lunes, 5 de septiembre de 2016

sonatina





La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.

Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,

o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,

ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa  de los ojos azules!

Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;

en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».


Rubén Darío


Se ha cumplido el primer centenario de la muerte del poeta nicaragüense Rubén Darío 
(Metapa, hoy Ciudad Darío, 18 de enero de 1867-León, Nicaragua, 6 de febrero de 1916), gran
 renovador de la lírica en castellano y uno de los autores que mayor influencia ha ejercido en la 
poesía hispanoamericana del siglo XX.


"Sonatina", uno de sus poemas más conocidos. Apareció en el diario La Nación de Buenos Aires el
 17 de junio de 1875 y fue incluido en la primera edición de Prosas profanas y otros poemas. Narra una 
historia enmarcada en un mundo de fantasía, un cuento de hadas, cuya princesa protagonista se siente presa
 en su palacio y espera la llegada de un príncipe salvador. Darío adorna con su imágenes refinadas y
 estetizantes: flores y metales preciosos que consiguen un valor cromático, mariposas, aves, animales
 fantásticos y mitológicos y miradas hacia oriente. La historia ha sido relacionada con el cuento de la Bella 
Durmiente, liberada del sueño-muerte por el beso del príncipe. Según el autor, el tema de "Sonatina"
 es el despertar de la adolescencia, la espera del amor, la alegoría de las ansias  amorosas de la mujer:
 el poema "contiene el sueño cordial de toda adolescente, de toda mujer que aguarda el instante
 amoroso.Es el deseo íntimo, la melancolía ansiosa, y es, por fin, la esperanza" (Historia de mis 
libros, pág. 143).


Es una de las composiciones más representativas de Rubén Darío y del Modernismo, por su perfección
 formal,su musicalidad y la plasticidad y elegancia de las imágenes.Parte de la crítica ha visto en el poema 
una muestra de preciosismo vacío y superficial en el que no encontramos la emoción del sentimiento ni
 profundidad de pensamiento. Otros críticos consideran que  contiene algo más que belleza y perfección
 formal. Así, Jaime Concha explica que el poema admite dos niveles de lectura: como anécdota maravillosa
 o como alegoría de un estado de alma. De acuerdo con esta segunda lectura, la princesa se convierte en
 símbolo del alma prisionera y angustiada del poeta  que espera el amor que lo salve, y el anhelo de
 libertad de la princesa puede interpretarse como búsqueda de la belleza y del misterio  de la  
trascendencia.

    

A los modernistas se les ha acusado, y con razón, de ser misóginos, por referirse muchas veces a las mujeres
 en términos despectivos o machistas y por considerar además que tampoco ellas podían servir de modelo 
a las nuevas generaciones de mujeres. Sus críticas se enfocaron en lo que se llamó en la época “la nueva
 mujer”, que era vista por estos escritores como una “mujer viril” amenazante y asexual. 
Esta “nueva mujer” no solamente exigía el derecho al voto, sino también ocupaba un lugar en las empresas
 junto a los hombres y amenazaba con volcar de forma definitiva el mundo lleno de reglas que habían impuesto
 los hombres.
Vemos la exaltación de un tipo de mujer perfecta y un hombre femenino o machista. Esta mujer ideal es
 delicada, inocente y hermosa, y es quien espera de forma paciente y pasiva en la casa al marido/ caballero,
 que como en el poema de Darío “Sonatina”, viene desde muy lejos a rescatarla de la muerte.

1 comentario:

  1. Qué contraste con su poema "Lo Fatal " qué es la esencia misma del existencialismo.
    gracias por hacernos re descubrir Rubén Darío.

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