Era una mañana y abril sonreía |
Era una mañana y abril sonreía.
Frente al horizonte dorado moría
la luna, muy blanca y opaca; tras ella,
cual tenue ligera quimera, corría
la nube que apenas enturbia una estrella.
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Como sonreía la rosa mañana
al sol del Oriente abrí mi ventana;
y en mi triste alcoba penetró el Oriente
en canto de alondras, en risa de fuente
y en suave perfume de flora temprana.
Fue una clara tarde de melancolía.
Abril sonreía. Yo abrí las ventanas
de mi casa al viento... El viento traía
perfume de rosas, dolor de campanas...
Doblar de campanas lejanas, llorosas,
suave de rosas aromado aliento ...
... ¿Dónde están los huertos floridos de rosas?
¿Qué dicen las dulces campanas al viento?
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Pregunté a la tarde de abril que moría:
¿Al fin la alegría se acerca a mi casa?
La tarde de abril sonrió: La alegría
pasó por tu puerta —y luego, sombría:
Pasó por tu puerta. Dos veces no pasa.
Antonio Machado, "Soledades", XLIII
Iluso el poeta se pregunta cuándo llegará la alegría a su casa, Ni las brisas de abril ni el canto de la alondra son presagios de bienaventuranza. La tristeza avanza inexorable cuando su hora llega, y sus semillas arraigan fuerte en cualquier tierra, cuanto más pobre y baldía mejor.
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