El pasado se tiende a idealizar, sobre todo la infancia, ese paraíso perdido que tiende a reaparecer con tesón renovado en los sueños, insistiendo en reivindicar unos días lejanos y soleados ya pasados pero vívidos en la memoria del alma. Esos días vuelven a brillar cada noche y se repiten incesantemente, con una nostalgia que duele y martillea el corazón agostado.
Nunca habrá un reencuentro con ese pasado excepto en la lejana dimensión de los sueños perdidos, en la lejanía más remota de la conciencia adormecida.
El sueño. H. Rousseau |
Nostalgia
Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
apretarán, suaves, la dicha conseguida,
por un sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.
apretarán, suaves, la dicha conseguida,
por un sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.
Las ramas de los sauces mojados y amarillos
nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz de nuestra pisada.
nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz de nuestra pisada.
Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!
tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!
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