jueves, 14 de abril de 2016

Norma Jean Baker y el Dr Greenson

 «Lo que ella posee, esa presencia, esa luminosidad, esa inteligencia deslumbrante, se perdería en un escenario. Es tan frágil y delicada que sólo puede captarlo una cámara. Es como el vuelo de un colibrí: sólo una cámara puede expresar su poesía».
Truman Capote


 La mítica estrella de cine Marilyn Monroe, de verdadero nombre Norma Jean Baker, tuvo una infancia trágica. Hija de un padre "desconocido", consumidor habitual de heroína y de una madre psicótica, hospitalizada toda su vida tras haber abandonado a Marilyn a los 15 días. Su abuela materna, en un acceso de locura intentó asfixiarla cuando era sólo un bebé. Vivió continuas entradas y salidas de diversos hogares de acogida y orfanatos, donde sufrió abusos sexuales. 
En su última sesión de fotos en 1962
Cuanto más se convertía en una sex-symbol, más intentaba no sucumbir a la imagen que proyectaba. Tal vez por eso en 1955 acudió al prestigioso Actor´s Studio neoyorquino para tomar clases con Lee Strasberg. Inducida por éste estudió el psicoanálisis con la finalidad de conocerse más a sí misma y hacer aflorar su potencial interpretativo. El conocido como “método Strasberg”, basado en las teorías del ruso Stanislawsky, estimulaba a los actores a indagar en sus propias vivencias emocionales para elaborar sus interpretaciones. Esto hacía que la iniciación del psicoanálisis personal se convirtiese en un paso casi inevitable para cualquier actor o actriz que intentase alcanzar el éxito.
 Sabemos por uno de sus principales biógrafos que Marilyn pasó por las manos sucesivas de tres psicoanalistas, Margaret Hohenberg, Mariane Kriss y Ralph Greenson. Incluso durante un corto periodo de tiempo, mientras rodaba en Londres junto a Laurence Olivier la película El príncipe y la corista, llegó a ser acompañada por la mismísima Anna Freud, la hija del padre del psicoanálisis.
Pese a sus esfuerzos por no destacar sólo por su faceta de "rubia explosiva", seguía siendo el objeto preferido de la prensa por este motivo; pero también ello le resultaba frustrante. Algunas de sus respuestas de entonces se convirtieron en célebres, como cuando aseguró que no usaba ropa interior o que para dormir sólo se ponía Chanel nº 5. Así es que, inconscientemente o no, la propia Marilyn terminaba contribuyendo a consolidar la percepción que de ella tenía la gente.
Norma Jean a los 20 años
Su vida fue precipitándose rápidamente en el vacío de la soledad y el desamor hacia la adicción a los fármacos y al alcohol, que la pusieron al borde de la muerte varias vecesSu controvertido psicoanalista durante los dos últimos años de vida, el Dr. Greenson decía de ella: "aunque tiene el aspecto de una toxicómana, no encaja en esta categoría". A veces Marilyn dejaba de tomar drogas, sin por ello presentar síntomas de padecer el síndrome de abstinencia. Greenson intentó apartarla totalmente de ellas, aunque con caprichosas contradicciones. Por ejemplo, un día, Marilyn le hizo ir al Hotel Beverly Hills para que le administrase una inyección intravenosa de barbitúricos para paliar su insomnio. Greenson, después, declaró: "Le dije que todo lo que ya se había tomado bastaba para tumbar a media docena de personas y que, si no dormía, era porque tenía miedo de sus sueños".

 El tema del insomnio de Marilyn y de su dependencia a los hipnóticos fue crucial en su padecimiento: «Anoche volví a pasar despierta toda la noche. A veces me pregunto para qué sirve el tiempo nocturno. Casi no existe para mí, todo me parece un largo y horrible día».
En los años 50 y 60, el consumo de los nuevos fármacos psicotrópicos ( barbitúrucos y anfetaminas), sobre los cuales había poca experiencia, se veía en los medios artísticos de Hollywood con gran tolerancia, y era relativamente habitual su uso abusivo, de modo que los actores solían recurrir a los barbitúricos para dormir, a las anfetaminas para mantenerse despiertos o a los narcóticos para relajarse. Teniendo esto presente, parece razonable pensar que barbitúricos y sedativos hayan sido responsables, en gran medida, de los legendarios atrasos de Marilyn en los rodajes y de sus déficits de memoria a la hora de memorizar sus papeles.
Marilyn también mostraba una conducta sexual compulsiva que según su analista era la expresión de un grave malestar afectivo. "Embellecer su cuerpo es, para ella, el principal medio de adquirir una cierta estabilidad y dar sentido a su vida. Cuando se siente víctima de la angustia asume su papel de huérfana, Esta mujer de 34 años sigue funcionando con la idea de que continúa siendo una niña indefensa". 
última sesión

El 20 de enero de 1961 Marilyn Monroe se divorció del escritor Arthur Miller. En el mes de febrero ingresó en la clínica psiquiátrica Payne Whitney. Su delicado estado de salud le impidió trabajar el resto del año. En 1962, Monroe regresó a la actuación protagonizando, junto a Dean Martin, la película Something's Got to Give, película que no llegó a terminar. La 20th Century Fox confiaba en este proyecto para sanear su economía, ya que la empresa amenazaba quebrar, debido a los desmesurados gastos que le generó la película Cleopatra. El 9 de mayo del mismo año tuvo lugar, en Nueva York, la gala por el cumpleaños del entonces presidente estadounidense John F. Kennedy, en la que Monroe le cantó el "Happy Birthday". Para acudir a esta gala, la actriz se ausentó durante siete días del rodaje. Por sus retrasos y repentinas ausencias del rodaje, fue despedida. La Fox intentó completar la película utilizando a otra actriz, pero Dean Martin se opuso, por lo que a la cinematográfica no le quedó más remedio que readmitirla. En junio del mismo año, realizó la que sería su última y más recordada sesión fotográfica titulada póstumamente "The last sitting", programada originalmente por la revista estadounidense Vogue y retratada por el fotógrafo Bert Stern.

En la fiesta de cumpleaños de Kennedy
En estos momentos de gean inestabilidad y fragilidad emocional Greenson trata de reparar la falta de vínculos familiares y de amor materno que padecía Marilyn. Sin embargo, inspirado por la ambición de convertirse en el que ha curado a la actriz más célebre del momento (aunque también por intereses económicos), su comportamiento choca gravemente con la neutralidad y con la deontología de su profesión. Esta influencia suscita hostilidad en Hollywood. "Se ha convertido para él en una inversión, y no sólo financiera. No sólo se ocupa de ella, sino que fabrica su enfermedad, que sea considerada como una desamparada. Hay algo siniestro en este psicoanalista que ejerce una mala influencia sobre ella", denunciaba el realizador Walter Bernstein.

A través de esta estrategia más que discutible, que él bautizó como  “terapia de adopción”, transformó su propia familia en una familia adoptiva para Marilyn,abriendo las puertas de su casa,  llegando a proporcionarle una cama disponible, y hasta se dice que tenía su propia botella de champán en la nevera de los Greenson. Así le proporcionaba una especie  de substituto para las carencias que había sufrido en relación con sus figuras parentales, autorizándole para que le telefonease a cualquier hora, cualquier dia,  incluso los festivos, participando personalmente en las negociaciones con las productoras sobre las condiciones de los contratos, interfiriendo de forma directa en sus amistades, sus relaciones amorosas,  y recomendando la venta de la casa que ella poseía y la compra de una más próxima a la suya. La atención a la estrella se fue tornando cada vez más intensa y caótica, generando una dependencia enfermiza y que se alejaba de todo objetivo terapéutico.

última sesión de fotos en 1962
Durante los últimos meses, esta relación cambia. El propio Greenson le confiesa a Anna Freud: "Se ha convertido en una mujer paranoide y muy enferma. Puede usted imaginar lo difícil que es tratar a una actriz de Hollywood, a alguien que se encuentra completamente sola en el mundo, pero que, al mismo tiempo, es una gran celebridad".
Marilyn y aquel al que ella llama su "salvador" entran juntos entonces en lo que en psicopatología se llama una "locura compartida". Intercambian sus ideales y cada cual asume los síntomas del otro. Pero, tras dos años de una enorme atención a la estrella, Greenson se cansa y se marcha a Europa sin previo aviso mediando tan sólo  una conversación telefónica.
Marilyn se sintió abandonada de nuevo. Murió dos meses después, de una sobresdosis de barbitúricos y alcohol. El suicidio se ha barajado como la causa más probable, aunque nunca se han llegado a esclarecer resolver satisfactoriamente las verdaderas causas de su repentina y misteriosa muerte. Greenson no mató a su paciente, pero tampoco impidió su muerte.
Spoto, uno de los principales biógrafos de la actriz, excluye taxativamente la hipótesis del suicidio (que es la que se deduce del informe de la autopsia y del certificado de defunción) y se inclina por un fallo de comunicación entre el psiquiatra y el médico internista que trataban a la actriz. Al parecer, ambos prescribían regularmente barbitúricos, además de otros fármacos sedantes, sin establecer la necesaria coordinación entre ellos. 
Marilyn, Norma Jean, vivió y murió en el abandono.
A los 20 años

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