domingo, 17 de julio de 2016

¿Existe el matriarcado?

La palabra matriarcado (del latín māter, «madre»y del griego archein, «gobernar») se refiere a un tipo de sociedad en la cual las mujeres, especialmente las madres, tienen un rol central de liderazgo político, autoridad moral , control de la propiedad y de custodia de sus hijos.
En el supuesto polo opuesto se encontraría el patriarcado, que no sólo en los tan denostados y desacreditados estudios feministas, sino en múltiples estudios sociólógicos, históricos, políticos y psicológicos es un término utilizado para describir una situación de distribución desigual del poder entre hombres y mujeres en la cual los varones tienen preeminencia en uno o varios aspectos, tales como la prohibición del derecho al sufragio, la regulación de los delitos contra la libertad sexual, la violencia de género, los regímenes de custodia legal de los hijos, la doble moral según el género, el sexismo en el lenguaje, mecanismos de invisibilización, la determinación de las líneas de descendencia (filiación exclusivamente por descendencia patrilineal y portación del apellido paterno), los derechos de primogenitura, la autonomía personal en las relaciones sociales, la participación en el espacio público (político o religioso) o la atribución de estatus a las distintas ocupaciones de hombres y mujeres determinadas por la división sexual del trabajo.

No se tiene evidencia de sociedades en las que, existiendo una distribución desigual del poder entre hombres y mujeres, las mujeres tuvieran preeminencia sobre los varones, al contrario de lo que sucede en el patriarcado moderno, donde los hombres son los que poseen preeminencia respecto de las mujeres. Las sociedades existentes donde las mujeres tienen un lugar distinto al patriarcal son llamadas matrilineales, matrilocales o matrifocales.

Muchos autores usan erróneamente el término "matriarcado" para referirse a sociedades matrilineales o matrilocales, como dice Marvin Harris. Harris y Young (1979) ponen ejemplos de sociedades no patriarcales en la Tierra del Fuego y en las selvas tropicales del noroeste amazónico y el centro de Brasil. Sin embargo, en modo alguno se han encontrado ejemplos claros de sociedades en las que exista o haya existido un matriarcado, es decir un estado de dominación femenina, la supuesta contraparte del patriarcado.
En algunas de estas sociedades existen mitos que afirman un pasado matriarcal y donde posteriormente las mujeres perdieron el poder y fueron los hombres quienes comenzaron su reinado e impusieron su autoridad, formando las sociedades patriarcales. Un mito clásico en este sentido sería el que recogió Gusinde, entre los selknam de la isla Grande de Tierra del Fuego, y los yaganes del archipiélago al sur de ésta. Dichos grupos tienen mitos similares (hain y kina, respectivamente) que hablan de un pasado mítico en el que mandaban las mujeres, que engañaban arteramente a los hombres haciéndoles creer que ciertos seres sobrenaturales avalaban aquel orden social. Cierto día, los hombres descubrieron el engaño y mataron a todas las mujeres adultas, cambiando el sistema en su propio beneficio y fundando una sociedad dominada por los hombres, con los mismos rituales (hain, entre los selknam) ahora legitimando la dominación masculina y haciendo creer a las mujeres y niños que los participantes en aquel ritual (hombres disfrazados) eran seres sobrenaturales. Se trata de un clásico mito y rito de inversión de roles que trata de legitimar el orden social de dominación masculina.
Mujeres Minangkabau

Es muy importante distinguir el matriarcado del matrilinaje. En algunas sociedades el prestigio social y la adscripción de bienes y posesiones se recibe por vía materna, más que por vía paterna. Eso en general implica que en algunas sociedades son las mujeres quienes heredan las tierras familiares y no los hombres. Aunque en muchas sociedades matrilineales las mujeres tienen un poder decisorio sobre asuntos familiares razonablemente importantes. La posición social viene de la madre más que del padre y las familias extensas y la alianzas tribales se establezcan sobre líneas sanguíneas femeninas. Aun así, en algunos pocos casos, los hombres tienen más autoridad formal que las mujeres, siendo quien la ostenta el hermano de la cabeza de familia más que el marido de la cabeza de familia.
La matrilocalidad es un término usado por algunos antropólogos para describir sociedades en donde la autoridad maternal se basa en relaciones domésticas, debiendo el esposo unirse a la familia de la esposa, en lugar de que la esposa se mude a la villa o tribu del esposo, así, ella es mantenida por su familia extendida, y el esposo tiende a estar socialmente aislado. Otros pasos coadyuvantes son la matrifocalidad y la poliandria, generalmente fraternal.

Así, el matriarcado sería una combinación de estos factores: matrilinealidad y matrilocalidad. Pero lo más importante es el hecho de que la mujer estaría a cargo de la distribución de los bienes para el clan y, especialmente, de las fuentes de nutrición, campo y comida. Esta característica hace que todos los miembros del clan dependan más de la matrilinealidad y matrilocalidad. Sería un concepto muy diferente al de patriarcado.
Se ha observado en estudios que algo más de una quinta parte de las sociedades tienen un régimen de filiación matrilineal, en el que los individuos reciben el nombre familiar, la herencia y el prestigio de su rama materna. En general en las sociedades matrilineales las mujeres tienen un estatus social más alto que en sociedades patrilineales. Aunque de ningún modo puede decirse que las sociedades matrilineales sean matriarcados, ya que en estas sociedades matrilineales muchas de las más altas responsabilidades políticas y legislativas están en manos de ambos sexos.
En las sociedades matrilineales lo más común es que los hijos de la hermana (los sobrinos) o los hermanos maternos del fallecido sucedan a este en cuestiones de riqueza, autoridad, etc. Existen no obstante algunas sociedades matrilineales, como los Minangkabau, donde se trata de las hijas de la persona fallecida quienes la suceden.
cimarronas

Joan Manuel Cabezas, antropólogo, explica que lo que existe en occidente es “un mito sobre el matriarcado, fruto de la burguesía occidental europea, y cuyo principal ideólogo fue Bachofen, (jurista y antropólogo suizo) con la publicación en 1861 del libro "El Derecho de la Madre". Según Bachofen, "en los inicios de los tiempos hubo una época de gran tiranía sexual de los hombres, el ‘Hetairismo’, que causó que algunas mujeres se rebelaran y sometían a los hombres, establecían la familia y los obligaban a casarse.” Así surgió el mito del matriarcado “en el que se relaciona a las mujeres con la sociedad salvaje y primitiva, con la naturaleza, y que se contrapone al patriarcado que se asocia a la sociedad civilizada, política, industrial. Este mito también sirve como argumento para la dominación de los ‘salvajes’ de los pueblos que se estaban colonizando”, añade Cabezas.

“Demasiados antropólogos han estado buscando una sociedad en la cual las mujeres controlan todos los aspectos de la vida cotidiana, incluido el gobierno”, dice Reeves. “Este modelo (y una perspectiva muy occidental sobre el poder) no encaja muy bien cuando observas culturas no occidentales, como los Minangkabau. En Sumatra Occidental mujeres y hombres se relacionan más como socios que desean alcanzar el bien común que como competidores gobernados por el egocéntrico interés propio.” Es decir, un matriarcado no es un patriarcado al revés (al igual que el feminismo no es lo contrario al machismo), no es una sociedad en la cual el poder y los recursos se encuentran en manos de las mujeres.

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