martes, 26 de abril de 2016

Espíritu sin nombre, indefinible esencia

Rima V
Espíritu sin nombre, 

indefinible esencia, 

yo vivo con la vida  

sin formas de la idea.



Yo nado en el vacío, 

del sol tiemblo en la hoguera, 

palpito entre las sombras 
y floto con las nieblas.



Yo soy el fleco de oro 

de la lejana estrella, 

yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.



Yo soy la ardiente nube 

que en el ocaso ondea, 

yo soy del astro errante 
la luminosa estela.



Yo soy nieve en las cumbres, 

soy fuego en las arenas, 

azul onda en los mares, 
y espuma en las riberas.


En el laúd soy nota, 

perfume en la violeta, 

fugaz llama en las tumbas  
y en las ruinas yedra. 



Yo atrueno en el torrente 

y silbo en la centella, 

y ciego en el relámpago 
y rujo en la tormenta.







Yo río en los alcores, 

susurro en la alta yerba, 

suspiro en la onda pura 
y lloro en la hoja seca.



Yo ondulo con los átomos 

del humo que se eleva

y al cielo lento sube 
en espiral inmensa.



Yo en los dorados hilos

que los insectos cuelgan 

me mezco entre los árboles 
en la ardorosa siesta.


Yo corro tras las ninfas 

que en la corriente fresca 

del cristalino arroyo 
desnudas juguetean.





Yo en bosques de corales 

que alfombran blancas perlas, 

persigo en el océano
las náyades ligeras.



Yo en las cavernas cóncavas

do el sol nunca penetra, 

mezclándome a los gnomos 
contemplo sus riquezas.



Yo busco de los siglos 

las ya borradas huellas, 

y sé de esos imperios 
de que ni el nombre queda. 



Yo sigo en raudo vértigo 

los mundos que voltean, 

y mi pupila abarca
la creación entera.


Yo sé de esas regiones

a do un rumor no llega, 

y donde informes astros
de vida un soplo esperan.



Yo soy sobre el abismo 

el puente que atraviesa, 

yo soy la ignota escala 
que el cielo une a la tierra. 



Yo soy el invisible 

anillo que sujeta 

el mundo de la forma 
al mundo de la idea. 



Yo en fin soy ese espíritu,

desconocida esencia, 

perfume misterioso 
de que es vaso el poeta. 






GA Bécquer

"Recordemos hoy a Gustavo Adolfo, el de las rimas pobres, la asonancia indefinida y los cuatro verbos por cada adjetivo definidor. Alguien ha dicho con indudable acierto: «Bécquer, un acordeón tocado por un ángel». Conforme: el ángel de la verdadera poesía."
Antonio Machado, Juan de Mairena –XLIII. Sobre Bécquer–, 1936

"Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua que se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura. Hay otra, natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía. La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo. La segunda carece de medida absoluta; adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la poesía de los poetas. La primera es una melodía que nace, se desarrolla, acaba y se desvanece. La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se quedan las cuerdas vibrando con un zumbido armonioso. Cuando se concluye aquélla, se dobla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción. Cuando se acaba ésta, se inclina la frente cargada de pensamientos sin nombre. La una es el fruto divino de la unión del arte y de la fantasía. La otra es la centella inflamada que brota al choque del sentimiento y la pasión. Las poesías de este libro pertenecen al último de los dos géneros, porque son populares, y la poesía popular es la síntesis de la poesía."
Esto dijo el mismo Bécquer sobre su idea de la poesía en la reseña que hizo del libro de su amigo Augusto Ferrán "La soledad".

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