miércoles, 5 de julio de 2017

estás a mi servicio

Yo te pago por un servicio y por ello me siento con derecho a absorberte como ser humano, en tu esencia y en tu tiempo, todo lo que pueda y lo que tu educación y amabilidad me permitan, hasta el límite de lo humano y lo decente, porque yo pago.
Yo pago y como ser inhumano que soy me siento dueño de tu alma, de tu tiempo, de tu todo.
Te digo cómo hacer tu trabajo, te digo lo que es posible y lo que no, lo que es lícito y lo que no, lo que es moral y lo que no.
Me da igual que vendas un saber o una práctica, porque yo sabré más que tú al tener acceso a internet. Te diré lo que tienes que hacer y te dirigiré en tu labor, te coaccionaré para que no actúes libremente dentro de tu buen hacer y de la buena praxis, y me limpiaré las manos diciendo blandamente que dios no quiera que yo haya querido influir en tus decisiones.
Irrumpiré en tu espacio y en tu tiempo, exigiendo una atención desmedida porque yo valgo más que cualquier otra persona y porque exijo que tú estés pendiente de mí en cada pequeña vicisitud que se me presente, aunque me hayas dicho que tengo que aprender a resolver los problemas por mí mismo.
Tengo un problema, quiero que me lo arregles tú, no quiero que me enseñes a afrontarlo yo.
No soy consciente de que mi problema es que me miro el ombligo y no veo que hay más personas sufriendo a mi alrededor. No, los demás no me importan.
Sólo me importa que me pica el dedo meñique de mi pie derecho.
Arréglalo. Ahora. Ya.


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