jueves, 16 de febrero de 2017

Pasivo-agresivos posmodernos

Todos hemos escuchado e incluso empleado el término "pasivo-agresivo", y muy posiblemente también nos hayan acusado de serlo. Al parecer, es un estilo de comunicación y una actitud muy habitual de los tiempos que vivimos, lo cual es fácilmente comprensible si echamos la vista atrás y repasamos un poco la historia y el concepto de lo pasivo-agresivo.

El término  fue utilizado por primera vez por los militares norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando psiquiatras militares notaron el comportamiento en soldados que mostraban resistencia pasiva y eran reacios a cumplir órdenes. El comportamiento pasivo-agresivo se refiere a la resistencia pasiva u obstruccionista a instrucciones autoritarias en situaciones interpersonales o laborales. Se puede manifestar como resentimiento, terquedad, desidia o el fracaso intencionado en realizar las tareas requeridas. 

El término "agresivo" hace referencia a la agresión encubierta que subyace generalmente en estas personas, y que expresan indirectamente a través de su resistencia (pasividad) a colaborar o cumplir un papel dentro de su familia o de la sociedad. No obstante, no se suele evidenciar abiertamente esta conexión entre su pasividad y un auténtico resentimiento hacia determinadas personas o hacia la sociedad en general.
El pasivo-agresivo nunca reconoce que tiene la culpa de que las cosas le salgan mal ni de que hace algo para que los otros se sientan molestos. Jamás se muestra abiertamente desafiante; su manera de actuar es tan pasiva, tan indirecta, que así elude la responsabilidad. Para estas personas, acceder a los deseos de otro equivale a someterse. Y la sumisión, para su identidad frágil, es sinónimo de humillación.
Se trata de personas que llevan dentro mucha rabia y al mismo tiempo se sienten muy desprotegidas.¿Qué hacen con toda esa hostilidad? Tienen miedo de ser agresivos con los otros, de quienes tanto dependen.
Entonces recurren a una conducta de oposición, que expresa sus sentimientos agresivos de una manera disimulada, pasiva. Así, todo lo que les sucede es siempre culpa de los demás, no de ellos.
Se listó como un trastorno de personalidad en el DSM-III, pero fue finalmente movido al Apéndice B del DSM-IV debido a la controversia y a la necesidad de mayor investigación sobre cómo categorizar los comportamientos en una futura edición. En ese punto, Cecil Adams escribe: "El simple hecho de ser pasivo-agresivo no es un trastorno sino un comportamiento; a veces éste es un comportamiento perfectamente racional, que permite evitar la confrontación. Sólo es patológico si es una respuesta habitual, invalidante, que refleja una actitud dominante pesimista".

Así, pues, vemos que mientras este comportamiento o más bien forma de estar en el mundo y de relacionarse con uno mismo y con los demás no afecte de forma grave a la vida de la persona, no se trata de una patología mental.
¿Quién no conoce a esa persona que genera una sentimiento de asco/pena y con la que no hay manera de acertar? Esa persona que sólo se queja de su terrible mala suerte y de lo mal que vive y que sin embargo no hace absolutamente nada por cambiar las cosas, que culpa a todos los demás de sus problemas, que agrede de forma velada, que nunca tiene una palabra amable, que se queja de que nadie le quiere pero no es capaz de amar, que pide de forma insaciable sin dar nada a cambio, ni siquiera las gracias, porque da por supuesto que todos están en deuda con ella. 
Esa persona que lo exige todo a cambio de nada.
Esa persona que nos están enseñando a ser en la sociedad de consumo.
Con derecho a todo y sin deberes para con los demás.

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