viernes, 2 de marzo de 2018

Las peras y el olmo


Yo sé que no se le pueden pedir peras al olmo.
Lo que es triste es tener un peral que no dé peras, ni sombra ni cobijo ni nada.
Para eso querría tener un olmo.
Sabría qué esperar de ese árbol.
Pero de mi peral, no sé ya qué esperar.
A veces me gustaría arrancarlo, de la rabia que me da.
Me gustaría que se secara de una vez y junto con él todas mis esperanzas.
Pero tengo un peral, un peral fuerte y joven, que debería dar peras, y de hecho las da, para otros, pero para mí no.
Y no lo consigo entender. Por qué para mí no hay peras, qué hecho yo para no merecerlas.
Si no tuviera un peral, sería distinto.
Llevaos mi peral, por favor.
Os lo ruego, lleváoslo.
No lo quiero ver más.
Dadme un olmo, un olmo pequeño que me recuerde que no me merezco las peras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario