viernes, 6 de mayo de 2016

El miedo a la libertad

"¿Por qué la vida del hombre es tan diferente de la del cordero? Su historia se escribió con sangre; es una historia de violencia constante, en la que la fuerza se usó casi invariablemente para doblegar su voluntad. ¿Exterminó Talaat Pachá por sí solo millones de armenios? ¿Exterminó Hitler por sí solo a millones de judíos? ¿Exterminó Stalin por sí solo a millones de enemigos políticos? Esos hombres no estaban solos, contaban con miles de hombres que mataban por ellos y que lo hacían no sólo voluntariamente, sino con placer."
Erich Fromm

En su obra "El miedo a la libertad", Fromm hace una interesante reflexión sobre cómo tiende a reaccionar el ser humano cuando se siente liberado de las fuerzas opresoras que le han impedido desarrollarse como personas durante siglos. En contra de lo que podamos pensar, tiende a surgir un sentimiento de vacío e inseguridad en este proceso de verse libre de la autoridad.
Para entenderlo, en este proceso de volverse libre de la autoridad, los humanos quedan con sentimientos de desesperanza (Fromm compara esto al proceso de individualización de un niño como parte de su desarrollo) que no desaparecerán hasta que usen la libertad positiva y desarrollen un reemplazo para el orden u opresión que conocían antes. Sin embargo, un sustituto común para la libertad positiva o la autenticidad es someterse a un sistema autoritario que reemplace el orden anterior con una apariencia exterior diferente pero con la misma función para el individuo: eliminar la incertidumbre prescribiendo qué pensar y cómo actuar.
 Para Fromm el principal mecanismo de evasión de este sentimiento de vacío que genera la liberación delas fuerzas opresoras es el autoritarismo, que se trata de abandonar la independencia propia para juntarse con algo y conseguir la fuerza y seguridad que no se poseen con la propia individualidad. Entendiendo esto, y el contexto histórico, es fácil entender por qué Hitler llega al poder. Y todos los fascismos.
A. Hitler



El autor añade a su tesis otro mecanismo de evasión: la conformidad automática, muy común en la sociedad moderna. Consiste en la adopción por completo del tipo de personalidad que rige la cultura, lo que produce la pérdida total de la propia personalidad. Este comportamiento se presenta cuando la gente incorpora inconscientemente las creencias, normativas y procesos de razonamiento de su sociedad y las experimenta como si fueran propias. Esto no les permite tener pensamientos libres genuinos. Esto quiere decir que el individuo se cree libre por liberarse de ataduras externas y por poder expresar lo que cree que son sus opiniones propias, que no es más que una síntesis de lo que opinan los demás.
 Fromm también expone que el modo de educar crea barreras a la libertad, ya que a los niños se les enseña siguiendo un modelo social consiguiendo de este modo una disminución de la capacidad crítica del niño. Esta es la causa de la inseguridad del hombre moderno y de que tome como propias las opiniones de los demás, es decir, que el hombre moderno se refugia entre las masas para no sentirse desplazado ni inseguro, con lo cual al final acepta cualquier ideología.
 Pero cuando el hombre dice lo que realmente quiere y no se refugia en lo que opina y dice la mayoría, ese hombre aún conserva su capacidad crítica.
Erich Fromm

Erich Fromm afirma, en su obra El corazón del hombre, que el ser humano actual se caracteriza por su pasividad y se identifica con los valores del mercado porque el hombre se ha transformado a sí mismo en un bien de consumo y siente su vida como un capital que debe invertirse provechosamente. El hombre se ha convertido en un consumidor eterno, y el mundo para él no es más que un objeto para calmar su apetito.
Según el autor, en la sociedad actual el éxito y el fracaso se basan en saber "invertir" la vida. El valor humano se ha limitado a lo material, en el precio que pueda obtener por sus servicios y no en lo espiritual (cualidades de amor,  razón, capacidad artística). La autoestima en el ser humano depende de factores externos y de sentirse triunfador con respecto al juicio de los demás. Por eso se vive pendiente de los otros, y que la seguridad reside en la conformidad; en no apartarse del rebaño. El individuo debe estar de acuerdo con la sociedad, ir por el mismo camino y no apartarse de la opinión o de lo establecido por ésta.
Para que la sociedad de consumo funcione bien, necesita una clase de individuos que cooperen dócilmente en grupos numerosos que quieren consumir más y más, cuyos gustos estén estandarizados y que puedan ser fácilmente influidos y anticipados. Este tipo de sociedad necesita miembros que se sientan libres o independientes, que no estén sometidos a ninguna autoridad o principio o conciencia moral y que, no obstante, estén dispuestos a ser mandados, a hacer lo previsto, a encajar sin roces en la máquina social. Los hombres actuales son guiados sin fuerza, conducidos sin líderes, impulsados sin ninguna meta, salvo la de continuar en movimiento, de avanzar. Esta clase de individuo es el autómata, persona que se deja dirigir por otra.

El humano debe trabajar para satisfacer sus deseos, los cuales son constantemente estimulados y dirigidos por la maquinaria económica. 
Y en esto nos hemos convertido en nuestro miedo a ser libres. Somos un engranaje en la poderosa maquinaria del sistema capitalista.

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