jueves, 20 de julio de 2017

La pobre criatura del Dr Frankenstein

Frankenstein o el moderno Prometeo, o simplemente Frankenstein , es una obra literaria de la escritora inglesa Mary Shelley, hija de una de las grandes pioneras del feminismo, Mary Wolfstonecraft. Publicado en 1818 y enmarcado en la tradición de la novela gótica, el texto explora temas como la moral científica, la creación y destrucción de vida y la audacia de la humanidad en su relación con Dios. De ahí, el subtítulo de la obra: el protagonista intenta rivalizar en poder con Dios. Es considerado como el primer texto del género ciencia ficciónPrometeo era, en la mitología clásica griega, el Titán que creó a la Humanidad a imagen de Zeus. Luego, como castigo, fue atado a una roca y condenado a ser comido por los buitres por haber robado el fuego de los dioses. Shelley traza importantes paralelos entre la imagen de Prometeo y la imagen de Frankenstein. El trabajo de Víctor Frankestein para crear vida es un reflejo del trabajo innovador de los Titanes que crearon a la Humanidad. 


Prometeo

Durante el verano boreal de 1816, el año sin verano, el hemisferio norte soportó un largo y frío «invierno volcánico» debido a la erupción del volcán Tambora. Durante este año, Mary Shelley y su marido Percy Bysshe Shelley hicieron una visita a su amigo Lord Byron en Villa DiodatiSuiza. Después de leer una antología alemana de historias de fantasmas, Byron retó a los Shelley y a su médico personal John Polidori a componer, cada uno, una historia de terror. De los cuatro, sólo Polidori completó la historia, pero Mary concibió una idea, el germen de "Frankenstein". Se basó en las nuevas investigaciones sobre Luigi Galvani y Erasmus Darwin que trataban sobre el poder de la electricidad para revivir cuerpos ya inertes, lo que se conoce como "experimentos galvánicos".
Mary Shelley

Respecto del personaje del doctor Víctor Frankenstein cabe señalar que una referencia fue el científico amateur Andrew Crosse, que solía experimentar con cadáveres y electricidad. El 28 de diciembre de 1814 Mary asistió, junto a su esposo, a una conferencia del extravagante científico. En ella le conoció personalmente y extrajo muchos datos acerca de la forma en la que afirmaba crear vida a partir de la electricidad. En 1807, Crosse había empezado el experimento de creación de vida a partir de «electro-cristalización» de materia inanimada. El mismo año afirmó haber creado pequeñas criaturas en forma de insectos que lograban andar y desenvolverse por sí mismas: «el insecto perfecto, de pie sobre unas pocas cerdas que formaban su cola». El científico nunca llegó a explicar el supuesto fenómeno, como así reconocería más adelante. En 1807 había consenso científico respecto a descartar la generación espontánea como origen de la vida, pues la esterilización de las muestras no era una práctica extendida, por lo que Crosse criaba pequeños insectos a partir de huevos depositados en su "materia inanimada".


Diría Mary Shelley sobre su personaje, concebido en su un sueño: "Vi al estudiante pálido de artes profanas arrodillado ante la cosa que había ensamblado. Vi el repulsivo fantasma de un hombre estirado y, luego, bajo el funcionamiento de algún poderoso motor, éste mostraba signos de vida y se revolvía en un movimiento semi-vital. Horroroso debe ser, porque supremamente horroroso es el efecto de cualquier esfuerzo humano que burle el estupendo mecanismo del Creador del mundo." 
Víctor es un egoísta y un cínico sin igual. Se pasa años centrado en crear al monstruo, sin pensar en nada ni en nadie, olvidando a su familia y a sus amigos, y en el último momento, cuando ya lo ha dotado de vida y todo es irreversible, cuando ya se ha demostrado que es un genio sin igual, se arrepiente de lo que ha hecho y huye dejando abandonada a la criatura que acaba de crear.
La criatura es sensible e inteligente, y queda abandonada a su suerte por un ser egoísta, un verdadero minstruo que a partir de ese momento sólo pensará en su arrepentimiento como forma de vida, pero nunca hará nada por intentar reparar el daño que ha hecho al único perjudicado, el monstruo.
Está claro que el título de la novela es "Frankestein" porque el personaje de terror es Víctor Frankenstein, no su criatura, repudiada por su aspecto y origen.


En cierta forma  la obra es una alegoría de la perversión que puede traer el desarrollo científico; concebida y escrita durante las fases tempranas de la revolución industrial. Como se ha visto, detrás de los experimentos de Víctor Frankenstein está la búsqueda del poder divino. Así, el total desprecio que muestra Frankenstein por la naturaleza  y la vida puede ser considerado como símbolo del permisivo capitalismo naciente, que no respeta la dignidad básica del ser humano. De hecho, la rebelión de la criatura contra su creador es un claro mensaje del castigo que deriva del uso irresponsable de la tecnología, siendo el mal sólo una consecuencia imprevista de este uso. En la novela, originalmente la criatura no tiene nombre, un símbolo de su orfandad, alienación y su carencia de sentido e identidad humana. Los diferentes personajes de la historia -principalmente Víctor Frankenstein- se refieren a él usando diversos apelativos: demonio, miserable, desgraciado... De manera significativa, el término "monstruo" se utiliza pocas ocasiones en la novela.
En la novela, el Monstruo aparece como una criatura humanoide de enorme estatura (dado que «la pequeñez de las partes constituía un gran obstáculo para la rapidez de mi trabajo»,​ según palabras del propio Victor Frankenstein), de unos ocho pies de alto (2,43 m, aproximadamente). De forma premeditada, los detalles del proceso su creación se dejan imprecisos, aunque resulta implícito que su creador se valió de fragmentos de cadáveres procedentes de las salas de disección, patíbulos y mataderos. Éste lo describe en los siguientes términos:
«¡Cómo expresar mis emociones ante aquella catástrofe, ni describir al desdichado al que con tan infinitos trabajos y cuidados me había esforzado en formar! Sus miembros eran proporcionados, y había seleccionado unos rasgos hermosos para él. ¡Hermosos! ¡Dios mío!
»Su piel amarillenta apenas cubría la obra de músculos y arterias que quedaba debajo; el cabello era negro, suelto y abundante; los dientes tenían la blancura de la perla; pero estos detalles no hacían sino contrastar espantosamente con unos ojos aguanosos que parecían casi del mismo color que las órbitas blancuzcas que los alojaban, una piel apergaminada y unos labios estirados y negros. [...] ¡Ah! No había mortal capaz de soportar el horror de aquel semblante. Una momia a la que dotaran nuevamente de animación no podría ser tan espantosa como aquel desdichado.»

Casi inmediatamente después de nacer, es capaz de ponerse en pie, de caminar y de usar ropa: es pues, en contra de lo que habitualmente ha mostrado el cine, un ser bastante inteligente. Además es muy sensible y emocional, anhela la compañía y el afecto y su único objetivo es compartir su existencia con otro ser dotado de sentimientos, semejante a él. Es muy elocuente y articulado, llegando a hablar y a escribir con gran corrección en francés, y posiblemente también en alemán y en inglés. Admira la belleza, y su mayor placer es ver «las flores, los pájaros y todas las alegres galas del verano».​ Tiene inclinaciones pacíficas, y aunque conoce el uso de la carne, prefiere alimentarse de raíces, bayas y nueces que encuentra por el campo, siendo vegetariano. Le gusta leer, y varios de los libros que lee son El paraíso perdido de Milton (a cuyo héroe, Satán, admira, y con el que llega a compararse "debería ser tu Adán, pero soy tu ángel caído"), Las desventuras del joven Werther, de Goethe y Las vidas paralelas, de Plutarco. Sin embargo, el continuo rechazo de que es objeto principalmente por parte de su autor lo hace convertirse en un ser solitario, amargado y vengativo. A pesar de eso, es continuamente atormentado por remordimientos, que lo diferencian de otros monstruos de la literatura gótica. En ciertos aspectos, guarda un gran parecido con el arquetipo literario, frecuente en aquella época, del "buen salvaje", popularizado durante la Ilustración por Rousseau y otros escritores, quienes afirmaban que el hombre es bueno por naturaleza, y que es la sociedad la que lo pervierte.

Diversos críticos y estudiosos de la novela, que la han analizado en profundidad, han aventurado la posibilidad de que el Monstruo sea una metáfora de un niño sin madre: la propia Mary Shelley perdió a su progenitora a poco de nacer ella,​ y ella misma tuvo una relación un tanto problemática con su padre durante toda su vida. Como el Monstruo, Shelley también tuvo una niñez aislada y solitaria, que pasó frecuentemente leyendo o escribiendo.​ Otras veces el Monstruo, aparecido precisamente en los albores de la Revolución Industrial, ha sido visto como el símbolo de una clase social oprimida: la propia Shelley escribió que el Monstruo "reconocía la división de la propiedad, las inmensas riquezas y la pobreza mísera".​ Otros han visto a Monstruo como el resultado trágico de una tecnología incontrolada:​ la encarnación del miedo de la gente a crear algo que no se pueda dominar. También se ha querido ver en su historia una crítica implícita al tradicional conocimiento científico de tipo patriarcal, del que las mujeres están excluidas.​ Al mismo tiempo, entroncaría con leyendas medievales europeas sobre la creación de vida artificial, tales como Fausto o el Golem, en las que el componente mágico o sobrenatural habría sido sustituido por la ciencia. Pero el Monstruo como individuo también tiene una vertiente trágica. y casi existencialista. El conjunto de la novela puede verse como "el grito de una criatura que fue creada y rechazada por su progenitor, por su dios [...], una crítica sustancial de la ciencia, del sueño de la razón que produce monstruos..."


Fuente: wikipedia

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