viernes, 5 de octubre de 2018

El fin de la amistad frente al amor romántico

En nuestra sociedad actual damos mucha más importancia a las relaciones de pareja y a todo lo que les rodea, y las personas que no estamos emparejadas ni creemos en la pareja como forma de vida lo sabemos muy bien.

Siempre una persona con pareja va a supeditar todo a su emparejamiento y a sus hijos, en caso de tenerlos, y eso no tiene por qué ser ley natural. Ya se han analizado bien en profundidad en este blog todos los aspectos cuestionables de la familia nuclear occidental y del amor romántico, y de lo limitantes y dañinos que resultan en el desarrollo y en los vínculos sociales de las personas.
Quienes no nos sometemos a estas normas sociales también pagamos un alto precio por ello, porque las personas a las que queremos suelen formar parte de una pareja o familia nuclear, lo que nos exlcuye de la mayoría de los aspectos de sus vidas.
El precio de no creer en el sistema y de cuestionarlo son la soledad y la exclusión.


En esta sociedad la amistad es algo accesorio y secundario, algo prescindible y que ante la pareja queda totalmente eclipsada.
Y el error es que la amistad es absolutamente necesaria, es la base de todas las relaciones entre humanos, porque la amistad es la primera consecuencia del amor en su amplio sentido y a partir de allí se construyen todas las demás relaciones humanas, del tipoque sean. El amor no se construye solo, no está basado en la nada o sólo en la atracción sexual. El amor, en toda la extensión de la palabra, es amistad. Y de igual modo que ninguna amistad puede salir adelante si no hay amor entre los amigos, ningún amor puede sobrevivir a la falta de amistad.
El problema es que en este contexto social confundimos "amor" con "amor romántico y/o sexualidad" y "amistad" con tener un conocido o un grupo de conocidos con quienes compartir una actividad o afición. Así, las relaciones humanas se van vaciando de contenido y se quedan en una cáscara hueca. Tengo miles de amigos en redes sociales, amo a esa persona con la que convivo y tengo hijos, pero en el fondo el vínculo y el afecto son circunstanciales y muy tibios.


No podemos vivir sin amigos, no podemos pretender llenar todos nuestros vacíos con un solo humano al que nos sentimos vinculados tal vez por amor pero sobre todo la mayoría de las veces por la obligación y la presión social. Eso sí que es soledad, y no la de quienes decidimos no convivir con una pareja. No hay peor soledad que la que no se reconoce.

De ahí que vivamos en mundo de proyecciones, de imágenes, de narcisismo ante una pantalla y no de un verdadero intercambio entre seres que se miran a la cara y al interior. Yo con mi pareja, mis hijos, mi casa, mi familia, mi, me conmigo. Y lo demás es accesorio y sobra porque me hace salir del ensimismamiento de mi vida socialmente aceptada y libre de autorreproches.


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