En efecto,estamos hechos de la misma materia de los sueños, y de la misma esencia también.
Hay noches en que los sueños expanden la mente hasta tener apariencia de realidad, mañanas en que el alma se siente inundada por el poso de nostalgia que esos sueños han dejado hasta bien entrado el día, y la eterna pregunta de los racionalistas se reformula como un eco incesante. ¿es realidad el sueño?.
Esas emociones, profundas e intensas, ¿no son reales?, ¿o acaso no lo son más que los espejismos pálidos y mentirosos de la vida en la caverna con los ojos abiertos?.
Sueños reincidentes de felicidades pasadas e imposibles, paraísos perdidos e idealizados que siguen perviviendo en algún rincón de la psique durmiente. Amores verdaderos, risas genuinas, abrazos ardientes, infancias eternas, playas infinitas, personas inmortales, soles que no queman, la sensación de ser amada sin límites ni mesura, sin miedos ni cautelas.
Soñar... de esa sustancia estamos hechos, de eso viven nuestros corazones tristes y solitarios pues la vigilia es un páramo sin amor y truncado por límites a cada instante.
Rousseau |
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