viernes, 13 de enero de 2017

Historia de la melancolía

"Bajo los grandes cielos afelpados de sombras o dorados de soles, arropada en el manto pálido y torrencial de mi melancolía, con una astral indiferencia miro pasar las intemperies..."
Delmira Agustini

"Y en este titubeo de aliento y agonía, cargo lleno de penas lo que apenas soporto. ¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?" 
Rubén Darío

"Escribir sobre la melancolía solo tendría sentido para aquellos a quienes la melancolía satura o si el escrito viniera de la melancolía. Trato de hablarles de un agobio de tristeza, de un dolor intransmisible que nos absorbe a veces, y a menudo, perdurablemente, al punto de hacernos perder el gusto por toda palabra, por todo acto, el gusto mismo por la vida".
  Julia Kristeva
Película "Melancolía", de Lars Von Trier

El término melancolía viene del griego clásico, "bilis negra" o μελαγχολια ("melancolía", μελαγ: melán, negro; χολη: jole, hiel, bilis) pasó a convertirse en sinónimo de tristeza. Tiene su origen en Hipócrates, y continuó usándose hasta el Renacimiento. En el año 1725 el británico sir Richard Blackmore lo rebautizó con el término vigente de depresión.
La cultura griega clásica explicaba todas las enfermedades y los cambios de temperamento o "humor" a partir de la influencia de cuatro líquidos corporales denominados "humores": la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis amarilla. Según esta teoría de los cuatro humores propuesta por Hipócrates un exceso de sangre provocaba comportamientos hiperactivos, mientras que el exceso de bilis negra provocaba un comportamiento abatido, apático y un manifiesto sentimiento de tristeza. 


En la elaborada y compleja elaboración de la teoría humorista, la melancolía se asoció con la tierra a través de los Cuatro Elementos, con la temporada de otoño, con el bazo como órgano de origen, y también los melancólicos tienen como cualidades relacionadas que son "fríos y secos". En la astrología se hace notar la influencia de Saturno, de ahí surge el adjetivo relacionado: "saturnino".
La melancolía se describió pues como una enfermedad con determinados síntomas mentales y físicos en los siglos IV y V ac. Hipócrates, en sus Aforismos, reflejó que todos los "miedos y desalientos, si duraban mucho tiempo" como síntomas de la melancolía. Cuando un paciente no podía ser curado de la enfermedad, se pensaba que la melancolía era resultado de una "posesión demoniaca".
El temperamento (temperamentum, medida) es la peculiaridad e intensidad individual de los afectos psíquicos y de la estructura dominante de humor y motivación; es la manera individual de reaccionar a los estímulos ambientales. El colérico es rápido, muy activo, práctico en sus decisiones, autosuficiente y sobre todo independiente. Se considera que es muy determinado, firme y decidido en sus opiniones, y se enoja con facilidad. El melancólico es sensible, aunque poco reactivo; tiende al pesimismo y la pasividad.
Los romanos antiguos tenían en latín su propia manera de llamar a la bilis negra, "atra bilis" (bilis oscura), de la cual se deriva la palabra española "atrabiliario", que significa "de triste semblante".

Saturno

A partir de la expansión del Islam en el siglo VII se produce una relación sincrética y muy productiva en el campo de la medicina árabe, en contacto con las obras clásicas de los autores griegos y romanos a través de los traductores nestorianos. Ishaq Ibn Imran, en el siglo X, en Bagdad describe en su Maqâla fî âl-Malîhûliyâ (Tratado de la melancolía, única obra árabe dedicada exclusivamente a este trastorno) que en estos pacientes hay sentimientos de angustia y soledad debidos a una idea irreal. Incluye algunos síntomas somáticos como la pérdida de peso y sueño. La melancolía puede surgir por motivos como el miedo, el tedio o la ira. Distingue, entonces, entre tristeza, ansiedad, angustia, trastornos psicosomáticos y somatopsíquicos y propone tratamientos ambientales (una incipiente propuesta de psicoterapia) y farmacéuticos. Aunque mantiene una concepción general basada en la teoría humoral, aporta ideas acerca de su etiopatogenia que se alejan del concepto clásico: las actividades del alma racional (el pensamiento arduo, el recuerdo, las fantasías o los juicios) pueden arrastrar al alma susceptible a la melancolía, como caen en ella los enamorados o los sibaritas, o los que se exceden en la lectura de libros de medicina o filosofía.
En la Edad Media, desde una perspectiva religiosa, a la melancolía se la categorizó como algo negativo y pecaminoso, entendido como tentación o pecado, pasando a denominarse "acedia" o "apátheia" (desidia, apatía). Los ocho pecados capitales eran la gastrimargia, la fornicatio, la philargyria, la tristitia (esta fue eliminada por Tomás de Aquino, quedando para el acervo popular los siete pecados capitales), la cenodoxia, la ira, la superbia y la acedia o taedium cordis (desidia, sutilmente diferente de la tristeza o de la pereza). Isidoro de Sevilla (556–636) indicaba cuatro defectos derivados de la tristeza: el rencor, la pusilanimidad, la amargura y la desesperación. Durante la Edad Media se gestan muchos de los simbolismos actuales sobre la depresión, como la relación entre Saturno y la melancolía. 


Hildegarda de Bingen (1098- 1179), abadesa y mística alemana, médica, compositora y escritora, que fue conocida como la Sibila del Rin. Fue una de las personalidades más multifacéticas del Occidente europeo, y de las más influyentes de la Baja Edad Media, que escribió sobre la melancolía en los conventos y no olvidó señalar como posible lenitivo las relaciones sexuales.
Thomas Willis (1621-1675) será el primer médico en rechazar activamente la teoría de los cuatro humores y, al hilo de la corriente imperante en su época, atribuirá a procesos químicos del cerebro y del corazón las causas de esta enfermedad.
El principal discípulo de Pinel, Jean-Etienne-Dominique Esquirol acometió la reforma psiquiátrica de espíritu positivista que sentó las bases de la identificación entre loco y enfermo mental. Adoptó el término de monomanía para algunos tipos de melancolía, y apuntó por primera vez, de una manera muy adelantada, a la "enfermedad" (monomanía instintiva) como causa de determinados comportamientos delictivos. Aquí comenzará el proceso que culmina en pleno siglo XX de identificación (y confusión, en algunos casos) entre trastorno anímico (tristeza patológica) y enfermedad mental (depresión).


A medida que avanza el desarrollo de la psiquiatría la terminología empleada para referirse a la melancolía o a la depresión van adquiriendo mayor especificidad y claridad. La biopsiquiatría ha llegado más lejos explicando a través de mecanismos neurocerebrales cómo la interacción de determinados neurotransmisores influye en el desarrollo de múltiples trastornos mentales entre los que se encuentra la depresión.
El origen del vocablo depresión se encuentra en la expresión latina "de" y "premere" (empujar u oprimir hacia abajo). Su uso se registra por primera vez en Inglaterra en el siglo XVII. Richard Blackmore, médico de Guillermo III de Inglaterra y poeta, habla en 1725 de estar deprimido a estar en profunda tristeza y melancolía. En 1808 Hacia el siglo XIX el término depresión va ganando terreno y se usa junto al de melancolía para designar a la enfermedad, mientras este último término siguió conservando su uso popular y literario.


El melancólico es visto en general por sus contemporáneos como una molestia y un peligro.
Como ejemplo de ello, en el "Cuento del clérigo", de Chaucer, se hace una descripción muy precisa de este "catastrófico vicio del espíritu". La acedia, nos dice," hace al hombre aletargado, pensativo y grave. Paraliza la voluntad humana, retarda y pone inerte al hombre cuando intenta actuar". "De la acedia proceden el horror a comenzar cualquier acción de utilidad, y finalmente el desaliento o la desesperación"." En su ruta hacia la desesperanza extrema, la acedia genera toda una cosecha de pecados menores, como la ociosidad, la morosidad, la "lâchesse", la frialdad, la falta de devoción y el pecado de la aflicción mundana, llamado tristitia, que mata al hombre, como dice San Pablo". "Los que han pecado por acedia encuentran su morada eterna en el quinto círculo del infierno". "Allí se los sumerge en la misma ciénaga negra con los coléricos, y sus lamentos y voces burbujean en la superficie".

Un famoso alegórico grabado de Alberto Durero fue titulado "Melancolía". Este grabado se ha interpretado como una alegoría compleja, como el estado de espera de la inspiración a la huelga, y no necesariamente como una tristeza. Entre otros símbolos alegóricos, el cuadro incluye un cuadro mágico y un romboedro truncado.
Fuente: wikipedia

No hay comentarios:

Publicar un comentario