viernes, 28 de julio de 2017

¡Y tenía corazón!


Y tenía corazón!" / "Anatomía del corazón" / "La autopsia" es un cuadro realizado por Enrique Simonet en el año 1890 en su estancia en Roma. Esta obra representa a un forense realizando una autopsia a una mujer que yace sobre una mesa, una prostituta pelirroja. El forense agarra con su mano el corazón de la fallecida. Este anciano fue inspirado por un mendigo que el propio Simonet se encontró por la calle, proponiéndole como modelo para representarlo, cosa que solía hacer usualmente cuando encontraba a alguien de su gusto. Para la chica, el pintor utilizó como modelo el cuerpo de una joven actriz que se había suicidado por desamor, según las cartas que envió a su familia.
El puritanismo de la época permitió representar el desnudo de una joven dándole un sentido moral muy del gusto de la misma. Muerta prematuramente, posiblemente a consecuencia de los “excesos de una mala vida” (más bien por la miseria, por hambre y tuberculosis), el médico que realiza la autopsia parece sorprenderse de que esta mujer prostituida tuviese corazón, más allá de la cosificación y deshumanización que se aplica a las prostitutas.


El juicio de Paris, Enrique Simonet
“La luz, que penetra por la ventana de la derecha ilumina a las dos figuras protagonistas de este cuadro: el médico y la joven muerta. El médico sostiene en su mano izquierda el corazón de la chica, mientras su rostro refleja una mirada de entre sorpresa y candidez. Parece que el buen hombre, tal vez antiguo cliente de esa o de otra mujer, no acaba de entender la razón por la que una prostituta pudiera poseer el mismo corazón que cualquier otro ser humano. La mujer descansa sobre la dura mesa de madera. El cabello casi pelirrojo, cae indolente por fuera de la mesa invitando al espectador a recrearse con sus caprichosos rizos e imaginar a algún fugaz amor entremetiendo sus dedos entre ellos. El pecho, aún firme, nos evoca la juventud de la mujer. Finalmente el autor nos quiere señalar sus genitales mediante la exposición del vello púbico. Curiosamente, no nos muestra la enorme incisión que el forense le ha realizado en la extracción del órgano. Por el contrario, nos deja ver, en posición dominante, los escalpelos que ha utilizado en tal siniestra maniobra”. ( del texto de Luis Hernández, en http://cuentosparadescubrirnos.blogspot.com.es)


A la exclamación de sorpresa de los puritanos, Violetta en La Traviatta había ya contestado:

¿Un corazón? Sí, tal vez... ¿para qué lo quieres?


Alfredo- Se mia
Foste,  custode veglierei pe’ vostri
Soavi dì.
Violetta-Che dite?.. ha forse alcuno
Cura di me?
Alfreddo-Perchè nessuno al mondo (con fuoco)
V’ama...
Violetta-Nessun?..
Alfredo-Tranne sol io.
Violeta- Gli è vero!..
Sì grande amor dimenticato avea... (ridendo)
Alfredo-Ridete!.. e in voi v’ha un core?...
Violetta-Un cor?.. sì... forse... e a che lo richiedete?...
Libretto de Francesco Maria Piave

( Alfredo-Si fueseis mía, velaría por vuestros suaves días/ Violetta-¿qué decís?¿acaso a alguno le importo?/ Alfredo-porque nadie en el mundo os ama/ Violetta-¿Nadie?/ Alfredo-Excepto yo/ Violetta-¡Es verdad! Había olvidado vuestro gran amor!/ Alfredo-¡O reís! ¿y tenéis corazón?/ Violetta-¡Un corazón? Sí, tal vez... para qué lo queréis?)

Un corazón para amarlo a él, porque si lo no amas a él eres mala, eres perversa, eres una mujer  sin corazón y sin entrañas. Para adorarlo a él, al gran héroe del amor romántico, que te ama sólo de vista por tu belleza y por tu aire desvalido, que te quiere sólo para él y para ser tu dueño, dueño de tus días, de tu cuerpo bello y de tus pensamientos. 
Un día alguien le dirá que eres sucia y que no eres digna de él, y el hombre libre de amar cuando quiera y como quiera te abandonará con tu corazón roto.
Y él seguirá teniendo corazón, nadie apelará a su falta de sentimientos, ni lo llamará cruel, no tendrá una condena social, porque para eso un hombre tiene unas necesidades que deben cubrirse aun a costa del corazón de las mujeres.
¿Y qué pasa con el corazón de las putas? Pues que tiene que romperse, disociarse, ocultarse. Apelar a su existencia es una crueldad, porque para sobrevivir en la guerra hay que protegerse y obligar a alguien a quitarse el chaleco antibalas es matarla. 
Sí tenía corazón, pero no para jugar con él.
Fuentes: wikipedia, cuentosparadescubrirnos.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario