Rima XV
Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz:
eso eres tú.
Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces
¡como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul!
En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
¡eso soy yo!
Yo, que a tus ojos, en mi agonía,
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente
¡tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!
G.A. Bécquer
Estos versos los he oído muchas veces repetidos como una burla por su ñoñería.
El poeta, perdido, sin rumbo, persigue a su objeto deseado, etéreo,evanescente, envuelto en el misterio y en lo intangible. Es en este caso el amor romántico de un hombre por una mujer idealizada, pero a mí se me antoja también la búsqueda infructuosa y sin esperanzas del alma doliente. Ese anhelo apenas entrevisto tantas veces en una sonrisa, en un abrazo, en una mano tendida, en nada al final.
Todo queda en soledad, ese mar sin playas, esa ansia eterna de algo mejor.
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