se descubrió un papiro con seis fragmentos de sus poemas y la Oda a las Nereidas.


Aunque su persona tuviera una gran relevancia en su tiempo, el simple hecho de ser mujer la persiguió a lo largo de la Historia. Por expresar abiertamente la atracción que sentía hacia sus discípulas y describir y alabar la relación erótica que puede haber entre dos mujeres (algo que también pasaba en las escuelas griegas masculinas pero que no tenía relevancia ninguna y no era considerado "anormal") le achacaron la falsa imagen de prostituta y perversa sexual.  Safo comenzó a recibir los primeras descalificaciones ya en vida, por parte de diversos autores, principalmente de Atenas, una sociedad donde solamente las cortesanas (hetairas) tenían acceso a la cultura y la vida social, mientras que las demás mujeres se quedaban limitadas al ámbito de lo doméstico sin poder optar a una educación y ocupándose de las labores de la casa. Esto nos da una idea del pensamiento con el que Safo fundó su academia, en un acto de llevar la contraria a las ideas patriarcales atenienses.
A menudo los historiadores y la propia literatura, en su habitual línea de invisibilizar a las mujeres en la Historia, han dejado de lado a Safo, aunque en la Grecia antigua después de su muerte se llegaron a acuñar monedas y erigir estatuas con su imagen, y el mismísimo Platón la elogió y se refirió a ella como la "Décima Musa".



La oda a Afrodita es uno de los poemas más conocidos de Safo. Además, tiene la particularidad de que es probablemente el único poema de ella que nos ha llegado completo. A esta oda, solo le falta un pequeño pedazo al inicio del tercer verso de la quinta estrofa. De los demás poemas de Safo lo que nos ha llegado son estrofas o versos sueltos omenciones en obras de autores contemporáneos.
La obra sáfica es por lo tanto revolucionaria en cuanto estructura y por aportar una visión de mundo desde el paradigma femenino, subvirtiendo la mirada masculina patriarcal que caracterizaba la Edad Arcaica. El mundo heroico, brusco y fuerte de la poesía épica y las gestas militares del pasado, da paso a uno sensible, delicado y suave, es decir, femenino. Safo adopta en su obra una posición subjetiva, tomando como objeto de su arte su propia interioridad; vaciaba su propia alma en el molde de los versos, para que los demás nos identificáramos o nos disociáramos de ellos.

Oh, tú en cien tronos Afrodita reina,
Hija de Zeus, inmortal, dolosa:
No me acongojes con pesar y sexo
Ruégote, Cipria!

Antes acude como en otros días,

Mi voz oyendo y mi encendido ruego;
Por mi dejaste la del padre Zeus
Alta morada.

El áureo carro que veloces llevan

Lindos gorriones, sacudiendo el ala,
Al negro suelo, desde el éter puro
Raudo bajaba.

Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblante

Te sonreías: ¿Para qué me llamas?
¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora?
—me preguntabas—

¿Arde de nuevo el corazón inquieto?

¿A quién pretendes enredar en suave
Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
Mísera Safo?

Que si te huye, tornará a tus brazos,

Y más propicio ofreceráte dones,
Y cuando esquives el ardiente beso,
Querrá besarte.

Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple,

Liberta el alma de su dura pena;
Cual protectora, en la batalla lidia
Siempre a mi lado.


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